lunes, 12 de octubre de 2020

Bautizados en Cristo Jesús - Romanos 6:1-13

 

Mensaje: Bautizados en Cristo Jesús

Base bíblica: Romanos 6:1-13

Introducción

En Romanos 1, Pablo expone que todos los hombres se encuentran bajo la ira de Dios, por consiguiente, él no se avergüenza del evangelio porque es poder de Dios para salvación a todos los que creen.

En Romanos 2, el apóstol presenta que todos los hombres emiten juicios contra otros y que mediante esto están reconociendo que el mal debe ser juzgado. Sin embargo, no pueden ver que serán juzgados por Dios.

En Romanos 3, expone que todos los hombres están bajo condenación por haber violado la ley o los mandamientos de Dios y que la única manera en la que pueden ser reconciliados con Dios es por medio de la justicia provista por Dios en Cristo Jesús.

En Romanos 4, Pablo afirma que la salvación solamente es posible por medio de la fe en Jesucristo. Que la fe salvífica está basada en la obra de Dios en Cristo y que la misma representa la base de la justificación de su pueblo. Que la salvación siempre ha sido por medio de la fe. Que los creyentes del Antiguo Testamento fueron salvos no por la ley, sino por la fe, como los creyentes hoy. 

En Romanos 5, el apóstol enseña cómo por medio de la fe es que los que han sido llamados llegan a ser justificados. El mensaje de la justificación por la fe no era entendido por muchos, ya que la idea que reinaba era que la base de la justificación era la obediencia a la ley de Dios, por esta razón surge inmediatamente un rechazo a la doctrina de la justificación por la fe, por cuanto algunos creían que dicha enseñanza daba lugar a vivir pecando sin expectación de juicio o condenación.

Exposición del texto

En Romanos 6:1-2, el apóstol va a explicar que la justificación transforma al creyente para andar en una vida nueva (Ro. 6:4). Que la salvación no es una obra mística o psicológica, esto es, que es algo que el cristiano cree que sucedió, pero que no puede entender o algo que cree que sucedió, pero que no tiene ningún impacto sobre su vida. La justificación conduce a la santificación porque el que ha sido justificado ha recibido un nuevo corazón para vivir en obediencia a Dios.

1 ¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? 2 En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él? (Romanos 6:1-2)

En Romanos 6:3-11, Pablo manifiesta que la ordenanza del bautismo testifica sobre la obra que sucede en la justificación o en la salvación del creyente.

3 ¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? 4 Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva. 5 Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección; 6 sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado. 7 Porque el que ha muerto, ha sido justificado del pecado. 8 Y si morimos con Cristo, creemos que también viviremos con él; 9 sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de los muertos, ya no muere; la muerte no se enseñorea más de él. 10 Porque en cuanto murió, al pecado murió una vez por todas; mas en cuanto vive, para Dios vive. 11 Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro. (Romanos 6:3-11)

Verdades que se desprenden de Romanos 6:1-13

1- El bautismo como una ordenanza de la iglesia

El Señor Jesucristo estableció dos ordenanzas a su iglesia:

     a. El bautismo de los nuevos creyentes

     b. La institución de la Cena del Señor

Los evangelios muestran que posterior a la resurrección de Jesucristo, este envía a sus discípulos a predicar el evangelio, a bautizar a todos los que creyeren y a enseñarles que debían guardar todas las ordenanzas o mandamientos.

19 Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; 20 enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén. (Mateo 28:19-20)

2- El significado del bautismo

La palabra griega “baptízo” representa el haber sido sumergidos en algo o el haber sido cubiertos por algo. Por lo tanto, el bautismo principalmente representa la unión del creyente con Cristo. En otras palabras, que antes se encontraba lejos de Dios por causa de su pecado, pero que ahora, por medio de la gracia, se encuentra unido a él en Cristo.

El acto del bautismo representa nuestra unión con Cristo en su muerte y en su resurrección. Es importante señalar que esto es una realidad, no porque los pecadores decidieron unirse a Cristo. La Biblia enseña que Dios Padre escogió salvar a un pueblo a través de la obra de Dios Hijo. Los que conforman su pueblo serían llamados eficazmente a la salvación mediante la obra de Dios Espíritu Santo. Cuando Cristo muere, lo hace en sustitución de todos aquellos que fueron predestinados y al resucitar, lo hace para darles vida a todos los que sustituye.

3 ¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? 4 Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva. (Romanos 6:3-4)

27 porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos. 28 Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús. (Gálatas 3:27-28)

El bautismo es el acto público a través del cual el nuevo discípulo de Cristo testifica de la salvación que ha ocurrido en su corazón. El bautismo consiste en la confesión pública del arrepentimiento de una vida de pecado, así como del compromiso de apartarse del mismo para vivir una vida nueva para la gloria de Dios.

3- El bautismo como testimonio público de la fe

La ordenanza del bautismo le es dada a todos los que ya han sido salvos, por lo que la acción de bautizarse no es la que salva ni aporta ninguna gracia a la salvación que ya ha ocurrido. El libro de los Hechos muestra el testimonio recurrente de que todos los que procedieron al arrepentimiento y a la fe en Jesucristo fueron inmediatamente bautizados.

En nuestros días, muchas congregaciones han aceptado la práctica de llamar a las personas, luego de que el mensaje del evangelio ha sido predicado, a pasar al frente y recibir a Cristo públicamente. No obstante, este no es el modelo de las Sagradas Escrituras. Otra contrariedad radica en que muchos de los que supuestamente se convirtieron en cristianos, permanecen sin ser bautizados y otros tampoco lo desean. Cabe preguntarnos cómo podemos llamarle a eso una práctica bíblica.

Algunos pasajes de estudio que demuestran que el bautismo era obedecido inmediatamente a la conversión pueden verse en Hch. 2:38-41; 8:12; 8:36-38; 9:18; 10:47-48; 16:13; 18:8; 19:5; 22:16.

El apóstol concluye estableciendo lo siguiente:

12 No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias; 13 ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia. (Romanos 6:12-13)

Conclusión

Concluimos que el bautismo es una de dos ordenanzas establecidas por Jesús para su iglesia. Que el mismo no posee ninguna gracia salvífica, sino que testifica de la gracia que ya se ha recibido en el acto de la salvación. Que el bautismo ha de ser practicado inmediatamente por todos aquellos que proceden al arrepentimiento y a la fe en Jesucristo. Que debe ser practicado por inmersión, por cuanto representa la unión de los discípulos con su Señor Jesucristo. Que significa tanto el testimonio de haber muerto a una vida de pecado, así como el compromiso de vivir una vida nueva para la gloria de Dios.

Por: Pastor Gilberto Miguel Rufat

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