martes, 23 de junio de 2020

¿Por qué, pues, mandó Moisés dar carta de divorcio, y repudiarla? - Mateo 19:1-12


Mensaje: ¿Por qué, pues, mandó Moisés dar carta de divorcio, y repudiarla? (primera parte)

Propósito: Mostrar que la ley del divorcio fue necesaria, a fin de frenar un problema ya existente en el pueblo de Israel. Que la misma no fue un invento de Moisés, sino que la ley fue dada por Dios, para regular dicha problemática, salvaguardar la institución marital y proteger los derechos de la mujer.

Base bíblica: Mateo 19:1-12

1 Aconteció que cuando Jesús terminó estas palabras, se alejó de Galilea, y fue a las regiones de Judea al otro lado del Jordán. 2 Y le siguieron grandes multitudes, y los sanó allí. 3 Entonces vinieron a él los fariseos, tentándole y diciéndole: ¿Es lícito al hombre repudiar a su mujer por cualquier causa? 4 Él, respondiendo, les dijo: ¿No habéis leído que el que los hizo al principio, varón y hembra los hizo, 5 y dijo: Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne? 6 Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre. 7 Le dijeron: ¿Por qué, pues, mandó Moisés dar carta de divorcio, y repudiarla? 8 Él les dijo: Por la dureza de vuestro corazón Moisés os permitió repudiar a vuestras mujeres; mas al principio no fue así. 9 Y yo os digo que cualquiera que repudia a su mujer, salvo por causa de fornicación, y se casa con otra, adultera; y el que se casa con la repudiada, adultera. 10 Le dijeron sus discípulos: Si así es la condición del hombre con su mujer, no conviene casarse. 11 Entonces él les dijo: No todos son capaces de recibir esto, sino aquellos a quienes es dado. 12 Pues hay eunucos que nacieron así del vientre de su madre, y hay eunucos que son hechos eunucos por los hombres, y hay eunucos que a sí mismos se hicieron eunucos por causa del reino de los cielos. El que sea capaz de recibir esto, que lo reciba. (Mateo 19:1-12)

Introducción

Jesús contesta la primera pregunta de los fariseos en torno a si es lícito al hombre repudiar a su mujer por cualquier causa (Mateo 19:3), afirmando que fue Dios quien originó el matrimonio. Que la unión entre un hombre y una mujer es un pacto, donde ambos se fusionan o unen en una sola carne. De manera que concluye estableciendo que “lo que Dios juntó, no lo separe el hombre”.

Los fariseos interpretaron la respuesta de Jesús como una declaración que se contraponía a la ley del divorcio estipulada en Deuteronomio 24 y, por ende, a Moisés. Es necesario señalar que el propósito de las preguntas de los fariseos era tentar a Jesús.

Exposición del texto
                                                          

La contestación de Jesús a la segunda pregunta nos lleva a examinar la ley del divorcio contenida en Deuteronomio 24:1-4. La misma establece lo que sigue:

1 Cuando alguno tomare mujer y se casare con ella, si no le agradare por haber hallado en ella alguna cosa indecente, le escribirá carta de divorcio, y se la entregará en su mano, y la despedirá de su casa. 2 Y salida de su casa, podrá ir y casarse con otro hombre. 3 Pero si la aborreciere este último, y le escribiere carta de divorcio, y se la entregare en su mano, y la despidiere de su casa; o si hubiere muerto el postrer hombre que la tomó por mujer, 4 no podrá su primer marido, que la despidió, volverla a tomar para que sea su mujer, después que fue envilecida; porque es abominación delante de Jehová, y no has de pervertir la tierra que Jehová tu Dios te da por heredad. (Deuteronomio 24:1-4)

Antes de entrar a considerar la ley, debemos resaltar el hecho de que al examinar parte de la literatura relacionada con este tema, observamos que algunos comentaristas bíblicos dan a entender que la ley del divorcio fue añadida por Moisés, es decir, como si fuese de su autoría. Este planteamiento trae consigo otro problema más grave que la discusión del divorcio, pues pone en tela de juicio la inspiración de las Sagradas Escrituras. Por consiguiente, valdría cuestionarnos lo siguiente: si parte de la ley fue dada por Dios a Moisés y otra parte fue colocada por Moisés, entonces ¿cómo determinar qué es de inspiración divina y qué no lo es? ¿Qué estamos llamados a obedecer y qué no? Los hijos de Dios creen conforme a la Biblia. En otras palabras, que los verdaderos creyentes creen que todos los autores bíblicos fueron inspirados y guiados por el Espíritu Santo, para comunicar todo el consejo de Dios (2 Pedro 1:21).

La ley del divorcio establecida en Deuteronomio 24:1-4 tiene a Dios como su autor y no a Moisés. Esta declaración es contradictoria para muchos, porque tienen la idea de que Dios no pudo haber dado una ley sobre el divorcio. La verdad bíblica es que no solamente la dio, sino que Dios mismo se expresa por medio de su Santa Palabra como habiéndose divorciado de Israel.  

Así dijo Jehová: ¿Qué es de la carta de repudio de vuestra madre, con la cual yo la repudié? ¿O quiénes son mis acreedores, a quienes yo os he vendido? He aquí que por vuestras maldades sois vendidos, y por vuestras rebeliones fue repudiada vuestra madre. (Isaías 50:1)

Ella vio que por haber fornicado la rebelde Israel, yo la había despedido y dado carta de repudio; pero no tuvo temor la rebelde Judá su hermana, sino que también fue ella y fornicó. (Jeremías 3:8)

Dios se divorció de Israel o el reino del norte por haberse apartado de sus preceptos y mandamientos. La ley del divorcio no se introdujo con el propósito de cambiar lo establecido por Dios para el matrimonio, ni como una vía de escape al deber y al compromiso conyugal.

La responsabilidad conyugal es algo tan importante para Dios, que incluso reguló aun cómo debían ser tratadas las mujeres esclavas que eran tomadas como esposas, según presentado en Éxodo 21.

 10 Si tomare para él otra mujer, no disminuirá su alimento, ni su vestido, ni el deber conyugal. 11 Y si ninguna de estas tres cosas hiciere, ella saldrá de gracia, sin dinero. (Éxodo 21:10-11)

Pablo R. Andiñach en su comentario sobre Éxodo 21:11 afirma lo siguiente:

“saldrá de gracia, sin dinero": Quiere decir que si el comprador falla en la provisión de estos derechos, la familia de la mujer podrá rescatarla, pero sin necesidad de abonar el valor estipulado. Si pensamos que la mujer era un objeto de intercambio comercial, con esta cláusula se coloca un castigo severo a la desatención de sus derechos. El comprador perderá no sólo a la mujer, sino una inversión económica importante.[1]

Se desprende de Éxodo 21:11 que la familia que había dado a una hija como esclava, podía redimirla sin tener que pagar un rescate, cuando el hombre que la tomó como esposa dejaba de cumplir con sus obligaciones y los deberes conyugales. Las obligaciones mínimas del esposo hacia la esposa incluían proveerla de alimento, vestido y de una relación de intimidad conyugal continua. Esto es importante, porque en 1 Corintios 7:1-6, el apóstol Pablo alude a Éxodo 21:11, para dejarles saber a los cristianos en la ciudad de Corinto que debían cumplir con el deber conyugal.

No conocemos de ninguna discusión rabínica sobre la legitimidad de la ley del divorcio. La discusión rabínica se centraba en la razón o en las razones por las que un hombre podía divorciarse de su esposa.

¿Cuál fue el propósito de la ley del divorcio establecida en Deuteronomio 24:1-4?

La ley del divorcio está contenida dentro de un capítulo en el libro de Deuteronomio, en el que se presentan diferentes leyes que protegen al hombre en diferentes circunstancias de la vida. Algunas de estas leyes salvaguardaban el estado marital, la seguridad económica de un deudor, a una persona con lepra y el pago justo de los trabajadores, entre otros aspectos. La ley del divorcio cumplía dos propósitos.

A. Salvaguardar la importancia del estado marital

La ley del divorcio no tenía el propósito de posibilitar, ni de propiciar el divorcio, sino que más bien buscaba llevar al hombre a reconsiderar su decisión antes de proceder con el mismo. ¿Por qué? Porque una vez realizado el acto del divorcio, no había marcha atrás. La ley establecía que luego de divorciarse, aun si el hombre se arrepentía de su decisión, ya no podría volver a tomar en matrimonio a quien había sido su esposa. De modo que la ley servía al propósito de que el hombre pensara con detenimiento lo que iba a hacer y si era justo o no era justo delante de Dios, porque como expresáramos anteriormente, no podría retomarla jamás como esposa.

Pero si la aborreciere este último, y le escribiere carta de divorcio, y se la entregare en su mano, y la despidiere de su casa; o si hubiere muerto el postrer hombre que la tomó por mujer, 4 no podrá su primer marido, que la despidió, volverla a tomar para que sea su mujer… (Deuteronomio 24:3-4)

El acto del divorcio es presentado en la ley como un acto contra Dios, cuando sus razones no son legítimas, ya que la esposa es considerada como una heredad que Dios le dio al hombre y que este despreció. Proverbios 18:22 declara que “El que halla esposa halla el bien, Y alcanza la benevolencia de Jehová”. Por esto, la ley en Deuteronomio 24 afirma lo que sigue:

no podrá su primer marido, que la despidió, volverla a tomar para que sea su mujer, después que fue envilecida; porque es abominación delante de Jehová, y no has de pervertir la tierra que Jehová tu Dios te da por heredad. (Deuteronomio 24:4)

La parte final en Deuteronomio 24:4 expone que “no has de pervertir la tierra que Jehová tu Dios te da por heredad”. Esta expresión proviene de la ley contenida en Deuteronomio 21:23, a continuación:

no dejaréis que su cuerpo pase la noche sobre el madero; sin falta lo enterrarás el mismo día, porque maldito por Dios es el colgado; y no contaminarás tu tierra que Jehová tu Dios te da por heredad. (Deuteronomio 21:23)

La ley de Deuteronomio 21:23 estipulaba que luego de haber sido condenado a muerte a un hijo rebelde de determinada familia por glotón y borracho, entre otros, su cuerpo apedreado debía ser enterrado el mismo día, para no contaminar la tierra que Jehová les había dado por heredad. La palabra hebrea טָמֵא “tamé” que es usada en Deuteronomio 24:4 y traducida como pervertir, es la misma palabra que en Deuteronomio 21:23 es traducida como contaminarás. La raíz primaria del término hebreo significa “estar contaminado, específicamente en un sentido ceremonialmente o moralmente”.[2]  Por lo que se desprende, que una mujer que había sido catalogada como inmunda por su exmarido, no podía volver a ser tomada como esposa por el mismo hombre que la envileció.

B. Proteger a la mujer ante el divorcio

La mujer divorciada no podía ser retenida por el exmarido. Esta quedaba en libertad para salir del hogar y tenía la posibilidad de restablecer su vida con otro hombre, puesto que la carta de divorcio establecía que la mujer era libre. Mientras hoy se discute sobre si una persona divorciada puede volver a casarse, el rabinismo judío no contemplaba ninguna objeción, ni discusión al respecto. La carta de divorcio era el certificado de la anulación del matrimonio y le proveía a la mujer divorciada la oportunidad de formar parte de un nuevo matrimonio.

Conclusión

Concluimos que la ley del divorcio no entra en contradicción con el designio de Dios para el matrimonio, cuando es usada legítimamente. Que la misma reconoce la importancia de la relación marital, buscando ser un disuasivo del mismo, llevando al hombre a repensar en lo que se encuentra próximo a hacer. Que dicha ley era necesaria para salvaguardar la libertad de la mujer y para otorgarle la oportunidad de un nuevo matrimonio. Que hablar del divorcio no es fomentarlo, sino que es atender una problemática milenaria que requiere de la más cuidadosa atención, ya que la anulación del matrimonio involucra una violación al diseño de Dios sobre este.

Por: Pastor Gilberto Miguel Rufat


[1] Pablo R. Andiñach. El libro del Éxodo. Sociedades Bíblicas Unidas, 2012.
[2] James Strong. Diccionario Strong de palabras originales del AT y NT. Editorial Caribe Inc., 2002.

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