En ningún otro hay salvación
"Y en ningún otro hay salvación; porque
no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser
salvos." (Hechos 4:12)
Vivimos en un mundo pluralista religioso, en el cual existe un sin número de opiniones acerca de qué o quién es Dios. También, el mismo es uno pragmatista, que tiene una vasta cantidad de opiniones y creencias diversas de lo que considera es la verdad y de cómo comprenderla.
Vivimos en un mundo pluralista religioso, en el cual existe un sin número de opiniones acerca de qué o quién es Dios. También, el mismo es uno pragmatista, que tiene una vasta cantidad de opiniones y creencias diversas de lo que considera es la verdad y de cómo comprenderla.
Muchos han llegado a creer que existen diversos medios o caminos, a
través de los cuales se puede alcanzar la salvación. Pues después de todo,
creen que es una misma verdad expresada de maneras diferentes y que todos los
caminos conducen al cielo. Sin embargo, esto no es cierto en palabras de Jesús.
Las religiones del mundo, cuando son estudiadas detenidamente a la luz
del cristianismo, son diametralmente diferentes y solamente parecidas
superficialmente. Todos los sistemas filosóficos, moralistas y religiosos que
existen o han existido fuera del cristianismo, pretenden enseñarle al hombre
los pasos o el camino a seguir, para alcanzar la realización, vivir con resignación,
ser felices o alcanzar salvación (Col. 2:8). El cristianismo difiere de todos, siendo
único en su presentación, pues presenta al hombre muerto en sus delitos y
pecados y por ende, con la necesidad de una salvador externo a él (Ef. 2:1).
En la revelación de Dios a los hombres, en la Biblia, existe un camino único
al cielo, una sola verdad conocible y una manera exclusiva de recibir la vida
eterna, en Jesucristo (Jn. 14:6). ¿Por qué? Porque el pecador nada puede hacer
para ser salvo. El hombre no puede ser su salvador, por cuanto está muerto.
Todos los ejemplos presentados en la Biblia sobre la condición del hombre (descrito
como ciego, sordo y muerto, entre otros) ameritan la intervención divina y no
la ayuda de alguien que le conduzca o que le enseñe el camino.
Únicamente la gracia soberana de Dios, a través de la obra redentora de
Cristo en la cruz puede salvar al pecador. Es por medio del nuevo nacimiento que
el hombre es habilitado para responder en arrepentimiento y fe a la gracia salvadora
en Cristo (Jn. 3:3:1-7). La salvación en el evangelio no es una oferta, es un
don que sólo Dios obra (Jn. 1:12-13).
El mandato de Dios es a entrar por la puerta estrecha y andar por el
camino angosto, Jesucristo (Mt. 7:13-14). Jesús no vino a ser posible la
salvación, él es la salvación. Tampoco vino a ofrecerle un regalo a los hombres,
él es el regalo de Dios a los que se salvan. La vida eterna es conocerle y
vivir en él.
“Por lo cual, como dice el Espíritu Santo: Si
oyereis hoy su voz, No endurezcáis vuestros corazones…” (Hebreos 3:7-8)
¡Ven a Cristo hoy!
Pastor Gilberto Rufat
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