viernes, 6 de mayo de 2016

NO TEMÁIS - Juan 6:16-21



“No TEMÁIS”

Base Bíblica: Juan 6:16-21

Al anochecer, descendieron sus discípulos al mar, y entrando en una barca, iban cruzando el mar hacia Capernaúm. Estaba ya oscuro, y Jesús no había venido a ellos. Y se levantaba el mar con un gran viento que soplaba. Cuando habían remado como veinticinco o treinta estadios, vieron a Jesús que andaba sobre el mar y se acercaba a la barca; y tuvieron miedo. Mas él les dijo: Yo soy; no temáis. Ellos entonces con gusto le recibieron en la barca, la cual llegó en seguida a la tierra adonde iban.

Introducción

Después de la alimentación de los cinco mil, Jesús despidió a la multitud y mandó a sus discípulos a cruzar al otro lado del mar de Capernaúm y a esperarlo allí. La multitud le había querido hacer rey, pero un rey de acuerdo con sus necesidades personales y ambiciones nacionales. Sabiendo esto, Jesús se apartó para orar y mientras los discípulos navegaban, comenzó una gran tempestad.

¿Cuántas veces nos hemos encontrado en medio de una tormenta, en aquellos momentos en los que estamos obedeciendo la voluntad de Dios? Un instante atrás, habían presenciado uno de los mayores milagros en sus vidas y ahora, estaban atravesando una de los mayores momentos de temor de su existencia. Sin embargo, son los momentos en la presencia de Dios en oración, en su Palabra, en la comunión con los hermanos, entre otros, los que afirman nuestra fe para poder resistir el día malo.

¿Cuánto tiempo aparta para conocer a Dios y estar consciente de su presencia y de su amor en su vida? Note que no dije; para buscar su presencia, por cuanto Dios está siempre presente en la vida de sus hijos.


I.             No TEMÁIS aunque haya obscuridad.

Uno de los aspectos negativos del temor es que no nos permite ver con claridad a Jesús. Había caído la noche y Jesús se acercaba a ellos caminando sobre el mar; mientras que los discípulos temieron porque no le podían ver y creían que era un fantasma. Sin embargo, cuando Jesús les dijo: “yo soy no temáis” los discípulos pudieron verle. Todo verdadero discípulo hallará la luz de Cristo en medio de la más densa obscuridad.

II.           No TEMÁIS aunque haya comenzado una tempestad.

Uno de los pensamientos que incita temor en medio de la tempestad es el sentido de soledad. Es muy posible que los discípulos se preguntaran, ¿dónde está Jesús? El temor nos hace pensar que estamos solos. Lo maravilloso del pasaje es que aunque los discípulos no veían a Jesús, él los veía desde el monte donde oraba (Mr. 6:48). En medio de cada tempestad, Jesús ora por sus hijos. No son nuestras fuerzas las que nos sostienen, sino la gracia de un Dios que es fiel. Recordemos que en medio de cada tempestad hay uno intercediendo por nosotros al Padre.

III.          No TEMÁIS aunque los vientos sean contrarios.

Otro de los pensamientos que conduce al temor es que, nos preguntamos si realmente estamos haciendo la voluntad de Dios. Las tormentas de la vida se levantarán, pero no es lo mismo estar en medio de ellas por causa de la desobediencia, que encontrarnos en ellas haciendo la voluntad de Dios.

IV.          No TEMÁIS aunque se encuentre cansado en medio del mar.

Otro de los pensamientos que experimentamos en medio del temor es el deseo de que sería mejor volver atrás. ¿No es más fácil navegar a favor de la corriente? (ver Mt. 14:24). El pueblo de Dios se vio en este dilema cuando llegó a la tierra prometida (Nm. 14:1-4). Volver atrás es la peor decisión que un hombre puede tomar, puesto que Jesús afirmó que los tales no son dignos del Reino de Dios.

V.           No temáis aunque crea que no pueda llegar.

Otro pensamiento que conlleva al temor y que debemos rechazar es precisamente el temor a no llegar. El evangelio de Juan dice algo referente a este suceso que los demás evangelistas como Mateo y Marcos no describieron y fue que al instante de ellos recibir a Jesús en la barca llegaron inmediatamente a la orilla. Si algo afirma constantemente la Biblia, es que los que nos hemos asido de Cristo llegaremos al final, pues esto está asegurado por el propio Jesús.    

Conclusión

Jesús, quien nos llamó por su gracia, quien nos envió a predicar el evangelio y a vivir en respuesta a su amor, nos sostendrá hasta el final. ¿Podemos confiar en Dios? Sí, ciertamente podemos confiar en él. No permita que el temor nuble su comprensión de la realidad de Dios en su vida. A diferencia de este pasaje, Jesús no va a llegar en el momento preciso a su vida, él ya está en su vida, solamente debe confiar en su designio. Nuestro destino final está garantizado por la obra y la presencia de Dios en nuestra vida. No tema, tenga fe.

Bendiciones.

Pastor Gilberto Rufat

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