Mensaje: ¿Quién decís que soy?
Base
bíblica: Mateo 16:13 al 17
Introducción:
El pasaje de estudio se desarrolla, según Marcos 8:27; mientras
Jesús salía con sus discípulos por las aldeas de Cesarea de Filipo. Esto fue precedido
por un tiempo de oración de Jesús con sus discípulos como lo confirma Lucas
9:18. Algunos comentaristas bíblicos colocan este evento unos seis meses aproximadamente
antes de la crucifixión de Jesús. El ministerio terrenal de Jesús llegaba a su
fin y era importante que los discípulos tuvieran un entendimiento claro de
quién él era. Porque le “era necesario ir a Jerusalén y padecer mucho de los
ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas; y ser muerto, y
resucitar al tercer día” (Mateo 16:21).
Los discípulos habían sido testigos de innumerables milagros y habían
participado de la proclamación del mensaje de que el reino de los cielos se había
acercado. Pero se acercaba el tiempo en el que las circunstancias, sumado a su
falta de entendimiento, los llevaría a dudar, así como le ocurriera a Juan el
Bautista (Mateo 16:23). Ser un discípulo de Jesús se convertiría en un gran
riesgo, por cuanto sus vidas correrían peligro (Mateo 16:25-26). Jesús los confrontaría
con el alto costo del discipulado (Mateo 16:24). Sin embargo, les fue anunciado
que cuando vieran al Hijo del Hombre viniendo en su reino, llegarían a estar dispuestos
a dar sus vidas por el evangelio (Mateo 16:28).
Exposición
del pasaje:
Mateo 16:13a “Viniendo Jesús a la región de Cesarea de Filipo,
…”
Judea poseía dos regiones llamadas Cesarea. La etimología del término
Cesarea significa perteneciente a César o ciudad del César. Mateo y Marcos
identifican que estos se encontraban en Cesarea de Filipo. Este lugar era
considerado un lugar mítico porque se decía que había sido el lugar del nacimiento
del gran dios Pan, el dios de la naturaleza griega.
En el tiempo de Jesús, el lugar alcanzó importancia debido a la construcción
de un templo de mármol blanco erigido al César por Herodes el Grande. El cual Felipe,
hijo de Herodes, posteriormente hermoseó aún más y le añadió su nombre para
distinguirla de la Cesarea que estaba en la costa del Mediterráneo.
Según el teólogo William Barclay, esta “Cesarea estaba a unos
cuarenta kilómetros al Noreste del Mar de Galilea. Estaba fuera del dominio de Herodes Antipas, que era el
gobernador de Galilea, y dentro del área del tetrarca Felipe. La población era
principalmente gentil, así es que Jesús podría tener allí paz para enseñar a
los Doce”. Los evangelios sinópticos narran que Jesús aprovechó el momento para
preguntarle a sus discípulos lo que creían de él. Jesús los había mandado a guardarse
de la levadura de los fariseos y de los saduceos. Estos líderes judíos representaban
los dos movimientos religiosos más importantes de la Judea del primer siglo.
Movimientos que no reconocieron a Jesús como el Mesías prometido, sino que
unieron fuerzas para destruirlo.
La
primera pregunta de Jesús
Mateo 16:13b al 14 Jesús “…preguntó a sus discípulos,
diciendo: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre? 14 Ellos dijeron:
Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías, o alguno de los
profetas”.
En Mateo 16:13, Jesús hace uso de la formulación de preguntas como
un método didáctico en el proceso de enseñanza y aprendizaje con sus discípulos.
Jesús no les preguntó a sus discípulos lo que el gentío pensaba sobre él porque
no lo supiera. La pregunta iba dirigida a que los discípulos comenzaran a
pensar sobre la importancia de quién Jesús era y de cómo su conocimiento sobre él
difería de lo que el mundo pensaba.
El método socrático es uno de los enfoques educativos más
antiguos. Persigue la enseñanza junto al desarrollo del pensamiento crítico. Su
principal característica es la eliminación de pretensiones de certeza con el
objetivo de animar a una comprensión más profunda de un tema en particular. La
primera pregunta comienza el proceso de enseñanza. Jesús les pregunta a sus
discípulos en Mateo 16:13 “… ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del
Hombre?”. En Marcos 8:27, la pregunta lee: “… ¿Quién dicen los hombres que soy
yo?”; mientras que en Lucas 9:18, la pregunta lee: “… ¿Quién dice la gente que
soy yo?”
Como estableciéramos previamente, la primera pregunta no fue hecha
para proveerle conocimiento a Jesús sobre lo que la gente pensaba sobre él.
Tampoco fue dirigida a investigar lo que los discípulos pensaban sobre quién
era el “Hijo del Hombre”, porque Jesús les había expresado que él lo era en otras
ocasiones. En Mateo el término “Hijo del Hombre” es el nombre principal
utilizado por Jesús para referirse a sí mismo. Este aparece en treinta
versículos, siendo el nombre más importante, por cuanto lo identifica con el
reino. Esta expresión proviene de Daniel 7:13 al 14 donde se profetiza que un “hijo
de hombre” recibiría un reino eterno dado por Dios, en los días postreros del
cuarto imperio gentil sobre Judá.
La
contestación de los discípulos a la primera pregunta
La respuesta de los discípulos fue la siguiente: “Unos, Juan el
Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías, o alguno de los profetas”.
¿Qué
procuró Jesús con la primera pregunta?
1- Al responder a la pregunta, los discípulos se percatarían de lo
enseñado anteriormente por Jesús. Se darían cuenta de que nadie, absolutamente
nadie puede conocer quién es Jesús y venir a él, sin que el Padre obre en el
mismo. El hombre natural no puede llegar por sí mismo al conocimiento salvador
de quién es Jesús. La respuesta de los discípulos dejaría claro que entre los
que no se opondrían al ministerio de Jesús, algunos podrían ver en Jesús no más
que a un profeta. El problema con tal creencia es que Jesús es más que un
profeta. Jesús es la palabra encarnada de Dios, el sumo sacerdote enviado por
Dios a favor de los que heredarían salvación, así como el Mesías, rey del reino
de Dios.
2- La contestación a esta pregunta serviría también para que los
discípulos comprendieran por qué el pueblo de Israel se rebelaría posteriormente
contra Jesús y lo condenaría a muerte como Jesús claramente lo manifestaría.
La
segunda pregunta de Jesús
Mateo 16:15 al 16 “Él les dijo: Y vosotros, ¿quién decís
que soy yo? 16 Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del
Dios viviente”.
¿Qué
procuró Jesús con la segunda pregunta?
La segunda pregunta serviría al propósito de que los discípulos se
vieran en la necesidad de articular su fe sobre Jesús, para contrastarla con lo
que el pueblo pensaba sobre él. La pregunta que debía surgir en sus mentes es la
siguiente: ¿Por qué ante el mismo mensaje del evangelio y de las mismas señales
que acompañaron a Jesús durante su ministerio unos pocos llegaron al
conocimiento de la verdad; mientras que otros solamente pudieron acercarse a la
misma?
La
contestación de los discípulos a la segunda pregunta
La contestación de Pedro en el evangelio de Mateo 16, unifica tres
términos importantes sobre la persona de Jesús en uno: el Hijo del Hombre, el
Cristo y el Hijo del Dios viviente.
1- Como el Hijo del Hombre, Jesús es aquel a quien Dios el Padre
le entregaría el dominio de su reino.
2- Como el Cristo, el Mesías o el Ungido de Dios, Jesús es quien
traería salvación al remanente previamente anunciado por los profetas en los
postreros días.
3- Como el Hijo del Dios
viviente, Jesús es más que un profeta o que el cumplimiento del rey anunciado, ya
que él es Dios en la carne. Él es Emanuel Dios con nosotros.
De esta declaración se desprende que Jesús es Dios encarnado
manifestado para ser el rey ungido por Dios para la salvación del pueblo
escogido. Esto contrasta con la idea general del pueblo judío de un rey humano
levantado por Dios de la casa de David para llevar al pueblo de Israel a la
gloria postrera.
Antes de la caída, toda la creación se encontraba directamente
bajo el dominio del reino de Dios. Después de la caída, la Biblia enseña que
hubo una separación entre Dios y los hombres, quedando toda la creación
afectada por la introducción del pecado. Resulta maravilloso que en la
afirmación de Pedro, Jesús sea presentado como heredero del trono de Dios, así
como del trono de David. Porque en la persona de Jesús, cien por ciento hombre
y cien por ciento Dios, se unifica el plan soberano de Dios para restablecer su
reino caído entre los hombres. De manera que podemos afirmar que Jesús es el
cumplimiento de la oración venga a nosotros tu reino. No solo porque únicamente
a través de Jesús podemos ser salvos, sino porque por medio de él todas las
cosas son hechas nuevas, para la gloria de Dios.
La
afirmación de Jesús a la contestación de Pedro
Mateo 16:17 “Entonces le respondió Jesús: Bienaventurado
eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi
Padre que está en los cielos”.
La aseveración de Jesús a la contestación de Pedro establece lo que
sigue:
1- Solamente Dios puede revelar a su Hijo a los hombres. La
salvación es un milagro de la gracia de Dios en la que los ciegos llegan a ver,
a los sordos se les permite escuchar y a los muertos se les resucita para vida
eterna.
2- La salvación es una bienaventuranza, un acto de la gracia de
Dios que no merecemos, que no puede ser alcanzado y que únicamente puede ser recibido
por medio de la fe en Jesucristo.
3- La gracia en la salvación es un asunto de la soberanía de Dios
y no es una decisión de los hombres, por cuanto estos son esclavos de su propia
voluntad caída y pecadores que por naturaleza han sido destituidos de la gloria
de Dios.
Conclusión:
Concluimos que el cristianismo no puede existir donde no existe
una clara comprensión de quién es Jesús. Que ser cristiano es más que estar de
acuerdo con el evangelio. Que nadie es cristiano por tomar una decisión, sino que
llega a serlo por un acto de la gracia de Dios. Que en dicho acto, Dios cambia
el corazón para que el pecador pueda proceder al arrepentimiento de sus pecados
y a la fe en Jesucristo para salvación.
Donde Dios no ha obrado salvación, debemos continuar orando y testificando
del mandato de responder en arrepentimiento y fe en Jesucristo. Finalmente,
debemos confiar en que Dios continuará llamando a salvación a sus elegidos.
Por: Pastor Gilberto Miguel Rufat
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