¿Son todos los israelitas hijos de Abraham?
¿Los que descienden de Israel son israelitas? La
pregunta puede parecer no tener sentido, pues si todos los nacidos en Estados
Unidos son estadounidenses, así como todos los nacidos en México son mexicanos,
entonces, ¿todos los nacidos en Israel, son israelitas? NO. ¿Por qué?
Primeramente, presumimos que el término Israel es
un concepto exclusivamente centrado en una nación como lo es Estados Unidos. Sin
embargo, el término Israel representa a los elegidos de Dios en su plan salvífico.
Por consiguiente, existe un Israel nacional y uno espiritual; esto es, el
Israel elegido por Dios dentro del Israel nacional.
En segundo lugar, el nombre dado a Abram por Dios,
Abraham tiene un significado profético. El mismo significa “padre de mucha
gente o de muchedumbre”. La pregunta a hacernos y a contestar en este artículo
es la siguiente, ¿Está condicionada la promesa a una sola nación sobre la
tierra (a Israel) o proféticamente describe el cumplimiento del plan de Dios en
Cristo por medio del evangelio?
Afirmamos que la promesa hecha a Abraham no se limita
a Israel como nación, sino que incluye a todos los hijos de la fe (Gá. 3:6-7) o
del pacto (Gá. 4:28), a través del tiempo. Creemos que esa es la razón por la
cual, Pablo se refiere a todos los creyentes en Cristo Jesús, como el Israel de
Dios.
“Y a todos los que anden conforme a esta regla,
paz y misericordia sea a ellos, y [al
Israel de Dios].” (Gálatas 6:16) (Biblia Reina Valera 1960)
Sin embargo, algunos teólogos pretribulacionistas
dispensacionalistas hacen una diferenciación entre la iglesia e Israel para
poder sostener su teología dispensacional, pero no porque la Biblia lo enseñe.
Debemos entender que el Nuevo Testamento interpreta al Antiguo Testamento, ya
que este último era sombra de lo que se habría de cumplirse en Cristo.
Cuando examinamos la posibilidad de que Dios tenga
dos pueblos (Israel y la iglesia) a la luz de la carta a los Gálatas, vemos la
imposibilidad de poder sostener dicha posición. De haberla, la misma presentaría
una clara contradicción, especialmente al examinar el capítulo tres. La
enseñanza del apóstol Pablo en el mismo es que todos los creyentes son hijos de
Abraham sin distinción de nacionalidad, clase social o género (Gá. 3:28). La
traducción de la Biblia Latinoamericana nos ayuda a ver que en Gálatas 6:16 no
existe tal distinción.
“Que la paz y
la misericordia acompañen a los que viven según esta regla, que [son el Israel de Dios].”
El nombre Israel fue el nombre que Dios le dio a Jacob,
el nieto de Abraham (Génesis 32:22-42). De manera, que el nombre Israel hace alusión
a la promesa hecha a Abraham.
“Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y
engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te
bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas
las familias de la tierra.” (Génesis 12:2-3)
Jacob tuvo 12 hijos, quienes formaron las 12
tribus de Jacob o de Israel. Con el paso del tiempo, el nombre Israel pasó a designar
a todos los nacidos de Jacob en la tierra de Egipto. De ahí que fueran llamados
israelitas, haciendo referencia a que eran hijos de Israel.
En Romanos 9, Pablo presenta que no todos los que
descienden de Israel son israelitas.
“No que la palabra de Dios haya fallado; porque no
todos los que descienden de Israel son israelitas, ni por ser descendientes de Abraham,
son todos hijos; sino: En Isaac te será llamada descendencia Esto es: [NO LOS
QUE SON HIJOS SEGÚN LA CARNE SON LOS HIJOS DE DIOS, SINO QUE LOS QUE SON HIJOS
SEGÚN LA PROMESA SON CONTADOS COMO DESCENDIENTES].” (Romanos 9:6-8)
En Romanos 8, Pablo comunica que la salvación es
segura para los escogidos de Dios (Ro. 8:33; 8:28-30). Que por tal razón, nada
ni nadie los podrá jamás separar del amor de Dios (Ro. 8:35-39). De manera, que
Pablo se ve en la necesidad de responder al por qué no todos los israelitas
creyeron en Jesús. ¿No eran estos los escogidos de Dios? Y si lo eran, ¿les había
fallado Dios? Pablo contesta categóricamente que Dios nunca le ha fallado a sus
hijos.
“Digo, pues: ¿Ha desechado Dios a su pueblo? En
ninguna manera. Porque también yo soy israelita, de la descendencia de Abraham,
de la tribu de Benjamín. No
ha desechado Dios a su pueblo, al cual desde antes conoció…” (Ro.
11:1-2)
Pablo, inspirado por el Espíritu Santo contesta que
no por ser descendientes de Israel eran todos israelitas y herederos de la
promesa. La declaración paulina era contraria a lo que los judíos habían
presumido sobre la promesa hecha a Abraham. Lamentablemente, no sólo estos no
entendieron la promesa hecha a Abraham, sino que muchos cristianos en nuestros
días tampoco parecen entender, ¿quiénes son los hijos de Abraham y por
consiguiente, los verdaderos hijos de Dios?
A continuación, tres puntos importantes a considerar:
#1 La simiente a quien fue hecha la promesa es Cristo y no Israel como
nación.
“Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas,
y a su simiente. No dice: Y a las simientes, como si hablase de muchos, sino
como de uno: Y a tu simiente, la cual es
Cristo.” (Gálatas 3:16)
Los judíos interpretaron la simiente como todos
los descendientes de Abraham y el Nuevo Testamento interpreta la promesa como
una hecha a Cristo y por lo tanto, a todos sus hijos.
#2 Los hijos son llamados mediante la promesa y no por voluntad divina.
Los hijos del pacto pasarían a serlo como Isaac, por
promesa divina y no como Ismael, por disposición humana. De la simiente de Abraham
saldrían dos líneas; la de Ismael, sin promesa y la de Isaac, con promesa. En la
epístola a los Gálatas, Pablo presenta a los dos hijos como una alegoría sobre
quiénes heredarían la promesa y quiénes no la heredarían.
“Decidme, los que queréis estar bajo la ley: ¿no habéis oído la ley?
Porque está escrito que Abraham tuvo dos hijos; uno de la esclava, el otro
de la libre. Pero el de la esclava nació según la carne; mas el de
la libre, por la promesa. Lo cual es una alegoría, pues estas
mujeres son los dos pactos; el uno proviene del monte Sinaí, el cual da hijos
para esclavitud; éste es Agar. Porque Agar es el monte Sinaí en
Arabia, y corresponde a la Jerusalén actual, pues ésta, junto con sus hijos,
está en esclavitud. Mas la Jerusalén de arriba, la cual es madre de
todos nosotros, es libre. Porque está escrito: Regocíjate, oh
estéril, tú que no das a luz; Prorrumpe en júbilo y clama, tú que no tienes
dolores de parto; Porque más son los hijos de la desolada, que de la que tiene
marido. Así que, hermanos, [nosotros,
como Isaac, somos hijos de la promesa]. Pero como entonces el
que había nacido según la carne perseguía al que había [nacido según el Espíritu], así también ahora. Mas
¿qué dice la Escritura? Echa fuera a la esclava y a su hijo, porque [no heredará el hijo de la esclava con el hijo
de la libre]. De manera, hermanos, que [no somos hijos de la esclava, sino de la libre].”
(Gálatas 4:21-31)
El nacimiento de Ismael fue planificado entre Sara
y Abraham, pero el nacimiento de Isaac lo fue por disposición o voluntad
divina.
#3 Todos los creyentes en Cristo son el verdadero pueblo de Dios, sean
judíos o gentiles.
“Así Abraham creyó a Dios, y le fue contado por
justicia. [Sabed, por
tanto, que los que son de fe, éstos son hijos de Abraham]. Y
la Escritura, previendo que Dios había de justificar por la fe a los gentiles,
dio de antemano la buena nueva a Abraham, diciendo: En ti serán benditas todas
las naciones. De modo que [los
de la fe son bendecidos con el creyente Abraham].” (Gálatas 3:6-9)
Debemos fijarnos en la palabra previendo, lo que significa que Dios
había determinado desde antes, quiénes pasarían a ser su pueblo. El diccionario
Vine la define de la siguiente forma:
“proeidon
(προει̂δον, G4275), forma
aorista carente de presente, prever, se utiliza de David habiendo visto
anticipadamente a Cristo (Hch. 2:31): «viéndolo antes». En Gálatas 3:8, se dice
de las Escrituras, personificándolas, atribuyéndoseles una actividad personal a
causa de su origen divino: «la Escritura, previendo que» (Gá. 3:22).”
El apóstol expone que a Abraham se le dio la promesa cuando aún no
había sido circuncidado, “previendo que Dios había de justificar por la fe a
los gentiles” (Gá. 3:8) esto es, mostrando
de antemano que Dios habría de salvar también de los gentiles.
Conclusión:
No todos los descendientes de Abraham son hijos de Dios, sino únicamente
los que creen por la gracia divina, de los cuales, nosotros los gentiles que
hemos creído, hemos pasado a ser parte.
“pues [todos sois hijos de Dios
por la fe en Cristo Jesús]; porque todos los que habéis sido
bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos. Ya no hay judío
ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos
vosotros sois uno en Cristo Jesús. [Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y
herederos según la promesa].” (Gálatas 3:26-29)
Es contradictorio y lamentable que los oponentes de las doctrinas de la
gracia crean que Israel es el pueblo escogido por Dios y que a su vez, rechacen
la doctrina de la elección, la cual se cumple en la iglesia, pues la misma es
la continuación y la culminación de la promesa de Dios hecha a Cristo. Dios no
tiene dos pueblos, tiene solamente uno; el que desde antes de la fundación del
mundo eligió (Ef. 1:4). El apóstol Pedro también lo reconoce siendo judío,
cuando no hace distinción entre Israel y la iglesia en la declaración que
sigue:
“Mas vosotros sois[linaje
escogido], real sacerdocio, nación santa, [pueblo adquirido por Dios], para que anunciéis las virtudes
de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable; vosotros que en otro
tiempo no erais pueblo, pero que ahora sois pueblo de Dios; que en otro tiempo
no habíais alcanzado misericordia, pero ahora habéis alcanzado misericordia.”
(1Pedro 2:9-10)
Bendiciones.
Pastor Gilberto Rufat
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