Parábola del Tesoro Escondido - Mateo 13:44

Pasaje para meditar:

"Además, el reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo, el cual un hombre halla, y lo esconde de nuevo; y gozoso por ello va y vende todo lo que tiene, y compra aquel campo."
(Mateo 13:44)

Comentario:

A muchas personas les gustan los cuentos o las aventuras acerca de tesoros escondidos, que podrían ser hallados a través de mapas antiguos muy bien guardados. Sin embargo, en la parábola que examinamos no existe un mapa que conduzca al hombre al descubrimiento del mencionado tesoro. La narración parece dar la impresión de que fuera descubierto por casualidad, pero encontraremos que en Dios no hay casualidades, sino causalidades.

Desde el inicio de la predicación de Juan el Bautista, así como la de Jesús, el inicio del Reino de los cielos (el tesoro) fue anunciado. Y aunque esperado por el pueblo judío, fue vedado y muy pocos entendieron que estaban viviendo dentro del  cumplimiento del mensaje previamente anunciado y testificado por los profetas en las Sagradas Escrituras.

En la parábola del sembrador, Jesús le revela a sus discípulos que ellos eran bienaventurados al poder entender dicho mensaje. "Pero bienaventurados vuestros ojos, porque ven; y vuestros oídos, porque oyen." (Mateo 13:16)

Por consiguiente, aquellos a los que el Padre le da la gracia de ver el tesoro escondido, el cual representa el mensaje de salvación para entrar al reino, serán los únicos que estarán dispuestos a vender todo lo que tienen por obtenerlo. Ya que, nadie va a comprar lo que no puede valorar y mucho menos, si el precio conlleva vender todo lo que se posee.

Conclusión:

El mensaje del reino no requiere de mercaderes, por consiguiente, no hay que mercadearlo. Su valor es intrínseco, por tanto, no necesita que lo adornemos, sino que lo prediquemos. Únicamente, la gracia soberana de Dios puede llevar al pecador a descubrir el tesoro y a capacitarle para abandonar lo que posee, a fin de obtener la salvación.

pastor Gilberto Rufat