lunes, 17 de febrero de 2020

Le era necesario padecer, morir y resucitar (parte 2)

Tema: Le era necesario padecer, morir y resucitar (parte 2)

Pasaje a considerar

Desde entonces comenzó Jesús a declarar a sus discípulos que le era necesario ir a Jerusalén y padecer mucho de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas; y ser muerto, y resucitar al tercer día. Entonces Pedro, tomándolo aparte, comenzó a reconvenirle, diciendo: Señor, ten compasión de ti; en ninguna manera esto te acontezca. Pero él, volviéndose, dijo a Pedro: ¡Quítate de delante de mí, Satanás!; me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres. (Mateo 16:21 al 23)

Exposición del pasaje

1. El padecimiento del Mesías

Analizamos la expresión “le era necesario” en Mateo 16:21. Expusimos que esta declaración señala el propósito de su ministerio terrenal en lo que los cristianos denominan su primera venida.

Vimos que Jesús muestra un conocimiento completo de lo que le habría de ocurrir.

       a. Jesús sabe que su ministerio finalizará en Jerusalén.

       b. Jesús sabe que los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas judíos lo rechazarían.

       c. Jesús sabe que lo condenarían a muerte.

       d. Jesús sabe que resucitaría al tercer día.  

Establecimos que en Mateo 8:17, Jesús había sido presentado como el siervo sufriente de Isaías 53:1 al 11. Uno que conforme a Isaías 53:1 sería rechazado por la nación de Israel. En Romanos 10:16, Pablo interpreta Isaías 53:1 como una profecía que anunciaba el rechazo del Israel nacional al Mesías.

Evidenciamos que Isaías 6:9 al 10 presenta la falta de entendimiento de la nación de Israel, siendo la misma la razón principal por la que rechazaron al Mesías. Vimos que en Mateo 13:14 al 15, Jesús declara ser el siervo sufriente que sería rechazado, por cuanto el corazón del pueblo estaba engrosado. El apóstol Pablo también interpreta Isaías 6:9 al 10 en Hechos 28:26 al 27 como una profecía sobre el rechazo de la nación de Israel al mensaje del evangelio.  

En Mateo 16:18, Jesús señaló ser la piedra de fundamento de la iglesia.
Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. (Mateo 16:18)

Esta piedra fue profetizada por Isaías en Isaías 28:16, como la piedra de salvación para el remanente elegido por gracia, así como la piedra de tropiezo para los que no creerían.

por tanto, Jehová el Señor dice así: He aquí que yo he puesto en Sion por fundamento una piedra, piedra probada, angular, preciosa, de cimiento estable; el que creyere, no se apresure. (Isaías 28:16)

Isaías 28:16 es interpretado en Romanos 9:31 al 33 y en 1 Pedro 2:6 al 8 por los apóstoles Pablo y Pedro, respectivamente.  

mas Israel, que iba tras una ley de justicia, no la alcanzó. ¿Por qué? Porque iban tras ella no por fe, sino como por obras de la ley, pues tropezaron en la piedra de tropiezo, como está escrito: He aquí pongo en Sion piedra de tropiezo y roca de caída; Y el que creyere en él, no será avergonzado. (Romanos 9:31 al 33)
Por lo cual también contiene la Escritura: He aquí, pongo en Sion la principal piedra del ángulo, escogida, preciosa; Y el que creyere en él, no será avergonzado. Para vosotros, pues, los que creéis, él es precioso; pero para los que no creen, La piedra que los edificadores desecharon, Ha venido a ser la cabeza del ángulo; y: Piedra de tropiezo, y roca que hace caer, porque tropiezan en la palabra, siendo desobedientes; a lo cual fueron también destinados. (1 Pedro 2:6 al 8)

Los pasajes presentados demuestran que tanto Pablo como Pedro identifican a Jesucristo con la piedra fundacional de la iglesia (Mateo 16:18). Piedra sobre la cual un remanente sería salvo por gracia; mientras que para otros sería de tropiezo.

Conclusión

El Nuevo Testamento testifica la importancia de la obra de redención de Jesucristo. Sus padecimientos o rechazo en vida fueron previamente anunciados. Su muerte fue también profetizada como el sacrificio a Dios para la remisión y redención de los pecados del pueblo que vino a salvar. Su resurrección evidencia y testifica que la ofrenda expiatoria fue aceptada por Dios, por lo que la resurrección de Jesús es también la resurrección de su pueblo.

Fue mediante la vida, la muerte y la resurrección de Jesús que se cumplió la obra de la redención establecida por Dios desde antes de la fundación del mundo. Todo cuanto aconteció, sucedió de acuerdo con su soberano plan como fuera testificado por Pedro. Nada dejó sin cumplir, porque ningún evento o circunstancia jamás ha alterado sus propósitos eternos. Jesús es el cumplimiento de todo el mensaje de salvación y los creyentes son los receptores de la bendita gracia de Dios en Cristo.

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