martes, 13 de septiembre de 2016

¿Qué enseña la Biblia con respecto a los que causan divisiones y tropiezos en contra de la doctrina? - Romanos 16:17-18





¿Qué enseña la Biblia con respecto a los que causan divisiones y tropiezos en contra de la doctrina?


“Mas os ruego, hermanos, que os fijéis en los que causan divisiones y tropiezos en contra de la doctrina que vosotros habéis aprendido, y que os apartéis de ellos. Porque tales personas no sirven a nuestro Señor Jesucristo, sino a sus propios vientres, y con suaves palabras y lisonjas engañan los corazones de los ingenuos” (Romanos 16:17-18)

Mientras muchos son de bendición a la iglesia, otros son agentes de división y tropiezo. No debemos sorprendernos si queriendo hacer la voluntad de Dios, hallamos oposición, pues siempre ha existido y existirá. A la vez que usted sea llamado a edificar los muros, los Tobías y los Sanbalat se opondrán (Neh. 2:10; 4:1). El diablo tratará de obstaculizar la obra de Dios y buscará detener el progreso, por cuanto no puede detener su obra (Mt. 16:18).

Estos versículos muestran el celo del apóstol por la preservación del mensaje de la palabra de Dios, tal como se nos ha sido conferido. No hay cabida para interpretaciones privadas ni para ideas contradictorias a lo previamente establecido o enseñado.

Amados, por la gran solicitud que tenía de escribiros acerca de nuestra común salvación, me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos. Porque algunos hombres han entrado encubiertamente, los que desde antes habían sido destinados para esta condenación, hombres impíos, que convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios, y niegan a Dios el único soberano, y a nuestro Señor Jesucristo.” (Judas 1:3-4)

Como diría Pablo a los Gálatas, sea anatema quien posea la osadía de reinterpretar o de cambiar el mensaje de la palabra de Dios (Gá. 1:8-9). Los cristianos tenemos un solo marco de referencia, la palabra profética más segura, según expresara el apóstol Pedro inspirado por el Espíritu Santo.
  
“Entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo.” (2Pedro 1:20-21)

En nuestros días, se realiza una infinidad de esfuerzos para promover y adelantar la agenda del movimiento ecuménico. Uno, en el cual para alcanzar la unidad, las iglesias deben estar dispuestas a renunciar a los principios y las doctrinas que consideran bíblicas. Sin embargo, Pablo llama a evitar y a alejarse de los que causan divisiones y tropiezos en contra de la doctrina. ¿Quién nos ha enseñado que la unidad precede a la doctrina? La doctrina o enseñanza bíblica es la que le da sentido, armonía y propósito al cuerpo, a la iglesia. Lo demás es pura hipocresía religiosa y un engaño a la verdad.

La iglesia no debe tener principios que no pueda sostener bíblicamente. El creyente tiene la responsabilidad de obedecer y honrar lo que Dios estableció. Debemos ser moldeados con su palabra y no ajustar la misma a nosotros. Lo primero sirve a la obra de Dios, lo segundo, al trabajo del diablo. Pablo reconoce que dentro de la iglesia residen agentes de corrupción, a los que estamos llamados a no aceptar y a apartarnos de ellos.

“Porque si viene alguno predicando a otro Jesús que el que os hemos predicado, o si recibís otro espíritu que el que habéis recibido, u otro evangelio que el que habéis aceptado, bien lo toleráis.” (2Corintios 11:4)

Si alguno viene a vosotros, y no trae esta doctrina, no lo recibáis en casa, ni le digáis: ¡Bienvenido! Porque el que le dice: ¡Bienvenido! participa en sus malas obras.” (2Juan 1:10-11)

Tales ministros sirven y apelan a los sentidos, a lo sensual, de manera que los ingenuos no pueden ver la diferencia entre servir a Dios y buscar servirse a ellos mismos. El evangelio diluido no sirve ni para alimentar a un ratón de laboratorio, pues sólo le crearía desnutrición y luego, cáncer. La madurez en la doctrina es esencial y requerida por el Señor para no caer en las artimañas del enemigo.

“Para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor. (Efesios 4:14-16)

Pastor Gilberto Miguel Rufat

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