lunes, 21 de septiembre de 2020

¿Con qué autoridad haces estas cosas? - Mateo 21:23-32; Marcos 11:27-33; Lucas 20:1-8

 

Mensaje: ¿Con qué autoridad haces estas cosas? 



Base bíblica: Mateo 21:23-32; Marcos 11:27-33; Lucas 20:1-8

Introducción

Los líderes religiosos quedaron escandalizados con la purificación del templo realizada por Jesús, por lo que buscaban la oportunidad para cuestionar su autoridad. Sabían que tenían que ser cautelosos y que debían esperar el momento oportuno, porque Jesús gozaba de muchos simpatizantes al momento.

El pasaje de estudio muestra cuando los principales líderes religiosos interrumpen a Jesús mientras se encuentra enseñando en el templo, para cuestionar su autoridad frente a sus discípulos y seguidores.

Exposición del texto

23 Cuando vino al templo, los principales sacerdotes y los ancianos del pueblo se acercaron a él mientras enseñaba, y le dijeron: ¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿y quién te dio esta autoridad?

El evangelio de Lucas presenta que entre los líderes que fueron a cuestionar la autoridad de Jesús estaban también los escribas (Lucas 21:1).

Primera pregunta: “¿Con qué autoridad haces estas cosas?”

Toda persona aprende desde muy pequeña que hay personas que poseen autoridad sobre otras. Toda autoridad es delegada y nunca es inherente a ninguno. Por ejemplo, los esposos tienen autoridad sobre sus esposas porque así lo instituyó Dios.

Pero quiero que sepáis que Cristo es la cabeza de todo varón, y el varón es la cabeza de la mujer, y Dios la cabeza de Cristo. (1 Corintios 11:3)

Los padres sobre sus hijos, porque así lo estipuló Dios.

1 Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo. 2 Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa; (Efesios 6:1-2)

Los gobernantes tienen autoridad sobre la sociedad porque así lo instituyó Dios.

1 Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas. 2 De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos. (Romanos 13:1-2)

Los pastores tienen autoridad en sus congregaciones porque así lo estipuló Dios.

Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos; porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta; para que lo hagan con alegría, y no quejándose, porque esto no os es provechoso. (Hebreos 13:17)

Segunda pregunta: “¿y quién te dio esta autoridad?”

Esta pregunta es por sí misma un cuestionamiento a la autoridad de Jesús. En otras palabras, que estos líderes religiosos no reconocieron que Jesús venía de parte de Dios, por consiguiente, entendían que no tenía ninguna autoridad para haber hecho lo que hizo en el templo. Por no conocerlo, cuestionaban su autoridad, pero la autoridad de Jesús provenía de quien él era.

Pero ¿cómo estos líderes podían reconocer quién era Jesús? La contestación a esta pregunta es que debían conocerlo por la autoridad de la palabra que habían recibido y reconocido como divinamente inspirada por Dios. No lo conocieron porque no conocían la palabra de Dios. Los judíos en el tiempo de Jesús habían cambiado, adulterado y mezclado las enseñanzas del Antiguo Testamento con prácticas paganas de otros pueblos.

24 Respondiendo Jesús, les dijo: Yo también os haré una pregunta, y si me la contestáis, también yo os diré con qué autoridad hago estas cosas. 25 El bautismo de Juan, ¿de dónde era? ¿Del cielo, o de los hombres? Ellos entonces discutían entre sí, diciendo: Si decimos, del cielo, nos dirá: ¿Por qué, pues, no le creísteis? 26 Y si decimos, de los hombres, tememos al pueblo; porque todos tienen a Juan por profeta.

La respuesta de Jesús

Jesús les pidió a los principales líderes que primero le respondieran una pregunta sobre Juan el Bautista y él luego les contestaría sus preguntas. "El bautismo de Juan, ¿de dónde era? ¿Del cielo, o de los hombres?"

Ellos comenzaron a discutir sobre cómo contestarle, no porque no tuviesen su mente hecha con relación a Juan el Bautista, sino porque sabían que el pueblo lo reconocía como un profeta.

El testimonio de Elías o de Juan el Bautista

La pregunta de Jesús es sumamente importante, por cuanto Juan el Bautista era el cumplimiento de la promesa del regreso de aquel Elías que prepararía el camino del Mesías.

Voz que clama en el desierto: Preparad camino a Jehová; enderezad calzada en la soledad a nuestro Dios. (Isaías 40:3)

He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí; y vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis, y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros. He aquí viene, ha dicho Jehová de los ejércitos. (Malaquías 3:1)

5 He aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga el día de Jehová, grande y terrible. 6 Él hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que yo venga y hiera la tierra con maldición. (Malaquías 4:5-6)

Jesús testificó que Juan el Bautista era Elías

Y si queréis recibirlo, él es aquel Elías que había de venir. (Mateo 11:14)

11 Respondiendo Jesús, les dijo: A la verdad, Elías viene primero, y restaurará todas las cosas. 12 Mas os digo que Elías ya vino, y no le conocieron, sino que hicieron con él todo lo que quisieron; así también el Hijo del Hombre padecerá de ellos. 13 Entonces los discípulos comprendieron que les había hablado de Juan el Bautista. (Mateo 17:11-13)

Juan el Bautista testificó de Jesús

29 El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. 30 Este es aquel de quien yo dije: Después de mí viene un varón, el cual es antes de mí; porque era primero que yo. 31 Y yo no le conocía; mas para que fuese manifestado a Israel, por esto vine yo bautizando con agua. 32 También dio Juan testimonio, diciendo: Vi al Espíritu que descendía del cielo como paloma, y permaneció sobre él. 33 Y yo no le conocía; pero el que me envió a bautizar con agua, aquél me dijo: Sobre quien veas descender el Espíritu y que permanece sobre él, ése es el que bautiza con el Espíritu Santo. 34 Y yo le vi, y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios. (Juan 1:29-34)

27 Y respondiendo a Jesús, dijeron: No sabemos. Y él también les dijo: Tampoco yo os digo con qué autoridad hago estas cosas.

El comentarista William Hendriksen expone lo siguiente:

Así comenzaron a razonar entre ellos estos dignatarios a fin de dar una respuesta. Su decisión fue deshonesta, aunque no sorpresiva. No dijeron, “no queremos responder a esa pregunta”, lo que por lo menos hubiera sido honrado, sino “No sabemos”.[1]

Es importante recordar que algunos de estos líderes también habían cuestionado la autoridad de Juan el Bautista.

21 Y le preguntaron: ¿Qué pues? ¿Eres tú Elías? Dijo: No soy. ¿Eres tú el profeta? Y respondió: No. 22 Le dijeron: ¿Pues quién eres? para que demos respuesta a los que nos enviaron. ¿Qué dices de ti mismo? 23 Dijo: Yo soy la voz de uno que clama en el desierto: Enderezad el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías. 24 Y los que habían sido enviados eran de los fariseos. 25 Y le preguntaron, y le dijeron: ¿Por qué, pues, bautizas, si tú no eres el Cristo, ni Elías, ni el profeta? 26 Juan les respondió diciendo: Yo bautizo con agua; mas en medio de vosotros está uno a quien vosotros no conocéis. (Juan 1:21-26)

Juan el Bautista les señaló en su momento que estos no podían reconocer su autoridad, porque no conocían a Aquel que estaba entre ellos, es decir, a Jesús.

28 Pero ¿qué os parece? Un hombre tenía dos hijos, y acercándose al primero, le dijo: Hijo, ve hoy a trabajar en mi viña. 29 Respondiendo él, dijo: No quiero; pero después, arrepentido, fue. 30 Y acercándose al otro, le dijo de la misma manera; y respondiendo él, dijo: Sí, señor, voy. Y no fue. 31 ¿Cuál de los dos hizo la voluntad de su padre? Dijeron ellos: El primero. Jesús les dijo: De cierto os digo, que los publicanos y las rameras van delante de vosotros al reino de Dios. 32 Porque vino a vosotros Juan en camino de justicia, y no le creísteis; pero los publicanos y las rameras le creyeron; y vosotros, viendo esto, no os arrepentisteis después para creerle.

El libro del profeta Isaías presenta que la viña de Jehová es la casa de Israel.


1 Ahora cantaré por mi amado el cantar de mi amado a su viña. Tenía mi amado una viña en una ladera fértil. 2 La había cercado y despedregado y plantado de vides escogidas; había edificado en medio de ella una torre, y hecho también en ella un lagar; y esperaba que diese uvas, y dio uvas silvestres. 3 Ahora, pues, vecinos de Jerusalén y varones de Judá, juzgad ahora entre mí y mi viña. 4 ¿Qué más se podía hacer a mi viña, que yo no haya hecho en ella? ¿Cómo, esperando yo que diese uvas, ha dado uvas silvestres? 5 Os mostraré, pues, ahora lo que haré yo a mi viña: Le quitaré su vallado, y será consumida; aportillaré su cerca, y será hollada. 6 Haré que quede desierta; no será podada ni cavada, y crecerán el cardo y los espinos; y aun a las nubes mandaré que no derramen lluvia sobre ella. 7 Ciertamente la viña de Jehová de los ejércitos es la casa de Israel, y los hombres de Judá planta deliciosa suya. Esperaba juicio, y he aquí vileza; justicia, y he aquí clamor. (Isaías 5:1-7)

La parábola de los dos hijos muestra que no todos los que descienden de Israel son considerados por Dios, como su pueblo (Romanos 9:1-13). Únicamente serían llamados hijos de Dios, aquellos que por su gracia serían llamados al arrepentimiento y a la fe en Jesucristo, independientemente del estilo de vida de pecado que vivieran antes de ser llamados. Por esta razón, Jesús dijo que los publicanos y las rameras (Lucas 3:12) que se habían arrepentido entrarían al reino de Dios y que los religiosos o simpatizantes de la fe quedarían fuera.

Conclusión

En el pasaje de estudio vimos como los líderes judíos cuestionan la autoridad de Jesús, pues no lo conocen porque no conocían las Escrituras. Estos rechazaban la autoridad de Jesús, pero presumían de ser la autoridad. Jesús es la máxima autoridad de Dios, por consiguiente, rechazarlo es lo mismo que rechazar a Dios. De modo que quienes lo rechazan no entrarán al reino de Dios. Sin embargo, aquellos que siendo rebeldes y pecadores abiertamente se arrepienten y se tornan a Jesús en fe, serán salvos.

Toda autoridad en el ámbito humano es delegada, por cuanto no es intrínseca al hombre. Dios es la autoridad suprema en toda materia, por lo tanto, toda persona o institución establecida por Dios posee autoridad delegada, la cual ha de ser respetada. Quien se rebela contra la autoridad, por lo general, lo hace usurpando dicha autoridad o suplantándola por una ficticia, así que cualquier cuestionamiento a lo establecido por Dios, es un claro acto de rebeldía. 

Referencia


[1] William Hendriksen. El Evangelio Según San Mateo (Posición en Kindle18182-18184). Libros Desafío. Edición de Kindle.

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