“No TEMÁIS”
Base Bíblica:
Juan 6:16-21
“Al anochecer, descendieron sus discípulos al mar, y
entrando en una barca, iban cruzando el mar hacia Capernaúm. Estaba ya oscuro,
y Jesús no había venido a ellos. Y se levantaba el mar con un gran
viento que soplaba. Cuando habían remado como veinticinco o treinta
estadios, vieron a Jesús que andaba sobre el mar y se acercaba a la barca; y
tuvieron miedo. Mas él les dijo: Yo soy; no temáis. Ellos
entonces con gusto le recibieron en la barca, la cual llegó en seguida a la
tierra adonde iban.”
Introducción
Después
de la alimentación de los cinco mil, Jesús despidió a la multitud y mandó a sus
discípulos a cruzar al otro lado del mar de Capernaúm y a esperarlo allí. La multitud
le había querido hacer rey, pero un rey de acuerdo con sus necesidades personales
y ambiciones nacionales. Sabiendo esto, Jesús se apartó para orar y mientras
los discípulos navegaban, comenzó una gran tempestad.
¿Cuántas
veces nos hemos encontrado en medio de una tormenta, en aquellos momentos en
los que estamos obedeciendo la voluntad de Dios? Un instante atrás, habían
presenciado uno de los mayores milagros en sus vidas y ahora, estaban atravesando
una de los mayores momentos de temor de su existencia. Sin embargo, son los momentos
en la presencia de Dios en oración, en su Palabra, en la comunión con los
hermanos, entre otros, los que afirman nuestra fe para poder resistir el día
malo.
¿Cuánto
tiempo aparta para conocer a Dios y estar consciente de su presencia y de su
amor en su vida? Note que no dije; para buscar su presencia, por cuanto Dios
está siempre presente en la vida de sus hijos.
I.
No TEMÁIS aunque haya obscuridad.
Uno
de los aspectos negativos del temor es que no nos permite ver con claridad a
Jesús. Había caído la noche y Jesús se acercaba a ellos caminando sobre el mar;
mientras que los discípulos temieron porque no le podían ver y creían que era
un fantasma. Sin embargo, cuando Jesús les dijo: “yo soy no temáis” los
discípulos pudieron verle. Todo verdadero discípulo hallará la luz de Cristo en
medio de la más densa obscuridad.
II.
No TEMÁIS aunque haya comenzado una tempestad.
Uno
de los pensamientos que incita temor en medio de la tempestad es el sentido de
soledad. Es muy posible que los discípulos se preguntaran, ¿dónde está Jesús? El
temor nos hace pensar que estamos solos. Lo maravilloso del pasaje es que
aunque los discípulos no veían a Jesús, él los veía desde el monte donde oraba
(Mr. 6:48). En medio de cada tempestad, Jesús ora por sus hijos. No son
nuestras fuerzas las que nos sostienen, sino la gracia de un Dios que es fiel. Recordemos
que en medio de cada tempestad hay uno intercediendo por nosotros al Padre.
III.
No TEMÁIS aunque los vientos sean contrarios.
Otro
de los pensamientos que conduce al temor es que, nos preguntamos si realmente
estamos haciendo la voluntad de Dios. Las tormentas de la vida se levantarán,
pero no es lo mismo estar en medio de ellas por causa de la desobediencia, que
encontrarnos en ellas haciendo la voluntad de Dios.
IV.
No TEMÁIS aunque se encuentre cansado en medio del mar.
Otro
de los pensamientos que experimentamos en medio del temor es el deseo de que
sería mejor volver atrás. ¿No es más fácil navegar a favor de la corriente? (ver
Mt. 14:24). El pueblo de Dios se vio en este dilema cuando llegó a la tierra
prometida (Nm. 14:1-4). Volver atrás es la peor decisión que un hombre puede
tomar, puesto que Jesús afirmó que los tales no son dignos del Reino de Dios.
V.
No temáis aunque crea que no pueda llegar.
Otro
pensamiento que conlleva al temor y que debemos rechazar es precisamente el
temor a no llegar. El evangelio de Juan dice algo referente a este suceso que
los demás evangelistas como Mateo y Marcos no describieron y fue que al
instante de ellos recibir a Jesús en la barca llegaron inmediatamente a la
orilla. Si algo afirma constantemente la Biblia, es que los que nos hemos asido
de Cristo llegaremos al final, pues esto está asegurado por el propio Jesús.
Conclusión
Jesús,
quien nos llamó por su gracia, quien nos envió a predicar el evangelio y a
vivir en respuesta a su amor, nos sostendrá hasta el final. ¿Podemos confiar en
Dios? Sí, ciertamente podemos confiar en él. No permita que el temor nuble su
comprensión de la realidad de Dios en su vida. A diferencia de este pasaje,
Jesús no va a llegar en el momento preciso a su vida, él ya está en su vida,
solamente debe confiar en su designio. Nuestro destino final está garantizado
por la obra y la presencia de Dios en nuestra vida. No tema, tenga fe.
Bendiciones.
Pastor
Gilberto Rufat
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