Mensaje: La abominación desoladora (parte 6)
Base bíblica: Mateo 24:31
Por: Pr. Gilberto Miguel Rufat
Introducción
En la exposición bíblica previa examinamos Mateo 24:29 y vimos que el enunciado en el que el cielo y la luna no darían su luz, así como el que las estrellas caerían del cielo eran expresiones proféticas antiguo testamentarias que hacían referencia a un tiempo de gran tribulación. De manera que Jesús hizo uso del mismo lenguaje para hablar del juicio que vendría contra Jerusalén, el que finalizaría con la destrucción del templo.
Finalmente, distinguimos que el lamento al que se hace referencia en Mateo 24:30 era al lamento profetizado por el profeta Zacarías en Zacarías 12:10-14. Lamento que era sinónimo del juicio que le esperaba al pueblo judío por haber participado en la muerte de su propio Mesías.
Sin embargo, veremos que antes de que se desatara el juicio de la llegada del Hijo del Hombre en las nubes de gloria, Dios juntaría a su pueblo escogido. Esto es, al remanente que fue profetizado que sería librado de este juicio.
Exposición del texto
31 Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro.
Algunos comentaristas bíblicos interpretan la expresión "Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos" como que luego de la destrucción del templo en Jerusalén, Dios continuaría juntando a sus escogidos o a su iglesia de todos los ángulos de la tierra a través de sus mensajeros. Para estos, la palabra griega traducida como ángeles debe ser traducida como mensajeros.
Para otros, el enunciado "Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos" parece ser evidencia del rapto de la iglesia. Sin embargo, uno de los proponentes reformados del rapto de la iglesia, John MacArthur, afirma que Mateo 24 y 25 trata únicamente sobre la segunda venida de Jesucristo.
Mostraremos que la interpretación correcta de dicha expresión es que Jesucristo y sus ángeles se encargarían de juntar a sus escogidos del pueblo del antiguo pacto antes del juicio contra la gran ciudad de Jerusalén. Reconocemos que aunque es cierto que desde el inicio ha existido una sola iglesia, asamblea o congregación escogida por Dios, no obstante, la promesa antiguo testamentaria indicaba que un remanente de aquel pueblo sería salvo del día de la ira de Dios.
La referencia antiguo testamentaria a este evento se halla en el libro del profeta Ezequiel.
(Ezequiel 9:1-11) 1 Clamó en mis oídos con gran voz, diciendo: Los verdugos de la ciudad han llegado, y cada uno trae en su mano su instrumento para destruir. 2 Y he aquí que seis varones venían del camino de la puerta de arriba que mira hacia el norte, y cada uno traía en su mano su instrumento para destruir. Y entre ellos había un varón vestido de lino, el cual traía a su cintura un tintero de escribano; y entrados, se pararon junto al altar de bronce. 3 Y la gloria del Dios de Israel se elevó de encima del querubín, sobre el cual había estado, al umbral de la casa; y llamó Jehová al varón vestido de lino, que tenía a su cintura el tintero de escribano, 4 y le dijo Jehová: Pasa por en medio de la ciudad, por en medio de Jerusalén, y ponles una señal en la frente a los hombres que gimen y que claman a causa de todas las abominaciones que se hacen en medio de ella. 5 Y a los otros dijo, oyéndolo yo: Pasad por la ciudad en pos de él, y matad; no perdone vuestro ojo, ni tengáis misericordia. 6 Matad a viejos, jóvenes y vírgenes, niños y mujeres, hasta que no quede ninguno; pero a todo aquel sobre el cual hubiere señal, no os acercaréis; y comenzaréis por mi santuario. Comenzaron, pues, desde los varones ancianos que estaban delante del templo. 7 Y les dijo: Contaminad la casa, y llenad los atrios de muertos; salid. Y salieron, y mataron en la ciudad. 8 Aconteció que cuando ellos iban matando y quedé yo solo, me postré sobre mi rostro, y clamé y dije: !!Ah, Señor Jehová! ¿destruirás a todo el remanente de Israel derramando tu furor sobre Jerusalén? 9 Y me dijo: La maldad de la casa de Israel y de Judá es grande sobremanera, pues la tierra está llena de sangre, y la ciudad está llena de perversidad; porque han dicho: Ha abandonado Jehová la tierra, y Jehová no ve. 10 Así, pues, haré yo; mi ojo no perdonará, ni tendré misericordia; haré recaer el camino de ellos sobre sus propias cabezas. 11 Y he aquí que el varón vestido de lino, que tenía el tintero a su cintura, respondió una palabra, diciendo: He hecho conforme a todo lo que me mandaste.
Del mismo modo que el profeta Ezequiel vería que luego de que la gloria de Dios abandonara el templo vendría un tiempo de juicio contra Judá a manos del Imperio babilónico, Mateo presenta que después de que Jesús abandonara el templo, declararía su destrucción. En Ezequiel 9:4, también puede verse que Jehová mandaría sellar a sus escogidos antes de la destrucción de Jerusalén (Ez. 9:8-9).
La palabra griega "episunago" traducida como juntar se encuentra en el evangelio de Mateo solamente en dos ocasiones. La primera mención está en Mateo 23:37 y la segunda, en Mateo 24:31.
(Mateo 23:37) ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste!
En Mateo 23:37, la expresión juntar no significa una reunión física, sino una espiritual, es decir, juntarlos o llamarlos a salvación. Mateo 24:31 presenta que serían juntados para ser librados de los cuatro vientos. La frase "los cuatro vientos" en el Antiguo Testamento está relacionada con pasar por el juicio de Dios o como ser librados del mismo. Algunos ejemplos a continuación:
(Jeremías 49:36) Traeré sobre Elam los cuatro vientos de los cuatro puntos del cielo, y los aventaré a todos estos vientos; y no habrá nación a donde no vayan fugitivos de Elam.
(Daniel 7:2) Daniel dijo: Miraba yo en mi visión de noche, y he aquí que los cuatro vientos del cielo combatían en el gran mar.
(Zacarías 2:6) Eh, eh, huid de la tierra del norte, dice Jehová, pues por los cuatro vientos de los cielos os esparcí, dice Jehová.
(Zacarías 6:5) Y el ángel me respondió y me dijo: Estos son los cuatro vientos de los cielos, que salen después de presentarse delante del Señor de toda la tierra.
Lo que Jesús está afirmando en Mateo 24:31 es que ninguno de los escogidos se perdería porque serían reunidos "desde un extremo del cielo hasta el otro". El cumplimiento de esa promesa se encuentra en Apocalipsis 7, cuando Juan ve que antes de que "los cuatro vientos" desaten su juicio sobre Jerusalén, los 144,000 escogidos de las doce tribus de Israel son sellados.
(Apocalipsis 7:1-3) 1 Después de esto vi a cuatro ángeles en pie sobre los cuatro ángulos de la tierra, que detenían los cuatro vientos de la tierra, para que no soplase viento alguno sobre la tierra, ni sobre el mar, ni sobre ningún árbol. 2 Vi también a otro ángel que subía de donde sale el sol, y tenía el sello del Dios vivo; y clamó a gran voz a los cuatro ángeles, a quienes se les había dado el poder de hacer daño a la tierra y al mar, 3 diciendo: No hagáis daño a la tierra, ni al mar, ni a los árboles, hasta que hayamos sellado en sus frentes a los siervos de nuestro Dios.
En el evangelio de Mateo, Jesús ya les había hablado a sus discípulos acerca de este momento, en dos ocasiones anteriores.
(Mateo 13:36-43) 36 Entonces, despedida la gente, entró Jesús en la casa; y acercándose a él sus discípulos, le dijeron: Explícanos la parábola de la cizaña del campo. 37 Respondiendo él, les dijo: El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre. 38 El campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del reino, y la cizaña son los hijos del malo. 39 El enemigo que la sembró es el diablo; la siega es el fin del siglo; y los segadores son los ángeles. 40 De manera que como se arranca la cizaña, y se quema en el fuego, así será en el fin de este siglo. 41 Enviará el Hijo del Hombre a sus ángeles, y recogerán de su reino a todos los que sirven de tropiezo, y a los que hacen iniquidad, 42 y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes. 43 Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre. El que tiene oídos para oír, oiga.
De la parábola del trigo y la cizaña se desprende que luego de que el sembrador o el Hijo del Hombre sembrara la buena semilla en el mundo, este regresaría con sus ángeles para enjuiciar a los que le eran tropiezo a su reino, a los inicuos, para ser echados en el horno de fuego. Es probable pensar que se describe la segunda venida, ya que se habla de ser arrojados al horno de fuego, lo que a priori podría ser interpretado con ser arrojados al infierno. Sin embargo, cuando se examina la segunda referencia en Mateo, en la que Jesús vuelve a hablarles a sus discípulos sobre el mismo evento, comprendemos que la misma no hace referencia a la segunda venida, porque algunos de sus discípulos o apóstoles estarían vivos cuando el Hijo del Hombre regresara con sus ángeles para juicio.
(Mateo 16:27-28) 27 Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras. 28 De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte, hasta que hayan visto al Hijo del Hombre viniendo en su reino.
No podemos cambiar lo que Jesús dijo en Mateo 16:28 para ajustar el pasaje a nuestras ideas escatológicas, pues son estas las que tienen que ajustarse a lo que Jesús dijo. Es irrefutable que Jesús dijo en Mateo 16:28 que algunos de sus discípulos verían la venida del Hijo del Hombre en juicio.
Las malas interpretaciones de pasajes como Mateo 16:28 han sido utilizadas por los adversarios del evangelio, para atacar la persona de Jesucristo, al señalar que este no cumplió lo que dijo. Presentamos el ejemplo del filósofo ateo Bertrand Russell, quien en su libro Por qué no soy cristiano señala lo siguiente:
Me ocupo de Cristo tal como aparece en los Evangelios, aceptando la narración como es, y allí hay cosas que no parecen muy sabias. Una de ellas es que Él pensaba que Su segunda venida se produciría, en medio de nubes de gloria, antes que la muerte de la gente que vivía en aquella época. Hay muchos textos que prueban eso. Dice, por ejemplo: «No acabaréis de pasar por las ciudades de Israel antes que venga el Hijo del hombre.» Luego dice: «En verdad os digo que hay aquí algunos que no han de morir antes que vean al Hijo del hombre aparecer en el esplendor de su reino»; y hay muchos lugares donde está muy claro que Él creía que su segundo advenimiento ocurriría durante la vida de muchos que vivían entonces. Tal fue la creencia de sus primeros discípulos, y fue la base de una gran parte de su enseñanza moral. Cuando dijo: «No andéis, pues, acongojados por el día de mañana» y cosas semejantes, lo hizo en gran parte porque creía que su segunda venida iba a ser muy pronto, y que los asuntos mundanos ordinarios carecían de importancia. En realidad, yo he conocido a algunos cristianos que creían que la segunda venida era inminente. Yo conocí a un sacerdote que aterró a su congregación diciendo que la segunda venida era inminente, pero todos quedaron muy consolados al ver que estaba plantando árboles en su jardín. Los primeros cristianos lo creían realmente, y se abstuvieron de cosas como la plantación de árboles en sus jardines, porque aceptaron de Cristo la creencia de que la segunda venida era inminente. En tal respecto, evidentemente, no era tan sabio como han sido otros, y desde luego, no fue superlativamente sabio.[1]
No podemos escuchar las palabras de Russell y callar o mirar hacia otro lado. Aunque no estemos de acuerdo con Russell en términos de que Jesús se equivocara, no obstante, Jesús dijo que algunos de sus discípulos lo verían venir en su tiempo.
Por otro lado, algunos apologistas como el conocido autor C. S. Lewis, en su obra titulada The World's Last Night (La última noche del mundo) presenta una apología que termina haciéndole más daño al evangelio y a la persona de Jesucristo.
Las creencias apocalípticas de los primeros cristianos han demostrado ser falsas. Está claro en el Nuevo Testamento que todos esperaban la Segunda Venida en su propia vida. Y, lo que es peor, tenían una razón, y una que encontrarás muy embarazosa. Su Amo se lo había dicho. Compartió, y de hecho creó, su ilusión. Dijo con tantas palabras, "esta generación no pasará hasta que todas estas cosas se hagan". Y se equivocó. Claramente no sabía más sobre el fin del mundo que cualquier otra persona. Es ciertamente el versículo más embarazoso de la Biblia. Pero qué burla, también, que dentro de catorce palabras de ella venga la declaración "Pero de aquel día y de aquella hora no conoce nadie, ni los ángeles que están en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre". La única exhibición de error y la única confesión de ignorancia crecen juntas. Que estaban así en la boca de Jesús mismo, y no fueron simplemente colocados así por el reportero, seguramente no necesitamos dudar. A menos que el reportero fuera perfectamente honesto, nunca habría grabado la confesión de ignorancia; no podía tener ningún motivo para hacerlo, excepto el deseo de decir toda la verdad. Y a menos que los copistas posteriores fueran igualmente honestos, nunca habrían preservado la (aparentemente) errónea predicción sobre "esta generación" después de que el paso del tiempo hubiera mostrado el (aparente) error. Este pasaje (Marcos 13:30-32) y el grito "¿Por qué me has abandonado?" (Marcos 15:34) juntos constituyen la prueba más fuerte de que el Nuevo Testamento es históricamente fiable. Los evangelistas tienen la primera gran característica de los testigos honestos: mencionan hechos que son, a primera vista, perjudiciales para su principal argumento.[2]
Conclusión
Concluimos que Mateo 24:31 se cumplió cuando Jesús regresó en juicio contra la gran ciudad de Jerusalén en el año 70 d. C., lo que dio cumplimiento a Mateo 16:27-28. Que los escogidos o juntados representan a aquellos que los profetas en el Antiguo Testamento anunciaron que serían salvos del día de la ira de Dios. Que la venida del Hijo del Hombre en las nubes de gloria no es la segunda venida de Jesucristo, sino que es el juicio contra Jerusalén, como Jesús lo afirmó en Mateo 23:37. Por lo tanto, Jesús no mintió como aseveraría Russell, antes bien cumplió su palabra cuando dijo: "El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán" (Mateo 24:35).
[1] Bertrand Russell. Por qué no soy cristiano (Kindle Locations 286-298). Editora y Distribuidora Hispano Americana, S.A.. Kindle Edition.
[2] C. S. Lewis. The World's Last Night (Kindle Locations 1000-1013). HarperOne. Kindle Edition.
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