¿POR qué si Cristo murió por
todos, no todos se salvarán?
Pasaje a considerar
“así también
Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá
por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan.”
(He. 9:28)
Breve Introducción
Sabemos que
muchos al ver la pregunta, ¿por qué si Cristo murió por todos, no todos se
salvarán?, tendrán la
siguiente contestación. Porque no todos le abren su corazón a Cristo o porque
no todos le reciben como su Salvador. En otras palabras, que la razón de los
que se salvan radica en algo que ellos hacen para recibir a Jesús, pero ¿es esto
lo que enseña la Biblia?
Con el
propósito de contestar asertivamente la pregunta es
necesario primeramente entender (aunque sea de manera general), la naturaleza y
el propósito del sistema de sacrificios en el Antiguo Testamento.
Cada
sacrificio aceptado por Dios era un acto de su gracia y una extensión de su
misericordia. ¿Por qué? Por dos razones principales:
1- Porque los
animales ofrecidos eran un medio temporero de reconciliación entre Dios y su
pueblo.
2- Porque cada
animal que moría, lo hacía en sustitución del que merecía la muerte.
Cada
sacrificio realizado en el Antiguo Testamento mostraba dos cosas con relación
al hombre y al sacrificio:
1- La naturaleza
pecaminosa de los hombres
2- La
necesidad de un mejor sacrificio, el de Cristo
El autor de
la carta a los Hebreos enseña que el sistema de sacrificio de animales era
tipológico de lo que se cumplió a través del sacrificio de Jesucristo. Por
ende, el pacto antiguo era sombra de lo que Dios determinó en la eternidad realizar
mediante la obra de Cristo. En no menos de dos ocasiones se presenta esta
verdad en la carta.
“Ahora bien,
el punto principal de lo que venimos diciendo es que tenemos tal sumo
sacerdote, el cual se sentó a la diestra del trono de la Majestad en los
cielos, ministro del santuario, y de aquel verdadero tabernáculo que
levantó el Señor, y no el hombre. Porque todo sumo sacerdote está
constituido para presentar ofrendas y sacrificios; por lo cual es necesario que
también éste tenga algo que ofrecer. Así que, si estuviese sobre la
tierra, ni siquiera sería sacerdote, habiendo aún sacerdotes que presentan las
ofrendas según la ley; [los
cuales sirven a lo que es figura y sombra de las cosas celestiales],
como se le advirtió a Moisés cuando iba a erigir el tabernáculo, diciéndole:
Mira, haz todas las cosas conforme al modelo que se te ha mostrado en el
monte.” (He. 8:1-5)
“Porque [la ley, teniendo la sombra de los bienes venideros,
no la imagen misma de las cosas], nunca puede, por los mismos
sacrificios que se ofrecen continuamente cada año, hacer perfectos a los que se
acercan. De otra manera cesarían de ofrecerse, pues los que tributan
este culto, limpios una vez, no tendrían ya más conciencia de pecado.” (He.
10:1-2)
Cuando
examinamos con cuidado el pasaje de estudio, Hebreos 9:28, vemos tres grandes verdades
que debemos entender sobre la obra y el significado de la salvación en Cristo.
I- Cristo fue ofrecido una sola
vez
El punto presentado
es la suficiencia y la magnificencia del sacrificio de Cristo sobre los
animales sacrificados en el antiguo pacto. Por cuanto los mismos eran continuos,
ya que cubrían el pecado pero no lo quitaban (He. 10:4) y sólo podían
recordarle al pecador su pecado, pero no podían cambiarle el corazón (He.
10:2-4).
“Y casi todo
es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no se
hace remisión. Fue, pues, necesario que las figuras de las cosas celestiales
fuesen purificadas así; pero las cosas celestiales mismas, con mejores
sacrificios que estos. Porque no entró Cristo en el santuario hecho
de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora
por nosotros ante Dios; y no para ofrecerse muchas veces, como entra
el sumo sacerdote en el Lugar Santísimo cada año con sangre ajena. [De otra manera le hubiera sido necesario
padecer muchas veces desde el principio del mundo; pero ahora, en la
consumación de los siglos, se presentó una vez para siempre por el sacrificio
de sí mismo para quitar de en medio el pecado].” (He. 9:22-26)
Es importante
observar que el autor expone que una vez ofrecido el sacrificio de Cristo, el
problema con el pecado quedó resuelto para siempre.
“porque con
una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados.” (He. 10:14)
“añade: Y
nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones. Pues donde hay remisión
de éstos, no hay más ofrenda por el pecado.” (He. 10:17-18)
Los creyentes
podemos tener seguridad de nuestra salvación porque la misma descansa en la
obra vicaria de Cristo y no en nuestra obediencia a la ley. Sin embargo, la
carta a los Hebreos también presenta que el que se rebela voluntariamente, es
constantemente desobediente y no da fruto, por lo que no es salvo (He. 6:7-8;
10:26-29). Nuestra obediencia y santificación no nos salvan ni nos hacen
merecedores de la misma, pero sí evidencian que fuimos salvos.
II- Cristo llevó el pecado
de muchos
Existe un
consenso general entre los cristianos de que Cristo murió por nuestros pecados.
Pero, ¿murió por los pecados de todo el mundo? La pregunta es una importante y también
debemos examinarla a la luz de la naturaleza y el propósito de los sacrificios
en el Antiguo Testamento, a fin de tener una respuesta correcta.
El animal ofrecido
debía primero ser aceptable, según los requisitos ordenados en la ley. Luego,
el que presentaba la ofrenda en el Templo debía colocar sus manos sobre el animal,
lo que significaba la sustitución, puesto quien en realidad debía morir por su
pecado era el hombre. Después, el animal debía ser sacrificado. Este cuadro
general de los sacrificios es importante para entender el porqué no todos los
hombres se salvan. También, es necesario considerar lo que sigue:
1- Nunca en toda
la historia del Antiguo Testamento se ofreció un sacrificio que no sustituyera
a alguien. Todo animal moría por alguien.
2- Una vez
ofrecido el sacrificio, el sustituto quedaba perdonado o reconciliado. No
podemos tener un sacrificio en sustitución que una vez ofrecido y recibido por
Dios, no fuese aplicado al sustituto o a los sustitutos.
3- Ningún sumo
sacerdote jamás ofreció un sacrificio por el pecado del mundo. Toda expiación
en el Antiguo Testamento fue limitada, por cuanto era con carácter de
exclusividad para su pueblo.
“Porque todo
sumo sacerdote tomado de entre los hombres es constituido a favor de los
hombres en lo que a Dios se refiere, para que presente ofrendas y sacrificios
por los pecados; para que se muestre paciente con los ignorantes y
extraviados, puesto que él también está rodeado de debilidad; y por
causa de ella [debe ofrecer por los
pecados, tanto por sí mismo como también por el pueblo].” (Hebreos
5:1-3)
Si la objeción mayor a las
doctrinas de la gracia es que Dios haya limitado su salvación a muchos y no a
todos, entonces, también los oponentes de las mismas deben declarar injusto el sistema
de sacrificios en el antiguo testamento por ser uno limitado a su pueblo.
Oh, ya puedo
escuchar a algunos decir que la carta a los Hebreos no enseña la expiación
limitada o que es mi interpretación calvinista. Primeramente, debemos definir a
qué nos referimos cuando hablamos de la expiación limitada. Nos referimos a que
Cristo murió únicamente por los pecados de su pueblo, al cual desde antes
escogió (Ef. 1:4; Ro. 11:1-2). A continuación, veamos cómo es presentada esta
verdad en el capítulo dos de la carta a los Hebreos.
“Porque
convenía a aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las
cosas subsisten, que [habiendo de llevar
muchos hijos a la gloria], perfeccionase por aflicciones al autor de la
salvación de ellos. Porque el que santifica y los que son
santificados, de uno son todos; por lo cual no se avergüenza de llamarlos
hermanos, diciendo: Anunciaré a mis hermanos tu nombre, En medio de
la congregación te alabaré. Y otra vez: Yo confiaré en él. Y de nuevo: He aquí,
[yo y los hijos que Dios me dio].
Así que, [por cuanto los hijos
participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo], para
destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es,
al diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte
estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre. Porque
ciertamente no socorrió a los ángeles, sino que socorrió a la descendencia de
Abraham. Por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos, para venir a
ser misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere, para
expiar los pecados del pueblo.” (Hebreos 2:10-17)
El autor expone
que Jesús vino para “llevar muchos
hijos a la gloria” (v.10). ¿A quiénes? Jesús dice: a “los hijos que Dios me
dio” (v.13). ¿Por qué? Porque era necesario “por cuanto los hijos participaron de carne y
sangre, él también participó de lo mismo” (v.14). ¿Con qué propósito? Para socorrer
a la descendencia de Abraham (v.16) o a su pueblo (v.17).
Dios no trazó un plan de
redención para los ángeles que se revelaron (v.16), Por cuanto Dios no tiene por
qué salvar al que se rebela contra él. Sin embargo, Dios trazó un plan para los
que CONSTITUIRÍAn en sus hijos (He. 2:13; Jn. 1:12-13).
III- Cristo
aparecerá por segunda vez
El versículo
finaliza afirmando la doctrina de la segunda venida de Jesucristo, como la
culminación del soberano plan de Dios en Cristo. En la misma, Jesús aparecerá
por segunda vez sin relación con el pecado, esto es, no como el Cordero que fue
inmolado, sino como Rey de reyes y Señor de señores. De manera, que la obra de
la salvación es de principio a fin, la obra de Dios en Jesucristo sobre
aquellos que fueron destinados a la salvación.
Conclusión
La
contestación a la pregunta ¿por qué si Cristo murió por todos, no
todos se salvarán?, es la siguiente, porque Cristo no vino a expiar el pecado
del mundo, sino que vino a expiar el pecado de su pueblo (Hebreos 2:17). Si
Jesús hubiese muerto por todos, entonces, tendría que haber una salvación
universal. El problema consiste en que la Biblia no la enseña. La fe no es la
razón por la que somos salvos como muchos afirman, sino que es el medio por el
que somos hechos participantes de la gracia. La salvación siempre ha sido por
gracia y por medio de la fe en ambos Testamentos.
“Porque [por gracia sois salvos] por medio de la
fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para
que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo
Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que
anduviésemos en ellas. (Efesios 2:8-10).
Pastor
Gilberto Rufat
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