Mensaje: ¿Qué
bien haré para tener la vida eterna? (parte 2)
Base bíblica:
Mateo 19:16-30; Marcos 10:17-21; Lucas 18:18-30
16 Entonces vino uno y le dijo: Maestro bueno, ¿qué bien haré para tener la vida eterna? 17 Él le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno sino uno: Dios. Mas si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos. 18 Le dijo: ¿Cuáles? Y Jesús dijo: No matarás. No adulterarás. No hurtarás. No dirás falso testimonio. 19 Honra a tu padre y a tu madre; y, Amarás a tu prójimo como a ti mismo. 20 El joven le dijo: Todo esto lo he guardado desde mi juventud. ¿Qué más me falta? 21 Jesús le dijo: Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme. 22 Oyendo el joven esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones. 23 Entonces Jesús dijo a sus discípulos: De cierto os digo, que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. 24 Otra vez os digo, que es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios. 25 Sus discípulos, oyendo esto, se asombraron en gran manera, diciendo: ¿Quién, pues, podrá ser salvo? 26 Y mirándolos Jesús, les dijo: Para los hombres esto es imposible; mas para Dios todo es posible. 27 Entonces respondiendo Pedro, le dijo: He aquí, nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos seguido; ¿qué, pues, tendremos? 28 Y Jesús les dijo: De cierto os digo que en la regeneración, cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria, vosotros que me habéis seguido también os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel. 29 Y cualquiera que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por mi nombre, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna. 30 Pero muchos primeros serán postreros, y postreros, primeros. (Mateo 19:16-30)
Introducción
Mientras Jesús continúa su travesía hacia
Jerusalén para cumplir el propósito de su primera venida, salvar a muchos
pecadores de la condenación eterna en la que se encuentran, le sale al
encuentro un líder entre los judíos que buscaba saber lo siguiente:“¿qué
bien haré para tener la vida eterna?”.
En la predicación pasada vimos que Jesús le
contesta al joven rico con la pregunta que sigue: “¿Por qué me llamas bueno?”.
Esta pregunta tenía el propósito de mostrarle que la pregunta del joven partía
de una premisa equivocada, la creencia de que existen hombres buenos. Vimos por
la Escritura que nadie es bueno, según la norma o el estándar de Dios.
Jesús también lo confronta con otra premisa
equivocada, pues este líder creía que a través de la obediencia a la ley el
hombre puede ser justificado ante Dios. La Biblia establece que la ley es buena
y santa, pero el hombre no lo es, por tanto, este solamente es hallado culpable
por quebrantar la ley de Dios. El propósito principal de la ley en términos salvíficos
es exponer la culpabilidad, por la desobediencia de la misma, de aquellos que
serían llamados a salvación, para que entendieran su necesidad de un Salvador.
Exposición del texto
23 Entonces Jesús dijo a sus
discípulos: De cierto os digo, que difícilmente entrará
un rico en el reino de los cielos. 24 Otra vez os digo, que es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que
entrar un rico en el reino de Dios. 25 Sus discípulos,
oyendo esto, se asombraron en gran manera, diciendo: ¿Quién, pues, podrá
ser salvo? 26 Y mirándolos Jesús, les dijo: Para los
hombres esto es imposible; mas para Dios todo es posible.
Algunos comentaristas entienden que la
expresión “difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos” significa
que a los ricos se les hace más difícil entrar al reino de los cielos, porque
no ven su necesidad de Dios. Sin embargo, si esto fuera cierto, entonces podríamos
establecer lo contrario con el mismo argumento, que los pobres, por causa de su
pobreza, vienen con prontitud a Jesucristo. Hacer una declaración como esta es
no entender el pasaje de estudio, pues el proverbista expone lo que vemos a continuación:
8 Vanidad y palabra mentirosa aparta de mí; No me des pobreza ni riquezas; Manténme del pan necesario; 9 No sea que me sacie, y te niegue, y diga: ¿Quién es Jehová? O que siendo pobre, hurte, Y blasfeme el nombre de mi Dios. (Proverbios 30:8-9)
Los judíos consideraban que las riquezas
eran una evidencia de la gracia o del favor de Dios. Por esta razón, “sus
discípulos, oyendo esto, se asombraron en gran manera” (Mt. 19:25), ya que probablemente
pensaban que aquel hombre con todas sus cualidades y aparentes calificaciones debía
ser uno de ellos.
La frase “es más fácil pasar un camello
por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios” ha sido
explicada de varias maneras. Las dos explicaciones más comunes son las
siguientes:
1- Algunos comentan que la frase representaba
una pequeña puerta en las ciudades que, al caer la noche y ser cerradas las
puertas principales de las mismas, quedaba como el único medio para entrar a la
ciudad.
2- Otros señalan que se trataba del
orificio sobre el cual se amarraba la soga o cuerda de una barca al puerto.
El problema con estas explicaciones es que
presentan una situación que muestra cierta dificultad, pero en el pasaje de
estudio vemos con claridad que Jesús no está hablando de algo que sea sumamente
difícil, sino que está hablando de algo que es imposible para los hombres. Mateo
19:24-26 presenta dos verdades que debemos conocer:
1- Los hombres no pueden hacer nada para salvarse.
¿Por qué? Porque todos los hombres están
condenados por sus pecados y estos
proceden de su naturaleza pecaminosa heredada como consecuencia del pecado
original. Este hecho trae consigo la segunda verdad.
2- Únicamente Dios puede salvar al pecador.
La locución “para los hombres esto es
imposible; mas para Dios todo es posible” es la razón del mensaje del
evangelio de Jesucristo. Lo que los hombres no pueden alcanzar, Jesucristo está
a poco tiempo de obtenerlo a través de su vida, muerte y resurrección. Es por
medio de Jesucristo, la ofrenda o el pago por los pecados del pueblo que sería
redimido ante Dios, que podemos ser salvos (Mateo 17:24-27).
La condición del joven rico parecía
favorecerlo y ser el resultado de una búsqueda sincera de Dios. Como queda
evidenciado, ante la demanda de Jesús, se marcha triste porque no estaba
dispuesto a abandonar lo que realmente amaba. La Biblia enseña que el hombre
solamente puede ser salvo por medio de una confesión personal de sus pecados (como
resultado del nuevo nacimiento obrado por Dios) y de creer en la obra de Jesucristo
como el único mediador entre Dios y los hombres. La razón por la que únicamente
Dios puede salvar al hombre es porque en su estado natural no tiene ojos para
ver ni oídos para escuchar el evangelio. La razón del problema estriba en que su
corazón está engrosado, como Jesús lo expone en Mateo 13:1-23. De manera que, por
el milagro de Dios de la regeneración del corazón es que Dios mismo hace posible
que el hombre pueda y quiera proceder al arrepentimiento y a la fe para ser salvo.
27 Entonces respondiendo Pedro, le
dijo: He aquí, nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos seguido; ¿qué, pues,
tendremos? 28 Y Jesús les dijo: De cierto os digo que en la regeneración,
cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria, vosotros que me
habéis seguido también os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce
tribus de Israel. 29 Y cualquiera que haya dejado casas, o hermanos, o
hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por mi nombre,
recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna. 30 Pero muchos primeros
serán postreros, y postreros, primeros.
Mateo 19:27-29 presenta varios puntos
importantes:
1- El verdadero evangelio implica renunciar
a vivir por nosotros y para nosotros. La meta del cristiano no es la
satisfacción o la felicidad personal. La meta y la satisfacción del discípulo es
servir al propósito del reino de los cielos y no a la acumulación de bienes
materiales. Los discípulos de Jesús conocen muy bien que no se puede servir a
dos señores, pues amará a uno y aborrecerá al otro (Mateo 6:24).
2- Los discípulos de Cristo entienden que
ser un discípulo tiene un costo, pero no se quejan del mismo porque han
encontrado en Cristo un tesoro escondido, una perla de gran precio. De modo que
venden todo lo que tienen para comprar el terreno que tiene el tesoro (Mateo
13:44) o la perla de gran precio (Mateo 13:45-46). No obstante, también Jesús
les habla a sus discípulos de un costo mayor al de las cosas materiales que tendrían
que pagar.
Y cualquiera que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por mi nombre, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna. (Mateo 19:29)
Cuando el creyente o discípulo vive y pone
en práctica el verdadero evangelio, ciertamente enfrentará situaciones que le
costarán más que renunciar a cosas materiales, ambiciones o metas personales. Esto
le costará además diferentes relaciones. Las tinieblas no pueden ser
reconciliadas con la luz y esas tinieblas muy bien podrían representar a un
esposo, una esposa, un hijo o los hijos, un padre o una madre, entre otros.
3- Jesús aseveró que muchos de los que
parecen que heredarían el reino de los cielos, quedarían fuera y muchos de los
que parecían no ser merecedores serían los primeros en disfrutar del reino
venidero. (Mateo 8:11-12).
Conclusión
Concluimos que el hombre por causa del
estado caído con el que nace, como consecuencia del pecado original, nada puede
hacer para salvarse. Que aunque es deudor de la ley, la misma no puede
salvarlo, sino que únicamente puede mostrarle su pecado, su insuficiencia e
injusticia ante Dios. Que siendo para el hombre imposible alcanzar salvación por
sí mismo, Dios en su soberanía actúa salvando a quienes no lo merecen como un
acto de gracia. Por medio de la gracia salvífica, Dios lleva a cabo lo que era
imposible para todos los hombres, poseer una justicia perfecta delante de Dios.
Esta es la justicia de Cristo, que le es imputada a todos los que se
arrepienten y creen al evangelio para ser salvos.
Seguir a Cristo como discípulo tiene un
costo y uno que el creyente verdadero estará dispuesto a pagar, por considerar
a su Salvador más valioso que cualquiera otra cosa. La salvación obrada por
Jesús se evidencia no sobre la base de la apariencia, sino sobre la actitud y la
obediencia del discípulo hacia lo que su Salvador demanda de él.
Por: Pastor Gilberto Miguel Rufat
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