miércoles, 19 de febrero de 2020

Introducción a la carta de Judas (Judas 1:1-3)

Tema: Introducción a la carta de Judas

Base bíblica: Judas 1:1-3

Judas, siervo de Jesucristo, y hermano de Jacobo, a los llamados, santificados en Dios Padre, y guardados en Jesucristo: Misericordia y paz y amor os sean multiplicados. Amados, por la gran solicitud que tenía de escribiros acerca de nuestra común salvación, me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos.

Introducción

La carta de Judas es posiblemente una de las mejores cartas del Nuevo Testamento para presentar la importancia de la doctrina o enseñanza en la iglesia. Lamentablemente, muchas iglesias se han distanciado de los postulados doctrinales que le dieron origen en aras de la “unidad”. El pensamiento falso y no bíblico acoge la creencia de que lo que único que debe imperar en la iglesia es el amor y que la doctrina se debe dejar a un lado, porque genera controversias, divisiones y discusiones.

La realidad es que nadie puede ser cristiano sin conocer y creer la doctrina básica del evangelio (1 Corintios 1:1-4). La fe salvífica no se da sobre el vacío o sobre la nada, sino que se basa en la palabra revelada por Dios en la Biblia. La iglesia halla unidad de propósito en la palabra de Dios o se divide en una diversidad de opiniones humanas. Es la Escritura la que debe regir sobre todos los aspectos de nuestra vida, así como también sobre la iglesia, los ministerios y la llamada denominación, entre otros.

1. El autor de la carta

La carta de Judas fue escrita aproximadamente a mediados del año sesenta, por uno de los medio hermanos de Jesús (Mt. 13:55; Mr. 6:3). Éste y sus hermanos se burlaban de Jesús, por cuanto todavía no creían en él como el Mesías prometido a Israel (Jn. 7:2-5). La Biblia no muestra en qué momento Judas fue llamado por la gracia de Dios a salvación. Sin embargo, su hermano Santiago o Jacobo fue uno de los muchos testigos de la resurrección de Jesucristo (1 Co. 15:7). Santiago (o Jacobo) y Judas son los autores de las dos cartas del Nuevo Testamento que llevan sus nombres. Por el libro histórico de los Hechos, sabemos que los hermanos de Jesús y su madre María estuvieron junto con los apóstoles luego de la ascensión de Jesús, en el aposento alto en Jerusalén. Además, todo parece indicar que también participaron y que fueron testigos de la promesa de la llegada del Espíritu Santo el día de Pentecostés (Hch. 1:12-14; 2:1-4).

2. Los destinatarios de la carta

Los destinatarios son catalogados con tres frases importantes: llamados, santificados y guardados como una referencia a la iglesia. Las mismas son tres bendiciones concedidas por Dios en la eternidad, obtenidas a través del sacrificio de Jesucristo y mediadas mediante la obra del Espíritu Santo con el nuevo nacimiento o la regeneración, las que ningún creyente debe olvidar. Ellas son la esencia y la verdad del verdadero evangelio. Igualmente, son las características por las cuales los verdaderos cristianos fueron llamados y animados a perseverar en la salvación.

A. Los Llamados

El término llamados del griego “kletos” representa una invitación. Según el experto en griego Spiros Zodhiates, la palabra fue originalmente utilizada para designar a aquellos invitados a un banquete y proviene de la palabra griega “kaleo”. En el diccionario teológico del Nuevo Testamento de Kittel se afirma que la palabra “kaleo” se puede traducir siempre por «llamar», pero con frecuencia tiene el matiz especial del llamamiento o vocación divina. En la teología de la salvación representa la acción del Espíritu Santo llamando o salvando a los escogidos e introduciéndolos al cuerpo de Cristo, la iglesia. La doctrina del llamamiento eficaz o la gracia irresistible es una doctrina fundamental en la Biblia.

Pero nosotros debemos dar siempre gracias a Dios respecto a vosotros, hermanos amados por el Señor, de que Dios os haya escogido desde el principio para salvación, mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad, A LO CUAL OS LLAMÓ MEDIANTE NUESTRO EVANGELIO, para alcanzar la gloria de nuestro Señor Jesucristo. Así que, hermanos, estad firmes, y retened la doctrina que habéis aprendido, sea por palabra, o por carta nuestra. (2 Tesalonicenses 2:13-15)

quien nos salvó y LLAMÓ CON LLAMAMIENTO SANTO, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos. (2 Timoteo 1:9)

B. Los Santificados

La expresión santificados del griego “jagiázo” representa la acción por la cual Dios, de manera soberana aparta, coloca o escoge algo de uso común, con el propósito de separarlo para un propósito y finalidad divina. El Diccionario Vine dice que significa poner aparte para Dios, santificar, hacer una persona o cosa lo opuesto a “koinos”, común. Según Spiros Zodhiates, la palabra griega santificados tiene dos connotaciones importantes: hacer algo puro y segundo, consagrarlo para un propósito divino.

De modo que los creyentes no son santos por sus obras, sino porque la misericordia y la gracia de Dios los alcanzó para salvación, siendo escogidos desde la eternidad para servirle y ser hechos para alabanza de su gloria.

a la iglesia de Dios que está en Corinto, a LOS SANTIFICADOS en Cristo Jesús, llamados a ser santos con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro. (1 Corintios 1:2)

Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, PARA QUE FUÉSEMOS SANTOS Y SIN MANCHA DELANTE DE ÉL. (Efesios 1:3-4)

C. Los Guardados

La palabra guardados del griego “tereo” significa, según el Diccionario Strong, guardar o conservar algo. Esta verdad queda expresada en Judas 24, que lee como sigue:

Y a aquel que es poderoso para GUARDAROS sin caída, y presentaros sin mancha delante de su gloria con gran alegría,

Este vocablo representa una de las doctrinas más confortantes al alma del creyente; la seguridad de su salvación únicamente en la persona y en la obra de Cristo.

Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y NO PERECERÁN JAMÁS, NI NADIE LAS ARREBATARÁ DE MI MANO. Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y NADIE LAS PUEDE ARREBATAR DE LA MANO DE MI PADRE. Yo y el Padre uno somos. (Juan 10:27-30)

Cuando estaba con ellos en el mundo, YO LOS GUARDABA EN TU NOMBRE; a los que me diste, yo los guardé, y NINGUNO DE ELLOS SE PERDIÓ, sino el hijo de perdición, para que la Escritura se cumpliese. (Juan 17:12)

3. El propósito de la carta

Es contradictorio decir que el Espíritu Santo haya usado a Judas (el medio hermano de Jesús) para escribir sobre la importancia de la doctrina de la salvación y que en nuestros días, un sector de la “iglesia” alegue que se deben echar a un lado las doctrinas bíblicas, a fin de que pueda existir “unidad” y “amor” en las congregaciones locales y en las organizaciones paraeclesiásticas. 

Es menester comprender que el único elemento de unidad es Cristo, ya que fuera de él no existe una verdadera unidad. Estando en Cristo, necesitamos mantenernos unidos por medio de la mente de Cristo. En otras palabras, que debemos estar de acuerdo en sometimiento a su Palabra (1 Co. 2:16). De no hacerlo, estaremos sumidos en una diversidad de opiniones, teorías, nuevas revelaciones, visiones e interpretaciones personales. La unidad de la iglesia está en aceptar como verdad y regla final de autoridad lo que está contenido en la Biblia.

Conclusión

Un cristiano no sólo es conocido por lo que cree y afirma, sino también por lo que rechaza y niega. (R. C. Sproul)

La Biblia llama a los verdaderos creyentes a contender por la fe dentro de la iglesia. El llamado no es a forzar a las personas del mundo a creer en el evangelio, por cuanto eso es obra del Espíritu Santo. El llamado del Espíritu a la iglesia es a no permitir que los falsos maestros tomen el control de la misma. El llamado pastoral muchas veces difícil y frecuente, no es velar por las verdaderas ovejas, pues las mismas seguirán la voz del Pastor, sino que su llamado es protegerlas de una predicación deficiente y sin contenido y de los lobos que han sido y que son introducidos encubiertamente.

Por: Pastor Gilberto Miguel Rufat

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