El decreto de redención y la salvación de los gentiles en la carta a
los Romanos
Introducción
La carta a los Romanos puede ser considerada la revelación del
evangelio de Jesucristo. En la misma, Pablo
describe la condición de esclavitud en la que se encuentra el hombre por causa
del pecado. El apóstol anuncia la salvación a través de una justicia otorgada
por Dios mediante la fe en Jesucristo. La carta presenta el evangelio como
poder de Dios para salvación a todo aquel que cree. Los creyentes son llamados a
vivir un culto racional, donde el sacrificio verdadero es una vida de
obediencia a Dios. En Romanos, es proclamada la esperanza gloriosa que aguarda
a los hijos de Dios, independientemente de los retos y de los peligros del tiempo
presente.
Para propósitos de nuestro estudio, expondremos a través de
la epístola a los Romanos que la salvación previamente anunciada en el Antiguo
Testamento nunca estuvo limitada al pueblo judío. Que los gentiles no fueron
introducidos en el plan de redención por causa del rechazo de Israel a su
propio Mesías. Creencia que lamentablemente es ampliamente aceptada en nuestros
días, pero contraria a la teología nuevo testamentaria y, por lo tanto, falsa.
Demostraremos que los gentiles siempre formaron parte de la promesa hecha a Abraham.
Que aquellos gentiles que creyeron en Jesucristo son llamados hijos de Abraham.
Que no todos los judíos por ser descendientes de Abraham serían salvos, sino
únicamente los escogidos. Que Dios no tiene dos pueblos, sino que solamente tiene
un pueblo redimido por medio de Jesucristo.
La salvación de los gentiles
En Romanos 1:13-14,
Pablo presenta que desea comunicar el evangelio en Roma (Ro. 1:10), por cuanto esperaba
obtener entre los romanos “algún fruto, como entre los demás gentiles” (Ro.
1:13). El apóstol se veía a sí mismo como deudor del evangelio a griegos y no
griegos (Ro. 1:14). De manera, que es evidente en la carta a los Romanos que el
evangelio debía ser comunicado a todos.
En Romanos 1:16-17,
Pablo afirma que no se avergüenza del evangelio de Jesucristo porque a través
del mismo el poder de Dios se manifiesta para salvación “a todo aquel que cree”,
fuera judío o gentil. Ya que la justicia salvífica en Jesucristo es la misma
para todos los que creen.
En Romanos 2:9-16,
Pablo enseña que todos los hombres que hacen lo malo serán juzgados por Dios;
judíos o gentiles. El apóstol expone que todos los que buscan la gloria, la
honra y la paz en Cristo serán salvos, “porque no hay acepción de personas para
con Dios”. Tanto gentiles como judíos están perdidos y únicamente existe la
justicia de Dios en Cristo para ambos. Por consiguiente, no existe ninguna
diferencia soteriológica entre estos.
En Romanos 2:28-29,
Pablo redefine el concepto de ser un judío para con Dios. Término que era
interpretado por los judíos como perteneciente al pueblo escogido por Dios y, por
ende, exclusivamente a su favor. Para los judíos, la circuncisión del prepucio
era la marca externa que evidenciaba a los hijos de Dios. Las Escrituras
antiguo testamentarias presentan la circuncisión de la carne como una sombra de
algo que debía ocurrir en el corazón. La base de esta enseñanza es sostenida
por los profetas Jeremías y Ezequiel, respectivamente. En Romanos, la verdadera
marca de un judío es la circuncisión del corazón y no está limitada a los
judíos, sino que es la marca de todos los que serán llamados a salvación.
En Romanos 3:9,
Pablo vuelve a señalar que judíos y gentiles están bajo pecado delante de Dios,
no haciendo ninguna distinción entre ambos.
En Romanos 3:21-26,
Pablo muestra que la justicia provista en la salvación es para todos los que
creen al evangelio. Aquellos judíos y gentiles que son salvos son justificados
gratuitamente por medio de la fe en Jesús. De modo que en Romanos, judíos y
gentiles comparten la misma naturaleza caída hasta el momento de la salvación y
una vez salvos, son hechos partícipes de la misma justificación en Jesucristo,
“porque no hay diferencia” (Ro. 3:22).
En Romanos 3:29, Pablo
hace una poderosa y contundente aseveración: Dios es Dios tanto de judíos y
gentiles en la salvación. Por tal razón, es incorrecto hablar de diferentes
pactos de salvación, por cuanto existe un solo mediador para salvación de
judíos y gentiles.
En Romanos 4:3-12,
Pablo presenta que Abraham fue justificado únicamente por la fe (Ro. 4:1-3). La
ley como la conocemos “vino cuatrocientos años después” con Moisés (Gá. 3:17). El
apóstol asevera que “la bienaventuranza del hombre a quien Dios atribuye
justicia sin obras” (Ro. 4:3-8), no era de exclusividad judía (Ro. 4:9-12). Por
cuanto Abraham fue constituido padre de todos los creyentes; incircuncisos y
circuncisos (Ro. 4:23-25).
Pablo presenta que la inclusión de los gentiles en el plan de
Dios, queda evidenciada por el testimonio del orden de los eventos en la
salvación de Abraham. El orden es el siguiente:
1. Dios llama a Abraham a salir de su tierra y de su parentela,
hacia una tierra que le sería mostrada (Gn. 12:1-3).
2. Abraham responde por la fe al llamado de Dios (Gn. 12:4-7;
Gn. 15:6).
3. Dios confirma la promesa a través de un pacto, del cual Abraham
sólo fue espectador y beneficiario, lo mismo que su descendencia (Gn. 15:6-21).
4. Dios llama a Abraham a circuncidarse con todos los suyos,
como marca externa de aquellos que conformarían su pueblo (Gn. 17:9-14).
De lo expuesto se desprenden dos cosas. En primer lugar, la
circuncisión de la carne constituyó desde el principio el testimonio externo de
lo que había ocurrido en el corazón de Abraham al momento de la salvación. La
circuncisión de la carne nunca fue el medio por el cual fue salvo, sino que fue
la marca externa de su regeneración. En segundo lugar, y en extremo importante
para nuestro estudio, es que Abraham fue salvo antes de recibir el mandato de
la circuncisión. Este hecho es presentado como evidencia de que Abraham sería
llamado padre de los incircuncisos o de los gentiles que creerían al evangelio
(Ro. 4:10-11).
Queda establecido que el llamado de los gentiles a la fe en
el evangelio de Jesucristo, no provino como consecuencia del rechazo del pueblo
judío al mismo. Esta creencia es falsamente enseñada por muchos en nuestro
tiempo. Pablo presenta, sin lugar a dudas, que los gentiles desde el principio estuvieron
dentro del pacto comunicado por Dios a Abraham.
En Romanos 4:16-25,
Pablo enseña que la promesa hecha por Dios a Abraham, que sería padre de muchas
gentes, incluía a los gentiles (Ro. 4:17). El apóstol afirma que, “no solamente
para la que es de la ley, sino también para la que es de la fe de Abraham, el cual
es padre de todos nosotros” (Ro. 4:16). Por lo tanto, decir que el pacto
abrahámico es de exclusividad judía, es una falsa enseñanza como ya hemos
expuesto. No existen dos pactos de redención; uno para Israel y otro para la
iglesia. Solamente existe un pacto de redención decretado en la eternidad, mediante
la obra de Jesucristo, para todos aquellos que Dios llamaría soberanamente.
En Romanos 9:3-8,
Pablo expone que no todos los judíos por ser descendientes de Abraham serían
salvos, sino únicamente aquellos que fueron elegidos según la promesa. En
Romanos 4:16-25, vemos a Pablo también afirmando que muchos gentiles serían
salvos a través de la promesa hecha a Abraham. Esto muestra que judíos y
gentiles eran beneficiarios del pacto abrahámico.
En Romanos 9:23-26,
Pablo señala varias cosas importantes. En primer lugar, que los vasos de misericordia
escogidos por Dios para salvación no eran de exclusividad judía (Ro. 9:23-24).
En segundo lugar, que la promesa a Oseas capítulos 1 y 2, se habría de cumplir en
todos aquellos llamados a salvación dentro de los cuales estaban los gentiles
(Ro. 9:24-27). En tercer lugar, que los gentiles estaban incluidos dentro del
remanente profetizado para salvación por los profetas (Ro. 9:27).
En Romanos 10:11-13,
Pablo señala nuevamente que “no hay diferencia entre judío y griego, pues el mismo
que es Señor de todos, es rico para con todos los que le invocan” (Ro. 10:12). “Porque
todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo” (Ro. 10:13; Joel 2:32),
lo que es otra referencia antiguo testamentaria de que el remanente profetizado
que sería salvo, estaba constituido por judíos y gentiles.
En Romanos 10:16-21,
Pablo vuelve a señalar que el Antiguo Testamento profetizó la salvación de los
gentiles, usando como evidencia a Moisés y al profeta Isaías. Que los gentiles
salvos son el cumplimiento de la profecía acerca del pueblo con el cual Dios
provocaría a celos al remanente que sería salvo de Israel.
En Romanos 11:11-13,
Pablo testifica que el rechazo de Israel dio paso a la predicación del
evangelio entre los gentiles para salvación a los que creyeran.
En Romanos 11:30-36,
Pablo presenta que el decreto de salvación de los escogidos o de los vasos de
misericordia se llevaría a cabo en determinado orden. A los judíos se les
anunciaría primeramente el evangelio para confirmación de las promesas (Ro.
15:8). Luego el evangelio sería predicado a los gentiles, por cuanto estos estaban
incluidos dentro de los vasos de misericordia que Dios salvaría (Ro. 9:23-24).
En Romanos 15:8-12,
Pablo llama a judíos y gentiles escogidos, como parte del decreto de elección, a
dar gracias a Dios por haber sido escogidos. Los llama a cantar de la misericordia
inmerecida de Dios en Cristo.
En Romanos 15:15-21,
Pablo da gracias por su ministerio a los gentiles y habla de los que fueron
llamados a salvación a través del mismo, como una ofrenda agradable y
santificada por el Espíritu Santo de Dios.
En Romanos 16:4,
Pablo, al final de la epístola, da gracias por las iglesias establecidas entre
los gentiles.
Conclusión
Concluimos que la carta a los Romanos irrefutablemente
muestra que los gentiles siempre formaron parte del plan de salvación en
Jesucristo. Que los mismos estaban incluidos en la promesa hecha a Abraham. Que
la promesa hecha a Abraham no era de exclusividad judía. Que Cristo es el
mediador y el que justifica a todos los que creen; judíos o gentiles. Que la
salvación a través de la fe en Jesucristo es común a todos los que se salvan.
Por: Pastor Gilberto Miguel Rufat
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