lunes, 7 de septiembre de 2020

“Mi casa, casa de oración será llamada” - Mateo 21:12-17

 

 

Mensaje: “Mi casa, casa de oración será llamada”


Base bíblica: Mateo 21:12-17: Marcos 11:11-19; Lucas 19:45-48

 

Introducción

 

Los eventos de la última semana en el ministerio de Jesús son de extrema importancia. En primer lugar, porque colocan el fundamento para entender cómo muchos serían salvos por él. En segundo lugar, porque se presentan las razones en detalle por la cual muchos serían juzgados y condenados.

 

La entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, la limpieza del templo y la maldición de la higuera son eventos que deben considerarse conjuntamente, por cuanto van a señalar con precisión el estado espiritual en el que se encontraba la ciudad de Jerusalén y lo que le esperaba por su falta de arrepentimiento.

 

En los evangelios se hallan dos eventos relacionados con la limpieza del templo. El primero de los mismos ocurre al principio del ministerio de Jesús (Juan 2:13-25) y el segundo, durante la última semana de su ministerio.

 

Exposición del texto

 

Mateo 21:12-13 Y entró Jesús en el templo de Dios, y echó fuera a todos los que vendían y compraban en el templo, y volcó las mesas de los cambistas, y las sillas de los que vendían palomas; y les dijo: Escrito está: Mi casa, casa de oración será llamada; mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones.

 

entró Jesús en el templo de Dios” – Esta parte representaba el atrio exterior del templo, el cual había sido transformado por los sacerdotes principales en un mercado y en un medio de ganancias deshonestas. El templo estaba compuesto por el lugar santo y el lugar santísimo, en este último únicamente podían entrar los sacerdotes.

 

Sin embargo, aunque Jesús no entraría al templo terrenal, sí se presentaría por todos los que redimiría en el templo celestial. Lo que ocurría en el templo terrenal era un reflejo de lo que debía ocurrir en el celestial, como lo presenta con toda claridad la epístola a los Hebreos.

 

3 Porque todo sumo sacerdote está constituido para presentar ofrendas y sacrificios; por lo cual es necesario que también éste tenga algo que ofrecer. 4 Así que, si estuviese sobre la tierra, ni siquiera sería sacerdote, habiendo aún sacerdotes que presentan las ofrendas según la ley; 5 los cuales sirven a lo que es figura y sombra de las cosas celestiales, como se le advirtió a Moisés cuando iba a erigir el tabernáculo, diciéndole: Mira, haz todas las cosas conforme al modelo que se te ha mostrado en el monte. 6 Pero ahora tanto mejor ministerio es el suyo, cuanto es mediador de un mejor pacto, establecido sobre mejores promesas. (Hebreos 8:3-6)

 

23 Fue, pues, necesario que las figuras de las cosas celestiales fuesen purificadas así; pero las cosas celestiales mismas, con mejores sacrificios que estos. 24 Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios; 25 y no para ofrecerse muchas veces, como entra el sumo sacerdote en el Lugar Santísimo cada año con sangre ajena. 26 De otra manera le hubiera sido necesario padecer muchas veces desde el principio del mundo; pero ahora, en la consumación de los siglos, se presentó una vez para siempre por el sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el pecado. (Hebreos 9:23-26)

 

Una vez Jesucristo se ofrece a sí mismo como el sacrificio perfecto y verdadero para cumplir con el nuevo pacto, los sacrificios y ofrendas realizadas en el templo, ya no eran necesarias.

 

echó… y volcó…” – Todo lo que no debía estar allí fue arrojado fuera. El comentarista judío Alfred Edersheim expone lo siguiente:

 

Todo este tráfico –cambio de moneda, venta de palomas y mercado de ovejas y becerros– en sí mismo, y por las circunstancias acompañantes, era una profanación terrible; daba ocasión también a grandes abusos. Pero, ¿había algo en el tiempo de Cristo que lo hiciera en especial irritante y desagradable al pueblo? El sacerdocio tiene que haber sacado grandes beneficios de ello siempre; naturalmente, no los sacerdotes ordinarios, que subían en sus «órdenes» para ministrar en el Templo, sino para los oficiales sacerdotales permanentes, y los líderes residentes del sacerdocio, y sobre todo la familia del Sumo Sacerdote.

 

Por otra parte, no puede haber duda de que este mercado era lo que los escritos rabínicos llaman «los bazares de los hijos de Anás» (Chanuyoth beney Chanan), los hijos de aquel Sumo Sacerdote Anás, de infame mención en el Nuevo Testamento. [1]

 

Escrito está: Mi casa, casa de oración será llamada” – Esta expresión significa que el propósito del templo se había perdido. La misma proviene de dos pasajes del Antiguo Testamento.

 

 Isaías 56:7 - yo los llevaré a mi santo monte, y los recrearé en mi casa de oración; sus holocaustos y sus sacrificios serán aceptos sobre mi altar; porque mi casa será llamada casa de oración para todos los pueblos.

 

Isaías 56:7 era una profecía sobre la salvación que vendría cuando Dios salvara a su pueblo. El pasaje de estudio tiene el propósito de presentar a Jesús como el cumplimiento de la misma.

 

Jeremías 7:11 - ¿Es cueva de ladrones delante de vuestros ojos esta casa sobre la cual es invocado mi nombre? He aquí que también yo lo veo, dice Jehová.

 

Jeremías 7:11 señala el estado de corrupción que había existido en el tiempo de Jeremías y el cual trajo el juicio de Dios con la destrucción del primer templo. Lamentablemente, nada había cambiado, por lo que el juicio de Dios se desataría nuevamente contra la gran ciudad de Jerusalén y finalizaría nuevamente con la destrucción del segundo templo.

 

Muchos eran los que se acercaban al templo para “adorar” en las principales fiestas judías mientras rechazaban al dueño y al señor del templo, a Jesús. No es posible adorar lo que no se conoce, así como no es posible adorar según parezca conveniente. Es preciso recordar que Dios fue extremamente celoso con la manera en la que el pueblo debía acercase a él. Por consiguiente, tenemos la responsabilidad de evaluar lo que hacemos, ya que en todo debemos glorificar a Dios. La iglesia de Jesucristo está llamada a vivir conforme a la palabra de Dios y a alejarse de los cambios culturales y temporales del siglo presente.

 

Mateo 21:14 Y vinieron a él en el templo ciegos y cojos, y los sanó.

 

Mateo introduce la sanación de los ciegos y de los cojos para destacar la gracia de Dios salvando a personas que de acuerdo con la ley eran consideradas como no aptas para participar del templo y del pacto de Dios.

 

Mt. 21:15-16 Pero los principales sacerdotes y los escribas, viendo las maravillas que hacía, y a los muchachos aclamando en el templo y diciendo: ¡Hosanna al Hijo de David! se indignaron, y le dijeron: ¿Oyes lo que éstos dicen? Y Jesús les dijo: Sí; ¿nunca leísteis: De la boca de los niños y de los que maman Perfeccionaste la alabanza?

 

Nuevamente Jesús es señalado como el cumplimiento del “Hijo de David”, es decir, como el cumplimiento de la promesa hecha por Dios a la casa del rey David acerca del rey que vendría a salvar a su pueblo.

 

Estos clamaban “Hosanna”, cuyo significado es sálvanos ahora. La misma era una petición a Dios a salvarlos del Imperio romano, de su situación financiera, de su crisis familiar o de alguna enfermedad, entre otras. Únicamente aquellos que son regenerados o que nacen de nuevo como acto de la gracia de Dios pueden entender su necesidad de clamar por la salvación de su propia maldad y de sus muchos pecados y ver en Jesucristo el Salvador.

 

La hipocresía y maldad de los “los escribas y los principales sacerdotes” es evidente. Estos se enojan con las afirmaciones de los muchachos mientras permitían todo tipo de pecados en el templo. Más aún, el evangelio de Marcos señala que “buscaban cómo matarle; porque le tenían miedo, por cuanto todo el pueblo estaba admirado de su doctrina” (Mr. 11:18).

 

La expresión “¿nunca leísteis: De la boca de los niños y de los que maman Perfeccionaste la alabanza?” proviene del Salmo 8:2 y muestra cómo Dios es glorificado por aquellos de quienes menos se esperaría.

 

1 ¡Oh Jehová, Señor nuestro, Cuán glorioso es tu nombre en toda la tierra! Has puesto tu gloria sobre los cielos; 2 De la boca de los niños y de los que maman, fundaste la fortaleza, A causa de tus enemigos, Para hacer callar al enemigo y al vengativo. (Salmo 8:1-2)

 

Mt. 21:17 Y dejándolos, salió fuera de la ciudad, a Betania, y posó allí.

 

El libro del profeta Ezequiel testifica que una vez la gloria de Dios se fue del templo, el mismo quedó bajo el juicio de Dios. El templo en los días de Jesús sería destruido para nunca jamás ser construido, porque el verdadero templo de Dios (Juan 1:12) había sido rechazado. Además, de que, una vez Jesús satisficiera las demandas de la ley y entrara en el templo celestial, el terrenal no sería más necesario. En otras palabras, que Dios solamente vendría a ser adorado a través de su Hijo, Jesucristo.

 

Conclusión

 

Concluimos que es imposible adorar a quien no se conoce. Que la adoración verdadera no es algo que se escoge hacer, pues la misma consiste en una vida rendida delante de Dios. Que la adoración a Dios es más que reverencia, es obediencia a su palabra. Que solamente es posible adorar a Dios a través de su Hijo Jesucristo. Que si alguno puede verdaderamente adorarle es porque él, en su inmerecida gracia, le ha abierto los ojos y lo ha sanado como a aquellos ciegos y cojos que vinieron a él en el templo. Por tanto, seamos agradecidos y vivamos para la gloria de Dios.



[1] Edersheim, Alfred. Comentario Bíblico Histórico (Spanish Edition) (Posición en Kindle35765-35769). Editorial CLIE. Edición de Kindle.

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