martes, 19 de enero de 2016

TODAS LAS COSAS LES AYUDAN A BIEN - ROMANOS 8:28



“TODAS LAS COSAS LES AYUDAN A BIEN”


 Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. (Romanos 8:28)

Una mirada rápida del versículo podría dar la impresión de que es el amor de los hijos hacia Dios, el que hace que las cosas sean encaminadas u obren para bien. Sin embargo, esto es incorrecto. Si invertimos el orden del versículo colocándolo del final al inicio dirá algo así:

A los que conforme a su propósito son llamados, todas las cosas les ayudan a bien, esto saben los que aman a Dios. (Parafraseado por el autor)

El punto aquí presentado por Pablo es que los creyentes deben conocer que la gracia de Dios en la salvación garantiza su destino, no las circunstancias, ni aun, su amor.  

Veamos otras versiones de la Biblia sobre Romanos 8:28 para comparar sus traducciones.


También sabemos que Dios dispone todas las cosas para bien de los que lo aman, [a quienes él ha escogido y llamado]. (Biblia Latinoamericana)

Y sabemos que para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien, esto es, [para los que son llamados conforme a su propósito]. (Biblia de las Américas)

Ahora bien: sabemos que Dios hace concurrir todas las cosas para el bien de los que le aman, [de los que según sus designios son llamados]. (Biblia Nacar Colunga)

Por lo demás, sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman; [de aquellos que han sido llamados según su designio]. (Biblia de Jerusalén 1976)

Y nosotros sabemos que a los que aman a Dios, Él los ayuda en todo para bien, [a los que designó anticipadamente para que fueran llamados]. (Biblia Peshitta)



Observe que el énfasis de la seguridad que deben tener los creyentes descansa no en el amor de éstos hacia Dios, sino en el propósito y la elección por el cual fueron llamados. Lamentablemente, Romanos 8:28 es uno de los versículos más citados en libros de reflexiones cristianas para proveer aliento, esperanza y seguridad, en medio de las pruebas. Su interpretación descansa y depende de algo reconocido por casi todos los cristianos y contradictoriamente rechazado por éstos en otros momentos; la soberanía y la providencia de Dios. Para comprender Romanos 8:28 es necesario interpretarlo en su contexto. Pablo viene hablando de que los creyentes viven por virtud de la gracia y de la obra del Espíritu Santo. Razón por la cual, tienen por cierto que las pruebas y las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que ha de ser manifestada. Pablo le comunica a los hermanos en Roma, que el Espíritu Santo no les ayuda solamente en sus debilidades, sino que también les ayuda en la vida de oración a Dios. De manera, que el énfasis en Romanos 8:28 es en que los que aman a Dios saben que él obrará en sus vidas porque le pertenecen, pues él es el esposo de la iglesia (Romanos 7). Los creyentes no viven por el régimen de la ley, sino del Espíritu, quien se ocupa de que todo obre para bien. Por consiguiente, el apóstol está hablando de la seguridad que poseen los creyentes en Cristo. Tema con el cual culminará el capítulo ocho, en la siguiente afirmación:


¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; Somos contados como ovejas de matadero. Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro. (Ro. 8:35-39)


La Biblia es clara y consistente en establecer que los creyentes son amados por Dios y en que por virtud de su amor es que vencen.


En esto consiste el amor: [no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros], y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados. (1Jn. 4:10)

Nosotros le amamos a él, porque [él nos amó primero]. (1Jn. 4:19)


Es importante señalar que Pablo desarrollará a través de la carta a los Romanos, que fuimos llamados conforme al propósito de Dios. La salvación no se inició por una decisión humana, por lo que, no terminará con ella. Jesús dijo de manera categórica, que nadie puede venir a él, sin que primero el Padre no le trajere.


[Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí]; y al que a mí viene, no le echo fuera.” (Jn. 6:37) 

Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de [todo lo que me diere, no pierda yo nada], sino que lo resucite en el día postrero. (Jn. 6:39)

[Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere]; y yo le resucitaré en el día postrero. (Jn. 6:44)

La predicación del evangelio hace un llamado general, el cual únicamente es eficaz en aquellos que mediante la obra del Espíritu Santo son llamados. La expresión llamados en Romanos 8:28, del griego κλητός “kletos” significa llamado o invitado. Por consiguiente, aun nuestra respuesta en arrepentimiento y fe en Jesucristo, es obrada por la gracia de Dios en el llamado a la salvación.

Los creyentes no vivimos a expensas de nuestras decisiones, ni del devenir o del destino, sino que vivimos por la gracia de Dios. Por tal razón, en todas las cosas que nos acontecen, Dios obra y provee para que su voluntad se cumpla. La razón de tal garantía en Romanos 8, no descansa en nuestra entrega y vida espiritual, sino en su amor. Esto no significa que Dios promete librarnos de situaciones difíciles, oscuras e inclusive, la muerte. Pero, nos prometió que estaría con nosotros todos los días y hasta el fin del mundo y que todo obraría para bien.

José es un buen ejemplo en el Antiguo Testamento de cómo cada momento de nuestras vidas es controlado y dirigido soberanamente por Dios. No estamos diciendo, que no existe responsabilidad sobre nuestras decisiones, sino que Dios obra por encima de ellas y que las permite cuando así lo entienda para que su plan se cumpla, por cuanto no está limitado.


Viendo los hermanos de José que su padre era muerto, dijeron: Quizá nos aborrecerá José, y nos dará el pago de todo el mal que le hicimos. Y enviaron a decir a José: Tu padre mandó antes de su muerte, diciendo: Así diréis a José: Te ruego que perdones ahora la maldad de tus hermanos y su pecado, porque mal te trataron; por tanto, ahora te rogamos que perdones la maldad de los siervos del Dios de tu padre. Y José lloró mientras hablaban. Vinieron también sus hermanos y se postraron delante de él, y dijeron: Henos aquí por siervos tuyos. Y les respondió José: No temáis; ¿acaso estoy yo en lugar de Dios? [Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó a bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener en vida a mucho pueblo]. Ahora, pues, no tengáis miedo; yo os sustentaré a vosotros y a vuestros hijos. Así los consoló, y les habló al corazón. (Gn. 50:15-21)


¡Alabado sea Dios! Porque él encamina todas las cosas a bien.


Pastor Gilberto Rufat

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