miércoles, 26 de marzo de 2014

El Valor y el Rol de la Mujer en el Cristianismo



El Valor y el Rol de la Mujer en el Cristianismo 
 Rev. Gilberto M. Rufat  

Base Bíblica: Proverbios 31:10

 “Mujer virtuosa[1], ¿quién la hallará? Porque su estima[2] sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas” 

Definición de términos:
 
Valor - Persona que posee o a la que se le atribuyen cualidades positivas para desarrollar una determinada actividad.


Rol - (Del ingl. role, papel de un actor) función que alguien o algo cumple. 



 Introducción

 Sin lugar a dudas, fueron las enseñanzas de Jesús, difundidas a través del cristianismo, las que sentaron las bases para el desarrollo de la dignidad de la mujer en la actualidad. Estas enseñanzas fueron innovadoras, revolucionarias y transformadoras, pues antes de la influencia del cristianismo, la vida de la mujer era considerada como algo despreciable en la mayoría de las culturas en la antigüedad.
Aristóteles decía que una mujer era algo entre un hombre libre y una esclava. Platón, por su parte enseñaba que, si un hombre vivía cobardemente una vida, sería reencarnado como una mujer y si ésta vivía cobardemente, su vida reencarnaría en un ave. En las culturas antiguas, las mujeres eran consideradas propiedad de sus esposos. En la India, al igual que en África, cuando un jefe de familia moría, su esposa y sus concubinas morían con él, lo que era considerado como un acto de una mujer buena. 


El infanticidio de niñas era también común en la India, antes de la llegada del misionero Guillermo Carey. Además, había “niñas viudas”, niñas que eran criadas para ser prostitutas en el templo. En la antigua Roma, muchos recién nacidos eran abandonados, los cuales en su mayoría eran niñas. Sofía Reuter y Anna Jacobsen, misioneras, encontraron en la China la terrible práctica del abandono de niñas para el 1880. Adan Smith, escribiendo en el 1776 confirma en su libro “La Riqueza de las Naciones”, que en todas las grandes ciudades de la China, pequeñitas eran abandonadas en las calles, al igual que ahogadas como cachorros en el agua.

El valor y el significado que la mujer ha alcanzado hoy, son sin duda alguna, algunos de los muchos legados que el cristianismo ha dejado en la historia. Sin embargo, en la actualidad, movimientos anticristianos como el feminismo atentan contra el verdadero valor de la mujer. En su búsqueda, la mujer no cristiana, se ve en la necesidad de buscar valor y libertad para llenar su vacío y la falta de propósito en la vida. Éstas hablan de libertad pero son esclavas de sus creencias y de sus actos. Por tal razón, resulta irónico, que en nuestros días, las feministas no den crédito alguno a Jesucristo, ni al cristianismo y que en efecto digan que el cristianismo oprime a la mujer. 



I. “La Inferioridad de la Mujer”

El cristianismo cambió la idea o el concepto que se tenía sobre la inferioridad de la mujer con respecto al hombre, colocándola al igual que a éste; a imagen y semejanza de Dios. La Biblia enseña que la mujer y el hombre fueron creados por Dios, “Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó” (Génesis 1:27), evidenciando que no hay distinción entre los mismos, en términos de valor.

 

“Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús” (Gálatas 3:28). La Biblia proclama que aún en términos de salvación, son uno en el Señor. 

“Pero en el Señor, ni el varón es sin la mujer, ni la mujer sin el varón; porque así como la mujer procede del varón, también el varón nace de la mujer; pero todo procede de Dios” (1Corintios 11:11-12).

Dios no creó un ser inferior para ser la ayuda idónea de Adán, sino todo lo contrario, alguien al mismo nivel con el cual Adán pudiera tener compañía y ayuda, ya que el plan de Dios era mayor que cuidar del Edén, era la creación de la familia. Adán se percató desde el mismo momento en que vio a Eva, que ella no era simplemente para él, sino que ella formaba parte de él.


“Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada Varona, porque del varón fue tomada.” (G.2:23)

Sin embargo, posteriormente a la caída, la Biblia establece que debía haber sujeción de la mujer su esposo, algo que se ha ido perdiendo, que parece anticuado para muchos y que algunos creen que contradice el concepto de igualdad.


“A la mujer dijo: Multiplicaré en gran manera los dolores en tus preñeces; con dolor darás a luz los hijos; y tu deseo será para tu marido, y él se enseñoreará de ti.” (Gn.3:16) El apóstol Pedro, de la misma manera, anima a las mujeres cristianas a poner su confianza en Dios. 

“Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos; para que también los que no creen a la palabra, sean ganados sin palabra por la conducta de sus esposas, considerando vuestra conducta casta y respetuosa. Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos, sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios. Porque así también se ataviaban en otro tiempo aquellas santas mujeres que esperaban en Dios, estando sujetas a sus maridos; como Sara obedecía a Abraham, llamándole señor; de la cual vosotras habéis venido a ser hijas, si hacéis el bien, sin temer ninguna amenaza.” (1P.3:1-6) 


II. La Mujer y sus Extraordinarias Capacidades y Habilidades

El cristianismo, históricamente ha reconocido y valorado a la mujer por las extraordinarias capacidades y habilidades que Dios le ha dado. En la Biblia, la mujer cumple diferentes roles o funciones, entre las cuales, la primera era ser la ayuda idónea para su esposo. Esto significa, que en el orden de Dios, el esposo está primero que todo. Fue a la mujer a quien Dios le dio la gracia de ser el medio, a través de la cual se concebiría la vida de los hijos; producto de la unidad y el amor entre los padres. La Biblia afirma que los hijos son herencia de Dios y una bendición y no una carga.  


“He aquí, herencia de Jehová son los hijos; Cosa de estima el fruto del vientre.” (Salmos 127:3) En Proverbios 31 vemos que la mujer virtuosa no tenía en poco el ser esposa, madre y jefa de familia, pues su prioridad era su casa y no los negocios. 

“La mujer sabia edifica su casa…” (Proverbios14:1). 

“La mujer virtuosa es corona de su marido…” (Proverbios 12:4).

El proverbista reconociendo la bendición de una buena mujer expresa lo siguiente:  


“Mujer virtuosa, ¿quién la hallará? Porque su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas” (Proverbios 31:10). 

Tristemente, el mundo en el que vivimos nos hace creer que hay cosas más importantes que la familia. Por ende, dedicamos más tiempo a otras cosas que a las relaciones y en especial a la familia. Hoy, un sin número de matrimonios no comparten, sino el techo en el cual duermen. Estos tienen hijos que no conocen y anhelan pasar más tiempo con conocidos y extraños, que con sus propias familias, las cuales al final de cuentas serán las que siempre estarán a su lado.
En 1Timoteo 2:15, Dios a través de Pablo, amonesta a las esposas a no descuidar su rol cuando dice: 


“Porque no permito a la mujer enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio. Porque Adán fue formado primero, después Eva; y Adán no fue engañado, sino que la mujer, siendo engañada, incurrió en transgresión. Pero se salvará engendrando hijos, si permaneciere en fe, amor y santificación, con modestia.” (1Tm.2:12-15)
 

En la ciudad de los corintios, los roles eran diferentes a los establecidos por Dios. Por ejemplo; en los templos paganos, como en el de Diana de los Efesios, las mujeres sacerdotisas jugaban un rol muy particular, del cual los creyentes que habían sido ganados de estas ciudades, como la de Corinto, habían sido partícipes, siendo ese rol uno de los ejemplos que habían visto y vivido en su quehacer pagano. Sin embargo, Pablo instruye a la iglesia a alejarse del modelo de la ciudad ya que era contrario al modelo ordenado por Dios. 

La misma lucha continúa hoy, mientras el rol de algunas mujeres ha ido cambiando en su afán de sentirse y verse como los hombres, muchas mujeres han abandonado el modelo bíblico, por el del mundo. Dios llamó a las esposas y a las madres de Corinto a sujetarse a su orden, en el que el marido era la cabeza del hogar y su primera responsabilidad era su casa y hogar.
La expresión “se salvará engendrando hijos, si permaneciere en fe, amor y santificación, con modestia” nada tiene que ver con que Pablo fuera machista, pues en todo caso, de alguno pensar en esto, estaría señalando a Dios, ya que fue él quien inspiró a Pablo a escribir. El término se salvará, nada tiene que ver con salvación, sino con desubicarse de la voluntad y el orden de Dios. La palabra griega “σώζω, sozo” se utiliza, como con el nombre “soteria”, salvación, cuyo significado implica liberación material y temporal de peligros, sufrimientos, etc. Dios le está diciendo a las esposas que no se desubicaran de su rol porque hacerlo traería sobre ellas, sufrimiento y dolor. 


Lamentablemente, algunas mujeres cristianas optan por el modelo de Corinto y no el de Dios, trayendo sobre sí mismas, más trabajo y el apartarse de la bendición de Dios. Sin embargo, Pablo instruyó a Tito a que pusiera a las ancianas (líderes femeninas) de la iglesia a:

“que enseñen a las mujeres jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos, a ser prudentes, castas, cuidadosas de su casa, buenas, sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada.” (Tito 2:4) 



III. Las Cualidades Emocionales y Afectivas de la Mujer

Mientras las mujeres eran consideradas inferiores a los hombres por sus aparentes debilidades y emotividad, la Biblia enseña que son esas mismas virtudes las que la hacen un ser especial y diferente de los hombres. La Palabra dice: 


“Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo” (1Pedro 3:7).

Creo que nadie debatirá la gran sensibilidad y el amor, sólo por mencionar algunas de las extraordinarias capacidades de la mujer y sobretodo de las madres, evidenciadas en la maternidad y en la crianza de los hijos. De ahí que, comparemos el amor de la madre al amor de Dios por sus hijos. Dicha sensibilidad no es sinónimo de debilidad, pues las cosas más importantes de la vida no están fuera del ser humano, sino dentro del mismo. No somos fuertes porque podamos aguantar peso, sino que lo somos, cuando podemos ser sensibles a las necesidades y a los cuidados de otros.

Entre las virtudes y las bienaventuranzas descritas por Jesús, muchas de ellas no parecerían corresponder al ideal de la fuerza y el poder, sino de debilidad; sin embargo eran y son necesarias. Ellas son las que nos llevan a recibir la bendición de Dios: la paciencia, la mansedumbre, la templanza, la misericordia, el amor al prójimo y el perdón, entre otras. La realidad es que no parecen ser características de fortaleza; no obstante, son ellas las que evidencian la transformación de los hijos del reino de Dios. 



IV. El Cristianismo Cambió La Mentalidad del Hombre Antiguo, de que La Mujer Debía Vivir para Él, por el de, El Hombre Debe Vivir para su Mujer y su Familia.

El cristianismo retó al hombre a cambiar su mentalidad, cuando la mujer sólo era vista como otro artefacto o un mueble de utilidad. La Biblia expresa lo siguiente:


“Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha. Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama. Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia, porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos. Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne” (Efesios 5:25-31).


“Goza de la vida con la mujer que amas, todos los días de la vida de tu vanidad que te son dados debajo del sol, todos los días de tu vanidad; porque esta es tu parte en la vida, y en tu trabajo con que te afanas debajo del sol” (Eclesiastés 9:9).


“El marido cumpla con la mujer el deber conyugal, y asimismo la mujer con el marido” (1Corintios 7:3).


“Quisiera, pues, que estuvieseis sin congoja. El soltero tiene cuidado de las cosas del Señor, de cómo agradar al Señor; pero el casado tiene cuidado de las cosas del mundo, de cómo agradar a su mujer” (1Corintios 7:32-33).


Lamentablemente, muchos cristianos desobedecen a Dios, ya sea por ignorancia o por desobediencia, en términos de su responsabilidad hacia su esposa e hijos y ciertamente por ello darán cuentas a Dios. Por otra parte, la mujer dará también cuentas al Señor por sus actos y su entrega, la cual es primeramente a Dios.
 


Conclusión

El significado y el valor de la mujer se hallan en Dios y en el cumplimiento de su rol. Las Sagradas Escrituras afirman: 
 
“Engañosa es la gracia, y vana la hermosura; La mujer que teme a Jehová, ésa será alabada” (Proverbios 31:30).


Mujer, sea lo que Dios dispuso que fuera. A usted y sólo a usted, Dios la colocó como la ayuda idónea del hombre y le otorgó el don maravilloso de la concepción. Nunca olvide que el hombre sin la mujer, siempre estará solo y vacío, así como lo estuvo Adán. Usted es el instrumento que Dios puso entre el hombre y él, para llenar el hogar de gozo y alegría. Su esposo la necesita más de lo que él está dispuesto a aceptar o a entender. Además, sus hijos la necesitan. No desprecie el don de ser esposa, ni el de ser madre y colaboradora del hogar, pues el matrimonio es la primera institución creada por Dios y la más importante.


[1] Virtuosa – gr. “Chayil “ – esforzada, valiente, hábil, fuerte, poderosa


[2] Su estima – gr. “meker” – su precio, su valor

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