lunes, 14 de diciembre de 2020

La abominación desoladora (parte 1) - Mateo 24:1-3

Mensaje: La abominación desoladora (parte 1)

Por: Ps. Gilberto Miguel Rufat

Base bíblica: Mateo 24:1-3

Introducción

El contexto general de la profecía sobre el monte de los Olivos proviene del Antiguo Testamento (Lc. 21:22), especialmente del libro de Daniel tal como lo señaló Jesús en Mateo 24:15. El contexto inmediato relacionado con el juicio que vendría sobre la ciudad de Jerusalén y del templo da inicio en Mateo 3, con el mensaje de Juan el Bautista (Mt. 3:7-10).

Mateo 24 y 25; Marcos 13 y Lucas 21 son tres relatos paralelos de la misma profecía. El evangelio de Juan no contiene dicha profecía. Creemos que la razón radica en que a Juan se le dio una revelación más detallada de la misma, la que está contenida en el libro de Apocalipsis.

Algunos proponentes de la posición dispensacionalista pretribulacionista aseveran que el relato de Lucas 21 y el de Mateo 24 corresponden a tiempos diferentes. Un ejemplo de esto puede verse en la siguiente declaración de Thomas Ice.

…Mateo y Marcos no tratan la destrucción de Jerusalén en sus relatos del Discurso del Monte de los Olivos. Su enfoque está en los días futuros de tribulación que conducen al regreso de Cristo. Solo en el relato de Lucas, Cristo trata el tema (Mateo 21:20-24).

El argumento de estos proponentes es decir que Lucas 21:20 recoge el momento en que Jerusalén estaría rodeada de ejércitos, esto es, el momento de la destrucción del templo en el año 70 d. C., mientras que el relato de Mateo 24:15 habla de la abominación desoladora del fin del mundo o de los eventos antes de la segunda venida de Jesucristo. 

Cualquiera que lea Mateo 24, Marcos 13 y Lucas 21 podrá percatarse de que en los tres relatos se está hablando del mismo evento. La pregunta que debemos hacernos debe responder por qué muchos buscan separar los relatos. La contestación reside en que lo hacen para ajustarlos a su sistema de interpretación.

Exposición del texto

Mt. 24:1 Cuando Jesús salió del templo y se iba, se acercaron sus discípulos para mostrarle los edificios del templo.

El primer templo o el templo construido por Salomón fue construido alrededor del año 960 a. C. Treinta años después, en el año 930 a. C., el pueblo de Israel se dividiría entre el reino del norte y el reino del sur. El reino del norte sería posteriormente devastado por el Imperio asirio en el año 722 a. C.

El Imperio babilónico vendría a ser el instrumento de Dios para castigar a la rebelde Judá en el año 606 a. C. Pero sus constantes insurrecciones llevaron al Imperio babilónico finalmente a destruir el templo en el año 586 a. C.  

Bajo el Imperio medo-persa se cumpliría la salida del remanente cautivo en Babilonia en el año 536 a. C. Ciro de Persia daría la orden para que se iniciaran los trabajos de reconstrucción del templo (2 Cr. 36:22-23; Esd. 1:1-2). El segundo templo fue finalizado en el año 516 a. C, unos veinte años después de que comenzara la obra.

Bajo el periodo del Imperio griego, el templo fue profanado por Antíoco Epífanes IV, lo que llevó a la revuelta de los asmoneos o la rebelión de los macabeos en el año 164 a. C. 

Desde el año 164 a. C. hasta el año 63 a. C., por casi cien años, el pueblo de Judá gozó de cierta libertad y se realizaron intentos para reconquistar los territorios perdidos. 

En el año 63 a. C. Jerusalén cayó en manos del Imperio romano. Pompeyo capturó el templo, pero no lo saqueó. Tiempo después, en el año 37 a. C., los romanos nombraron a Herodes el Grande rey de Judea, después de que este con apoyo romano tomara a Jerusalén nuevamente, venciendo al último rey de la dinastía asmonea, a quien Herodes ordenó ejecutar.

Alrededor del año 18 al 20 a. C., Herodes el Grande comienza la remodelación del segundo templo. Este emplea cerca de 10,000 trabajadores por varios años. Al momento en que los discípulos salían del templo en Mateo 24:1, los trabajos de remodelación y expansión del templo se venían realizando por un espacio de 46 años, según es constatado en Juan 2:20. 

Dijeron luego los judíos: En cuarenta y seis años fue edificado este templo, ¿y tú en tres días lo levantarás? (Juan 2:20)

El Diccionario Bíblico Ilustrado Holman señala que "los edificios de alrededor y los grandes atrios, que fueron agrandados, no se terminaron hasta el 64 d. C.".[1] El templo era tan hermoso que fue considerado como una de las maravillas del mundo en su tiempo. Es importante señalar que en el mismo año en que se terminó la remodelación del segundo templo, comenzaría la persecución de los cristianos al ser culpados por el gran incendio de Roma.

Tres años después, en el año 66 a. C.  da comienzo una revuelta judía en Cesarea de Filipo que cambiaría la atención de Roma (que perseguía a los cristianos), a poner toda su atención en contener y finalizar la revuelta judía. La rebelión judía se agravaría y se expandiría, llevando al emperador Nerón a comisionar al general Vespasiano a poner fin a la revuelta. La rebelión duraría cerca de tres años y medio de luchas que conducirían al cumplimiento de la profecía sobre la destrucción del templo en el año 70 d. C.

Mt. 24:2 Respondiendo él, les dijo: ¿Veis todo esto? De cierto os digo, que no quedará aquí piedra sobre piedra, que no sea derribada.

Es importante señalar que Jesús había comunicado en varias ocasiones que la ciudad de Jerusalén y el templo serían destruidos. De modo que la declaración de Jesús no toma por sorpresa a los discípulos como muchos comentaristas falsamente suponen. Además, de que la destrucción del templo fue profetizada por diferentes profetas. Jesús mismo afirma que el juicio que vendría sobre Jerusalén era aquel profetizado por Daniel en los capítulos 9 y 12. Es irrefutable que Daniel 9:26-27 habla de la desolación que vendría sobre la ciudad de Jerusalén y el templo.

Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por sí; y el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario; y su fin será con inundación, y hasta el fin de la guerra durarán las devastaciones. Y por otra semana confirmará el pacto con muchos; a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda. Después con la muchedumbre de las abominaciones vendrá el desolador, hasta que venga la consumación, y lo que está determinado se derrame sobre el desolador. (Daniel 9:26-27)

Daniel 12:1 habla de un tiempo de angustia.

En aquel tiempo se levantará Miguel, el gran príncipe que está de parte de los hijos de tu pueblo; y será tiempo de angustia, cual nunca fue desde que hubo gente hasta entonces; pero en aquel tiempo será libertado tu pueblo, todos los que se hallen escritos en el libro. (Daniel 12:1)

Decir que los discípulos no tenían conocimiento de la destrucción del templo y que esto les sorprendió no solo es mentir, es falta de honestidad, entre otros y en el menor de los casos es mostrar ignorancia sobre el tema. Es preciso recordar que cuando en Mateo 11:9-14, Jesús identifica a Juan el Bautista como el cumplimiento del último profeta que habría de venir, esto es, el Elías que había de venir, nuevamente estaba señalando el juicio que se avecinaba.

Porque todos los profetas y la ley profetizaron hasta Juan. Y si queréis recibirlo, él es aquel Elías que había de venir. (Mt. 11:13-14)

Si Juan el Bautista era el Elías que había de venir, entonces estaban en las cercanías del juicio anunciado en Malaquías 4.

Porque he aquí, viene el día ardiente como un horno, y todos los soberbios y todos los que hacen maldad serán estopa; aquel día que vendrá los abrasará, ha dicho Jehová de los ejércitos, y no les dejará ni raíz ni rama. Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación; y saldréis, y saltaréis como becerros de la manada. Hollaréis a los malos, los cuales serán ceniza bajo las plantas de vuestros pies, en el día en que yo actúe, ha dicho Jehová de los ejércitos. Acordaos de la ley de Moisés mi siervo, al cual encargué en Horeb ordenanzas y leyes para todo Israel. He aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga el día de Jehová, grande y terrible. (Malaquías 4:1-5)

Es por esta razón que Mateo recoge las palabras de juicio sobre todos aquellos que como los escribas y fariseos no mostraban arrepentimiento ni fe en el mensaje de que el reino de los cielos se había acercado.

Y ya también el hacha está puesta a la raíz de los árboles; por tanto, todo árbol que no da buen fruto es cortado y echado en el fuego. Yo a la verdad os bautizo en agua para arrepentimiento; pero el que viene tras mí, cuyo calzado yo no soy digno de llevar, es más poderoso que yo; él os bautizará en Espíritu Santo y fuego. Su aventador está en su mano, y limpiará su era; y recogerá su trigo en el granero, y quemará la paja en fuego que nunca se apagará. (Mateo 3:10-12)

No es posible tener a Juan el Bautista cumpliendo el ministerio del mensajero que prepararía el camino delante del Señor (Mal. 3:1) sin que en algún momento cercano no viniera el cumplimiento del "día ardiente como un horno" (Mal. 4:1).

J. Dwight Pentecost uno de los principales postulantes del pretribulacionismo dispensacionalista reconoce lo siguiente:

El profeta Zacarías había descrito el advenimiento del Mesías para instituir Su reino (Zac. 14: 4). Esta venida sería precedida por una invasión de Jerusalén (12: 1-3; 14: 1-3). Jerusalén sería totalmente destruida y la mayoría de las personas en la tierra serían masacradas (13: 8-9). Para estos hombres, las palabras de Cristo con respecto a la destrucción de Jerusalén fueron la destrucción predicha por Zacarías que precedería al advenimiento del Mesías. En la escatología judía se reconocieron dos edades: la primera fue la presente, la edad en la que Israel esperaba la venida del Mesías; la segunda era la era venidera, la era en la que se cumplirían todos los pactos de Israel e Israel entraría en sus bendiciones prometidas como resultado de la venida del Mesías. La era actual terminaría con la aparición del Mesías, y la era venidera sería introducida por Su advenimiento. La era presente, entonces, terminaría en juicio, y la era venidera debe ser precedida por esta devastación. Los discípulos concluyeron que el juicio que Cristo había predicho era el que pondría fin a esta era presente. Después de este juicio, el Mesías vendría a presentar la era venidera.[2]

Mt. 24:3 Y estando él sentado en el monte de los Olivos, los discípulos se le acercaron aparte, diciendo: Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo?

El evangelio de Marcos señala cuáles de los discípulos le hicieron las preguntas a Jesús en el monte de los Olivos sobre la destrucción del templo.

Y se sentó en el monte de los Olivos, frente al templo. Y Pedro, Jacobo, Juan y Andrés le preguntaron aparte: (Marcos 13:3)

Es importante leer las preguntas que estos le hacen a Jesús en el evangelio de Marcos 13:4 y de Lucas 21:7 y compararlas con las preguntas que se encuentran en Mateo 24:3.

Dinos, ¿cuándo serán estas cosas? ¿Y qué señal habrá cuando todas estas cosas hayan de cumplirse? (Marcos 13:4)

Y le preguntaron, diciendo: Maestro, ¿cuándo será esto? ¿y qué señal habrá cuando estas cosas estén para suceder? (Lucas 21:7)

Del ejercicio de comparar las preguntas dentro de la visión sinóptica de los evangelios, se desprenden las observaciones siguientes:

En primer lugar, los evangelios de Marcos y Lucas muestran que los discípulos no estaban haciendo varias preguntas sobre diferentes temas, sino que eran dos preguntas sobre el mismo tema, la destrucción del templo. 

Dinos, ¿cuándo serán estas cosas? ¿Y qué señal habrá cuando todas estas cosas hayan de cumplirse? (Marcos 13:4)

Y le preguntaron, diciendo: Maestro, ¿cuándo será esto? ¿y qué señal habrá cuando estas cosas estén para suceder? (Lucas 21:7)

Note que en las preguntas del evangelio de Marcos, así como en el de Lucas, la segunda pregunta es parte de la primera pregunta. La segunda pregunta tiene el propósito de saber qué señales podían indicarles que se acercaba el momento de la destrucción del templo o del juicio sobre Jerusalén.

En segundo lugar, ni Marcos ni Lucas mencionan la venida de Jesucristo o la parusía. El término parusía no aparece en Marcos ni en Lucas. Sin embargo, esta venida está implícita en ambos evangelios porque el juicio que se avecinaba era el de la venida del Hijo del Hombre (Marcos 13:26; Lucas 21:27).

Entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en las nubes con gran poder y gloria. (Marcos 13:26)

Entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en una nube con poder y gran gloria. (Lucas 21:27)

El hecho de que no se mencione en Marcos ni en Lucas la parusía de manera directa en las preguntas de los discípulos a Jesús, no significa que se trata de dos eventos distintos y separados por el tiempo, como el Dr. Thomas Ice supone. Ya que de la narración de Marcos 13, así como de Lucas 21 se desprende que las señales a las que se hace referencia estaban asociadas a la venida del Hijo del Hombre.

Las preguntas de los discípulos no admiten división alguna, pues Jesús claramente dijo que todo acontecería en aquella generación. De otra manera, que todas las señales ocurrirían dentro del marco de tiempo de aquella generación.

De cierto os digo, que no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca. (Mateo 24:34)

Por último y no menos importante, Mateo 24:27, 30, 37, 39 y 44 hablan de la venida del Hijo del Hombre y Mateo 25:31 continúa hablando de la venida del Hijo del Hombre. Por ende, la profecía que comienza en Mateo 24 y finaliza en Mateo 25 no permite división.

Afirmamos que la profecía sobre el monte de los Olivos no trata sobre la segunda venida de Jesucristo, sino que trata del juicio que vendría contra la impía Judá.

En tercer lugar, la palabra griega "parusía" aparece únicamente 24 veces en todo el Nuevo Testamento. La Nueva Concordancia Strong define el término de la siguiente manera:

3952. παρουσία parousía; del presente part. de 3918; estar cercar, i.e. adviento (a menudo, retorno; espec. de Cristo para castigar a Jerusalén, o finalmente a los malos); (por impl.) fís. aspecto: —advenimiento, presencia, venida.[3]

La palabra parusía tiende a utilizarse como sinónimo de la segunda venida de Jesucristo, pero este no es siempre su uso. En el Antiguo Testamento, la venida de Dios en las nubes en juicio ocurre en diferentes momentos. En otras palabras, que vemos diversas manifestaciones de la presencia de Dios viniendo en juicio en el A. T. A continuación, algunos ejemplos de las mismas:

Profecía sobre Egipto. He aquí que Jehová monta sobre una ligera nube, y entrará en Egipto; y los ídolos de Egipto temblarán delante de él, y desfallecerá el corazón de los egipcios dentro de ellos. (Isaías 19:1)

Jehová es tardo para la ira y grande en poder, y no tendrá por inocente al culpable. Jehová marcha en la tempestad y el torbellino, y las nubes son el polvo de sus pies. (Nahúm 1:3)

La palabra "parusía" es usada por Pablo no solamente para referirse a la venida de Jesús, sino que también es usada para denotar la presencia física de este o de otros creyentes en la iglesia. Veamos algunos ejemplos:

  • En 1 Co. 16:17 se usa para hablar de la venida (parusía) de Estéfanas. 
  • En 2 Co. 7:6, 7 se usa para hablar de la venida (parusía) de Tito.
  • En 2 Co. 10:10 y Fil. 1:26; 2:12 se habla de la presencia (parusía) de Pablo.

El punto que queremos destacar es que la palabra parusía no significa en Mateo 24:3 la segunda venida de Jesucristo. La parusía en el contexto de la profecía del monte de los Olivos hace referencia a que aquella generación constataría la venida o presencia de Cristo a través del cumplimiento del juicio que vendría. La misma no requería una manifestación física de Jesús, puesto que el Antiguo Testamento testifica que la presencia de Dios estuvo en los juicios sin que Dios tuviera que manifestarse físicamente.

Una de las razones principales que no permite que pueda entenderse la profecía del monte de los Olivos es no reconocer que el libro de Apocalipsis presenta dos juicios separados por el periodo milenial o el milenio, lo que mostramos por medio de la gráfica que sigue.


En cuarto lugar
, destacamos que en las preguntas de los discípulos en Marcos y Lucas no se habla del "fin del siglo".

La palabra siglo es traducida de la palabra griega "aión". Esta palabra es usada en el Nuevo Testamento unas 165 veces. El experto en griego Spiros Zodhiates señala lo siguiente sobre el significado y uso de la palabra griega "aión".

Edad, se refiere a una edad o tiempo en contraste con kósmos (G2889), se refiere a personas o espacio. Denota duración o continuidad de tiempo, pero con gran variedad.[4]

La palabra "aión" se refiere a un periodo o lapso de tiempo prolongado, hasta perpetuidad, entre otros y este puede referirse a un momento en el pasado, en el presente o a uno en el venidero o futuro. El comentarista bíblico William MacDonald otro partidario de la teoría del rapto afirma lo siguiente:

También deberíamos tener claro que no estaban hablando del fin del mundo (como en RV y RVR) sino acerca del fin de la era (Gr. aiön).[5]

El Nuevo Testamento expone que esa generación estaba viviendo el fin de una era que daría transición a otra y no al fin del mundo. 

Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos. (1 Corintios 10:11)

De otra manera le hubiera sido necesario padecer muchas veces desde el principio del mundo; pero ahora, en la consumación de los siglos, se presentó una vez para siempre por el sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el pecado. (Hebreos 9:26)

Conclusión

Concluimos que los discípulos conocían por el Antiguo Testamento que la llegada del Mesías traería el juicio que daría paso al establecimiento del reino o como Apocalipsis lo llama el milenio. Que Jesús con anterioridad a la profecía sobre el monte de los Olivos les había comunicado lo que se avecinaba. Por lo tanto, en este punto, los discípulos no estaban confundidos sobre la pronunciación de Jesús en cuanto a la destrucción del templo, sino que estos solamente le preguntan sobre qué señales marcarían la cercanía de dicho momento.



[1] BH Español Editorial Staff. Diccionario Bíblico Ilustrado Holman Revisado y Aumentado (Kindle Locations 49692-49693). B&H Publishing Group. Kindle Edition.

[2] J. Dwight Pentecost. The Words and Works of Jesus Christ: A Study of the Life of Christ (Kindle Locations 9994-10003). Zondervan. Kindle Edition.

[3] James Strong, Nueva concordancia Strong exhaustiva: Diccionario (Nashville, TN: Caribe, 2002), 65.

[4] Spiros Zodhiates. The Complete Word Study Dictionary. AMG International Inc., 1992.

[5] William MacDonald. Comentario Bíblico De William MacDonald. Editorial CLIE, 2004.

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