Breve reflexión:
La obediencia a Dios:
una muestra de amor a Él y a los DEMÁS
"Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a
la verdad, mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido, amaos unos
a otros entrañablemente, de corazón puro." (1 Pedro 1:22)
Nadie negará la importancia que el amor juega en las
relaciones interpersonales y sobre todo, en la fe cristiana. Sin embargo, la
veracidad del amor no reside en la manifestación de un sentimiento o en la
expresión de un acto de bondad, sino en la obediencia a la verdad.
Esta aseveración supone que existe una relación entre la
obediencia y el amor fraternal. Si se le preguntara a un grupo de personas qué se
debe hacer con el fin de expresar amor hacia los demás, dudo que se halle a alguien,
cuya contestación sea la obediencia a Dios.
No obstante, la Escritura presenta que el verdadero amor
proviene de Dios y afirma que la obediencia a sus mandamientos es la mejor
evidencia de nuestro amor a Dios (Jn.14:15). Este versículo expone que mediante
la obra del Espíritu Santo, el creyente es purificado en su alma para obedecer
la verdad, con el fin de mostrar un amor genuino hacia los demás.
Observe entonces, cuán importante es la obediencia a la verdad,
por cuanto nos guía y muestra lo que es correcto para saber cómo conducirnos y relacionarnos
con nuestros semejantes. El punto que Pedro desea destacar, es que existe una
estrecha relación entre la obediencia a la Palabra de Dios y la manifestación del
verdadero amor.
Por ende, la obediencia a Dios es la más sublime expresión
de amor hacia él y hacia el prójimo, ya que obedeciendo a Dios, jamás lastimaremos
a nuestros semejantes.
Pastor Gilberto Rufat
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