¿Enseña 1Corintios 10 que podemos perder la salvación?
Base Bíblica: 1 Corintios 10: 1- 13
Introducción:
1 de Corintios 10 no trata sobre la posibilidad de perder la salvación, sino que trata de la posibilidad de creer que se es salvo cuando en realidad no se es. Participar en una iglesia local no significa que se es parte de la iglesia universal. Dicho de otra manera, estar entre los santos no hace a nadie santo.
La carta a los corintios revela la gran necesidad de madurez que existía en la iglesia; aunque era una iglesia con múltiples dones. En la misma, existían divisiones por la preferencia de líderes y de pecados practicados de manera abierta, así como la falta de fe, entre muchos otros. De modo que el apóstol les escribe una carta para amonestarlos.
Pablo no ignoraba que un poco de levadura leuda la masa. La comunión de los santos con los que no lo eran, daba paso a todo tipo de tentaciones y situaciones que conducían al pecado. Siendo esta una carta para corregir, era de esperar que unos se arrepintieran de su pecado mientras otros, simplemente volverían atrás.
El apóstol estaba consciente de que en la iglesia de Corinto como en cualquiera otra, existen verdaderos creyentes como también falsos. Jesús enseñó la parábola del trigo y la cizaña a fin de presentar este punto. No era el trabajo del apóstol discernir quiénes eran verdaderos cristianos de los que no lo eran. Su trabajo era corregirlos por medio de la palabra de Dios reconociendo que los que son de Dios recibirían su palabra; mientras que los demás se rebelarían contra la misma y contra él.
Breve comentario:
En 1 de Corintios 10, Pablo presenta como ejemplo a aquellos de Israel que no entraron a la tierra prometida a pesar de que todos estuvieron bajo la nube, pasaron el mar, comieron del maná y bebieron de la roca de manera sobrenatural (1Co. 10:1-4). Y ¿por qué razón no entraron?
“Pero de los más de ellos no se agradó Dios; por lo cual quedaron postrados en el desierto.” (1Co. 10:5)
La salvación nunca ha sido por obras, sino por la fe. En otras palabras, que de nada les sirvió todo el viaje y haber visto la mano de Dios si no creerían. Éste es el mismo argumento del autor de la carta a los hebreos cuando expresa lo siguiente:
“Porque somos hechos participantes de Cristo, con tal que retengamos firme hasta el fin nuestra confianza del principio, entre tanto que se dice: Si oyereis hoy su voz, No endurezcáis vuestros corazones, como en la provocación. ¿Quiénes fueron los que, habiendo oído, le provocaron? ¿No fueron todos los que salieron de Egipto por mano de Moisés? ¿Y con quiénes estuvo él disgustado cuarenta años? ¿No fue con los que pecaron, cuyos cuerpos cayeron en el desierto? ¿Y a quiénes juró que no entrarían en su reposo, sino a aquellos que desobedecieron? Y vemos que no pudieron entrar a causa de incredulidad. Temamos, pues, no sea que permaneciendo aún la promesa de entrar en su reposo, alguno de vosotros parezca no haberlo alcanzado. Porque también a nosotros se nos ha anunciado la buena nueva como a ellos; pero no les aprovechó el oír la palabra, por no ir acompañada de fe en los que la oyeron. Pero los que hemos creído entramos en el reposo…” (Hebreos 3:14 – 4:3)
Observe, que no entraron a la tierra prometida, no por un pecado específico, sino porque no le creyeron a Dios y en sus corazones se volvieron a Egipto. Por esa razón, cedían a todas y cada una de las tentaciones en el desierto.
“Mas estas cosas sucedieron como ejemplos para nosotros, para que no codiciemos cosas malas, como ellos codiciaron. Ni seáis idólatras, como algunos de ellos, según está escrito: Se sentó el pueblo a comer y a beber, y se levantó a jugar. Ni forniquemos, como algunos de ellos fornicaron, y cayeron en un día veintitrés mil. Ni tentemos al Señor, como también algunos de ellos le tentaron, y perecieron por las serpientes. Ni murmuréis, como algunos de ellos murmuraron, y perecieron por el destructor. Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos.” (1Co. 10:6-11)
Pablo exhorta a los verdaderos creyentes a no dar paso a las obras de la carne.
“Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga. No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar.” (1Co. 10:12-13)
El verdadero creyente es el único quien puede resistir la prueba o la tentación. Éste cuenta con la fidelidad de Dios y no solamente con sus fuerzas. No es vencido por la naturaleza pecaminosa, sino que es sostenido por su nueva naturaleza espiritual ante Dios, quien le provee las fuerzas para resistir.
Conclusión:
Pablo concluye diciéndole a los corintios lo siguiente: “No podéis beber la copa del Señor, y la copa de los demonios; no podéis participar de la mesa del Señor, y de la mesa de los demonios. (1Co. 10:21) Por consiguiente, el llamado es a vivir centrados y firmes en el Señor, no dando paso a las obras de la carne, sino viviendo en la fe y para su sola gloria.
Por lo tanto, “examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos. ¿O no os conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros, a menos que estéis reprobados? Mas espero que conoceréis que nosotros no estamos reprobados. Y oramos a Dios que ninguna cosa mala hagáis; no para que nosotros aparezcamos aprobados, sino para que vosotros hagáis lo bueno, aunque nosotros seamos como reprobados. Porque nada podemos contra la verdad, sino por la verdad.” (2Co. 13:5-8)
Pastor Gilberto Rufat
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