miércoles, 7 de octubre de 2015

“Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí” - Juan 6:37




“Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí”

“Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera.” (Juan 6:37)

Básicamente, la mayoría de los cristianos cree que todos los que se acercan a Jesús son recibidos por él. Sin embargo, Jesús no asegura tal declaración o enseñanza en este versículo. Jesús señala que todo lo que el padre le da, vendrá a él y lo que el Padre le da, él no lo echa fuera. ¿Qué es lo que Jesús no echa fuera? A todos los que el Padre le da para que se acerquen a él.

El verbo da del griego δίδωμι – “dídomi” significa conceder, confiar, entregar. Por consiguiente, Jesús está diciendo, que únicamente Dios puede atraer hacia el Hijo, los que han de ser salvos. Esto es congruente y consistente con otras declaraciones de Jesús en el mismo contexto del pasaje.

Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día postrero.” (Juan 6:44)

“Y dijo: Por eso os he dicho que ninguno puede venir a mí, si no le fuere dado del Padre.” (Juan 6:65)

De manera, que solamente Dios el Padre puede hacer que los pecadores vengan arrepentidos y con fe a Jesús para salvación; aunque reconocemos, que en el contexto de este pasaje, cualquier pecador podría acercarse a Jesús buscando un bien o un favor humano. Veámoslo en las propias palabras de Jesús.

“Respondió Jesús y les dijo: De cierto, de cierto os digo que me buscáis, no porque habéis visto las señales, sino porque comisteis el pan y os saciasteis.” (Juan 6:26)

El pecador, estando imposibilitado de querer y desear acercarse a Jesús por causa de su propia naturaleza, no puede por sí mismo venir a él. Es ahí donde la gracia divina concedida desde antes de la fundación del mundo, señaló a los que habrían de ser salvos, sin mediación de obra humana alguna, sino por causa de la inmerecida misericordia de Dios. Por tal razón, sólo los que el Padre le da al Hijo, vendrán a él. ¡Gloria a Dios por la inmerecida misericordia de Dios, a través de la cual los elegidos son conducidos a Jesús para hallar salvación! Jesús dijo:

“Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí…” (Juan 3:37)

El verbo vendrá del griego ἥκω – “jéko” significa llegar, estar presente. Por consiguiente, la salvación es el resultado de la voluntad de Dios y no de la voluntad humana. Por cuanto es conducido a Jesús no por su “libre albedrío”, sino por disposición y elección divina, mediante el llamamiento eficaz obrado por la regeneración producto de la obra del Espíritu Santo.

La salvación está asegurada en Cristo, quien categóricamente afirma que nada de lo que el Padre le da se perderá. Nuestra salvación descansa en la obra de Cristo y no en ninguna obra nuestra, ni aun la decisión de venir a Cristo, pues ello fue el resultado de lo que el Padre nos concedió en Cristo.

“…y al que a mí viene, no le echo fuera.” (Juan 3:37)

¡SOLI DEO GLORIA!

Pastor Gilberto Rufat

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.

¿Qué propósito vino a cumplir la ley mosaica?

Introducción  Trataremos brevemente de contestar qué propósito vino a cumplir la ley mosaica, luego de la promesa comunicada por Dios a Ab...