¿En lo que juzgo a otro, me condeno
a mí mismo?
Base bíblica
“Por lo cual eres inexcusable, oh hombre, quienquiera que
seas tú que juzgas; pues [en lo que
juzgas a otro, te condenas a ti mismo]; porque tú que juzgas haces lo
mismo.” (Romanos 2:1)
INTRODUCCIÓN
Emitir juicios morales es parte de la naturaleza y de la realidad
humana. Los sistemas de derecho y ley en el mundo son evidencia de ello. Sin
embargo, debemos preguntarnos, ¿sobre qué base moral emitimos juicios? ¿De
dónde surge la moral? ¿Es la moral un valor adquirido y condicionado a nuestro
estado o al tiempo en el que vivimos? ¿Es la moral algo relativo o absoluto?
¿Pudo la ley moral proceder de la naturaleza de los hombres o tiene un dador
externo a ellos?
Independientemente de cuál sea en este momento nuestra
posición, la realidad es que todos juzgamos. El término juzgas utilizado por
Pablo proviene de la palabra griega “krino”, la cual hace referencia a distinguir,
elegir, dar una opinión acerca de, juzgar. Denota en ciertas ocasiones condenar.
(Diccionario Vine)
aspectos a considerar al juzgar a otros
La carta a los Romanos expone que debemos tener cuidado al emitir
juicios sobre nuestros hermanos en la fe y más si se trata de un asunto relacionado
con su salvación. Pablo se expresa de la manera siguiente:
“¿Tú
quién eres, que juzgas al criado ajeno? Para su propio señor está en pie, o
cae; pero estará firme, porque poderoso es el Señor para hacerle estar firme.”
(Romanos 14:4)
A continuación, varias razones que debemos tener presentes al
juzgar:
1- Nuestro juicio es limitado.
2- Nosotros no somos la norma ni el estándar, sino Dios.
3- Somos llamados a tener misericordia.
4- La Biblia enseña que de tener que hacer algún señalamiento
debemos proceder con espíritu de mansedumbre.
5- Todo proceso de confrontación, corrección o disciplina,
debe ser ejercido con el fin de restaurar y nunca con el deseo de destruir o de
humillar.
La Moral y la existencia de Dios
La realidad universal de una base moral es un fuerte
argumento sobre la existencia de Dios. El ser humano todavía en su estado caído
muestra en sí mismo que ha sido objeto de la creación de Dios al juzgar a otros
sobre una base moral que él mismo viola. Por lo tanto, a pregunta a hacernos es
¿cómo puede el hombre ser el autor de algo que él mismo viola,
circunstancialmente rechaza, pero que a la vez utiliza cuando le conviene?
El hecho de que los seres humanos emitamos juicios implica
una base moral. En otras palabras, que al hacerlo evidenciamos tener una
valoración, un estándar o un punto de referencia sobre lo bueno y lo malo. Toda
base moral tiene un autor o un dador. ¿Podría ser el propio hombre el autor de
una ley que no puede cumplir por su incapacidad pecaminosa y la que a su vez,
le condena? La respuesta es negativa porque el deseo del hombre en su estado
caído es vivir sin ley.
Somos culpables
Es irónico y contradictorio que juzguemos a otros con la
misma base moral con la que nos rebelamos contra Dios, siendo éste el autor de
la ley, la cual emana de su propia naturaleza. Es necesario señalar, que al
emitir juicio no solamente hacemos uso de una base moral, sino que mostramos
conocimiento sobre lo que está mal, lo que nos hace claramente culpables ante
Dios. Por cuanto demostramos que no somos ignorantes de la realidad del mal al
ver el pecado en otros. La Biblia enseña que seremos juzgados de acuerdo con la
misma base moral con la que juzgamos a otros.
“Porque
con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís,
os será medido. ¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu
hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo? ¿O
cómo dirás a tu hermano: Déjame sacar la paja de tu ojo, y he aquí la viga en
el ojo tuyo? ¡Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, y
entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano.” (Mateo 7:2-5)
Conclusión
Los seres humanos no tenemos excusa delante de Dios, pues él
nos creó con una conciencia moral. Dios nos dio una mente para juzgar sobre dicha
base moral para que no fueran las emociones, el instinto, ni las pasiones,
entre otras, las que nos condujeran, sino su eterna e inmutable sabiduría.
“He
aquí, solamente esto he hallado: que Dios hizo al hombre recto, pero ellos
buscaron muchas perversiones.” (Eclesiastés 7:29)
Nunca
olvidemos que en lo que juzgamos a otros, nos condenamos a nosotros mismos;
porque nosotros que juzgamos hacemos lo mismo.
Bendiciones.
Pastor
Gilberto Rufat
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