Mensaje: Mateo 24 a la luz de Zacarías
Base bíblica: Libro de Zacarías
Introducción
Para poder entender Mateo 24 es importante estudiar el libro del profeta Zacarías porque el evangelio de Mateo, capítulo 23 hace alusión a Zacarías hijo de Berequías. Por otra parte, la profecía de Jesús sobre el monte de los Olivos contiene alusiones y referencias al libro de Zacarías como presentaremos a continuación.
Contexto del libro de Zacarías
Zacarías 1
Zacarías comienza su libro presentando que los 70 años de cautiverio babilónico no le habían servido de mucho al pueblo de Judá, el que comenzaba a dar muestras de su impiedad. De este capítulo se desprende la visión de los caballos en Apocalipsis 6. Vemos al ángel de Jehová abogando por misericordia sobre el pueblo de Jerusalén, a lo que Jehová le responde lo siguiente:
…Yo me he vuelto a Jerusalén con misericordia; en ella será edificada mi casa, dice Jehová de los ejércitos, y la plomada será tendida sobre Jerusalén. (Zacarías 1:16)
Zacarías 2
Zacarías 2 presenta la visión de la nueva Jerusalén que sería edificada cuando Jerusalén fuera visitada por Jehová (Zac. 2:10). La ciudad sería construida sin muros, como una representación del pueblo escogido por gracia o la Jerusalén celestial de la cual habla Apocalipsis.
…Sin muros será habitada Jerusalén, a causa de la multitud de hombres y de ganado en medio de ella. Yo seré para ella, dice Jehová, muro de fuego en derredor, y para gloria estaré en medio de ella. (Zacarías 2:4-5)
Esta nueva Jerusalén no tendrá murallas, por cuanto Jehová será escudo o muro de fuego para la misma, también habitada por aquellos gentiles que serían salvos por gracia, quienes vendrán a ser parte del mismo pueblo.
Además, se llama al pueblo que quedó en Babilonia a salir de allí, a abandonar sus costumbres y creencias. Más adelante veremos a la gran ciudad convertirse en Babilonia o la gran ramera porque no escucharon (Apocalipsis 17).
Zacarías 3
Zacarías 3 muestra que el sumo sacerdote Josué y los que con él se encargaban de los sacrificios en el segundo templo eran símbolos del verdadero gran sumo sacerdote, Cristo. Las actividades que estos realizaban no podían lograr para el pueblo lo que Jesucristo haría cuando su obra fuera consumada.
Zacarías anuncia que Jehová enviaría el Renuevo y que este quitaría el pecado en un día, testificando sobre la obra perfecta y completa de Jesucristo en la cruz.
He aquí, yo traigo a mi siervo el Renuevo. Porque he aquí aquella piedra que puse delante de Josué; sobre esta única piedra hay siete ojos; he aquí yo grabaré su escultura, dice Jehová de los ejércitos, y quitaré el pecado de la tierra en un día. (Zacarías 3:8-9)
Zacarías 4
De Zacarías 4 se desprende la imagen de los dos olivos o los dos testigos en Apocalipsis 11. Jehová le habla al pueblo decaído de Judá por la paralización de los trabajos, a que entiendan que la obra de Dios no sería realizada por su esfuerzo, sino que sería realizada por medio de su Espíritu y que esa obra él mismo la sostendría, por lo que nadie la obstaculizaría.
Entonces respondió y me habló diciendo: Esta es palabra de Jehová a Zorobabel, que dice: No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos. (Zacarías 4:6)
Zacarías 5
Zacarías 5 profetiza el juicio que vendría sobre la ciudad de Judá por la violación del pacto. La imagen del rollo que volaba es la misma imagen del libro escrito por dentro y por fuera en Apocalipsis 5 y quien únicamente podía desatar sus juicios o sellos es el León de la tribu de Judá, Jesucristo.
Entonces me dijo: Esta es la maldición que sale sobre la faz de toda la tierra; porque todo aquel que hurta (como está de un lado del rollo) será destruido; y todo aquel que jura falsamente (como está del otro lado del rollo) será destruido. (Zacarías 5:3)
Zacarías 6
En este capítulo se presenta la imagen de los cuatro vientos de los cielos que en su momento desencadenan los juicios de Dios, los que en Apocalipsis 7 son detenidos con el propósito de sellar a los 144,000 elegidos de Israel.
Además, que el Renuevo edificaría el templo nuevo de Jehová, el cual es la iglesia, aquella que se describe en Efesios 2 y 3.
Él edificará el templo de Jehová, y él llevará gloria, y se sentará y dominará en su trono, y habrá sacerdote a su lado; y consejo de paz habrá entre ambos. Las coronas servirán a Helem, a Tobías, a Jedaías y a Hen hijo de Sofonías, como memoria en el templo de Jehová. (Zacarías 6:13-14)
Zacarías 7
Zacarías 7 particularmente habla de la falsa piedad que se desarrolla nuevamente entre el remanente que regresó después de los 70 años de exilio en Babilonia. El culto era uno programado donde el corazón estaba fuera de lo que se hacía. Razón por la cual, el segundo templo sería destruido por los romanos, así como el primero lo fue por los babilonios.
y pusieron su corazón como diamante, para no oír la ley ni las palabras que Jehová de los ejércitos enviaba por su Espíritu, por medio de los profetas primeros; vino, por tanto, gran enojo de parte de Jehová de los ejércitos. Y aconteció que así como él clamó, y no escucharon, también ellos clamaron, y yo no escuché, dice Jehová de los ejércitos; (Zacarías 7:12-13)
Zacarías 8
Este capítulo deja muy claro que solo un remanente sería salvo y que el resto del pueblo sería devastado o asolado (Zac. 8:6-12). También anuncia que muchos pueblos de entre los gentiles implorarían el favor de Jehová. En otras palabras, que parte de los judíos quedarían fuera del pacto y que parte de los gentiles que no habían recibido el pacto, entrarían al mismo.
Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Aún vendrán pueblos, y habitantes de muchas ciudades; y vendrán los habitantes de una ciudad a otra, y dirán: Vamos a implorar el favor de Jehová, y a buscar a Jehová de los ejércitos. Yo también iré. (Zacarías 8:20-21)
Zacarías 9
Zacarías 9 expone que el remanente que sería salvo (Zac. 9:7), lo sería a través del ministerio del rey prometido a la casa de David. Este entraría a Jerusalén cabalgando humildemente sobre un asno (Mt. 21:5) y salvaría al remanente mediante el cumplimiento del nuevo pacto por medio de su muerte redentora.
Y tú también por la sangre de tu pacto serás salva; yo he sacado tus presos de la cisterna en que no hay agua. (Zacarías 9:11)
Zacarías 10
Este capítulo testifica que el pueblo era dado a escuchar oráculos y a adivinos que no procedían de Jehová, lo que llevaría al pueblo en su momento a menospreciar a la piedra angular de salvación del nuevo templo que Jehová levantaría, a Jesús (Zac. 10:1-4).
Vemos también la gracia eficaz de Jehová llamando a salvación a cada uno de aquellos por los cuales Jesús murió o que vino a redimir.
Yo los llamaré con un silbido, y los reuniré, porque los he redimido; y serán multiplicados tanto como fueron antes. (Zacarías 10:8)
Zacarías 11
Zacarías 11 habla del día de ira que vendría en el que Jehová no tendría ya más piedad sobre los moradores de la tierra de Judá (Zac. 11:6). Jehová anuncia que tomaría dos cayados; Gracia y Ataduras y que quebraría el pacto por causa de su impiedad (Zac. 11:7-11). Sin embargo, el desecho o fin del antiguo pacto mosaico daría paso al establecimiento del nuevo pacto, el que estos mismos cumplirían al matar al Renuevo o Mesías.
Este capítulo profetiza la traición de Judas, quien representa la traición del pueblo impío, pesando el salario de Jesús en 30 monedas de plata. Como rechazarían al Mesías, el pueblo sería entregado a seguir a falsos líderes o pastores que no cuidarían del rebaño, sino que lo llevarían a su destrucción, como ocurriría en el año 70 d. C. con la destrucción del segundo templo.
Y les dije: Si os parece bien, dadme mi salario; y si no, dejadlo. Y pesaron por mi salario treinta piezas de plata. Y me dijo Jehová: Échalo al tesoro; ¡hermoso precio con que me han apreciado! Y tomé las treinta piezas de plata, y las eché en la casa de Jehová al tesoro. (Zacarías 11:12-13)
Zacarías 12
Zacarías 12 señala que la liberación de Judá vendría por medio del cumplimiento de la promesa hecha a la casa de David (2 S. 7:12-14; Zac. 12:8). Este es el capítulo al cual Juan hace referencia en Apocalipsis 1:7 para señalar que los linajes de la casa de Judá harían lamentación al ver la venida del Hijo del Hombre en las nubes, para juzgar a la gran ciudad de Jerusalén.
Y derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalén, espíritu de gracia y de oración; y mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como quien se aflige por el primogénito. En aquel día habrá gran llanto en Jerusalén, como el llanto de Hadadrimón en el valle de Meguido. (Zacarías 12:10-11)
Zacarías 13
Zacarías 13 anuncia que mientras unos se lamentarían al ver el juicio de la venida del Hijo del Hombre (Ap. 1:7), otros hallarían en Jesús, un manantial abierto de agua de vida para perdón de los pecados como el cumplimiento de la promesa a la casa de David.
Solamente existe salvación a través de Jesucristo. Únicamente en él es que es posible ser hallados limpios de todos nuestros pecados, porque él es la promesa de salvación, en la cual muchas familias de la tierra hallarían salvación (Gn. 12:3, 7).
En aquel tiempo habrá un manantial abierto para la casa de David y para los habitantes de Jerusalén, para la purificación del pecado y de la inmundicia. (Zacarías 13:1)
También, este capítulo profetiza la muerte del Mesías o del Renuevo enviado para salvación, a quien no solo el liderato religioso menospreciaría al asignar por su valor 30 monedas de plata, sino que posteriormente lo condenaría a muerte. Por consiguiente, se profetiza el juicio que caería sobre dos terceras partes del pueblo, cuando los romanos los asolaran, dando cumplimiento a la destrucción de la ciudad y del templo profetizado en Daniel 9:26-27.
Y acontecerá en toda la tierra, dice Jehová, que las dos terceras partes serán cortadas en ella, y se perderán; mas la tercera quedará en ella. Y meteré en el fuego a la tercera parte, y los fundiré como se funde la plata, y los probaré como se prueba el oro. Él invocará mi nombre, y yo le oiré, y diré: Pueblo mío; y él dirá: Jehová es mi Dios. (Zacarías 13:8-9)
Estamos viendo el anuncio de la devastación que Jesús mismo profetizara que acontecería sobre aquella generación en Mateo 24:34, lo que se cumplió del 66 al 70 d. C., cuando los ejércitos del Imperio romano sitiaron a Jerusalén y finalmente destruyeron el templo.
Zacarías 14
Este último capítulo anuncia "el día de Jehová", el cual corresponde con la venida del Hijo del Hombre en Mateo 24:27, 30, 39, 44; 25:31. En el mismo se profetiza la destrucción que vendría sobre la ciudad de Jerusalén, no sobre el mundo entero (Zac. 14:2). Asimismo, vemos en Apocalipsis, capítulos uno al diecinueve, el juicio de Dios desatado contra la gran ciudad de Jerusalén.
Zacarías 14 muestra, al igual que Apocalipsis 7 y 14, que un remanente de Israel sería sellado de la hora del juicio, según constatado en la expresión "mas el resto del pueblo no será cortado de la ciudad".
Los pies de Jehová se afirmarían sobre el monte de los Olivos desde el cual Jesús profetiza la desolación de Judá (Mt. 24:3). Este monte quedaría dividido, no de manera literal, sino que esto representa que unos irían a juicio mientras que otros hallarían gracia.
Es preciso destacar que se habla de que el remanente escaparía al valle de los montes y no correría hacia Jerusalén. Es exactamente lo que Jesús les dice a sus discípulos que debían hacer una vez vieran que se acercaba el momento de la abominación que predijo Daniel sobre Jerusalén.
Y huiréis al valle de los montes, porque el valle de los montes llegará hasta Azal; huiréis de la manera que huisteis por causa del terremoto en los días de Uzías rey de Judá; y vendrá Jehová mi Dios, y con él todos los santos. (Zacarías 14:5)
Por tanto, cuando veáis en el lugar santo la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel (el que lee, entienda), entonces los que estén en Judea, huyan a los montes. (Mateo 24:15-16)
Zacarías afirma que "el día de Jehová", el tiempo de juicio sobre Jerusalén no era conocido por nadie (Zac. 14:7). Este es el pasaje de referencia que da paso a la declaración de Jesús en Mateo 24:36.
Será un día, el cual es conocido de Jehová, que no será ni día ni noche; pero sucederá que al caer la tarde habrá luz. (Zacarías 14:7)
Pero del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino solo mi Padre. (Mateo 24:36)
Mateo 24:36 ha dado paso a un sin número de especulaciones y falsas interpretaciones sobre el porqué Jesús les declaró a sus discípulos que nadie sabía el día ni la hora, sino solo el Padre. Cuando el pasaje es interpretado a la luz del contexto del libro de Zacarías, la declaración de Jesús simplemente recoge la profecía de Zacarías. Esto debe ser interpretado no como que Jesús siendo Dios el Hijo no tenía conocimiento de su venida en juicio, lo que es ilógico pensar, pues Jesús mismo les había comunicado que dicho día se acercaba. Esta pronunciación de Jesús debe entenderse como una referencia a Zacarías, para que sus discípulos, así como el resto de los creyentes pudieran hacer la conexión o asociación de la misma con su profecía en Zacarías. Por tanto, su propósito no fue el de manifestar ignorancia, sino el de que estos supieran cuál era el juicio que se avecinaba, "el día de Jehová".
Finalmente, vemos que no habrá más mercaderes en la ciudad (Zac. 14:21), de la misma manera que Apocalipsis 18 anuncia que luego del juicio sobre la gran ciudad, los mercaderes se lamentan por no poder continuar sus negocios en la gran ciudad de Jerusalén, por cuanto esta había sido destruida.
Conclusión
Afirmamos que la desolación de Jerusalén profetizada en Mateo 24 es la misma profecía que la de la destrucción del templo en Daniel 9:26-27 y la que profetizó Zacarías. Es irrefutable que la profecía sobre el monte de los Olivos no sea una referencia a la profecía en Daniel 9:26-27 y a la de Zacarías, así como la del libro de Apocalipsis, ya que se trata, según Apocalipsis 1:7, de la venida del Hijo del Hombre en la nubes contra los linajes de la tierra profetizados en Zacarías 13:10-14.
Concluimos que antes de tratar de interpretar o entender el discurso de Jesús a sus discípulos sobre el monte de los Olivos, es necesario leer y estudiar el contexto que lo precede y del cual parte dicha profecía. De no considerarlo, ciertamente terminaremos participando de aquellas interpretaciones subjetivas o privadas sobre las que la Biblia nos advierte y de las que estamos saturados (1 P. 1:20-21). La única manera de ser objetivos en nuestra interpretación es realizando un ejercicio interpretativo del Nuevo Testamento sobre el fundamento del Antiguo Testamento, así como entendiendo el Antiguo Testamento a la luz de su cumplimiento en el Nuevo Testamento.
Por: pastor Gilberto Miguel Rufat
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