Escogido desde el principio para salvación
(parte 3)
(parte 3)
Por: Pastor Gilberto Rufat
Base Bíblica: 2Ts. 2:13-15
“Pero nosotros debemos dar siempre gracias a Dios respecto a vosotros, hermanos amados por el Señor, de que Dios os haya escogido desde el principio para salvación, mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad, a lo cual os llamó mediante nuestro evangelio, para alcanzar la gloria de nuestro Señor Jesucristo. Así que, hermanos, estad firmes, y retened la doctrina que habéis aprendido, sea por palabra, o por carta nuestra.” 2Ts. 2:13-15 (énfasis añadido por autor)
III. Escogidos desde el principio para salvación, pero llamados por medio del evangelio.
La Biblia enseña que la predicación del evangelio es el medio que Dios escogió, a fin de convocar o llamar a los que antes de la fundación del mundo predestinó a salvación. Pablo lo declara de la siguiente manera en 2Timoteo 2:10.
“Por tanto, todo lo soporto por amor de los escogidos, para que ellos también obtengan la salvación que es en Cristo Jesús con gloria eterna.”
Por consiguiente, Pablo no esperaba que todos respondieran al evangelio, pues había sido profetizado en el Antiguo Testamento que pocos lo harían (un remanente), como lo expresa en Romanos 10:16-21.
“16Mas no todos obedecieron al evangelio; pues Isaías dice: Señor, ¿quién ha creído a nuestro anuncio? (Is. 53:1) 17Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios. 18Pero digo: ¿No han oído? Antes bien, Por toda la tierra ha salido la voz de ellos, Y hasta los fines de la tierra sus palabras (Sal. 19:4). 19También digo: ¿No ha conocido esto Israel? Primeramente Moisés dice: Yo os provocaré a celos con un pueblo que no es pueblo; Con pueblo insensato os provocaré a ira (Dt. 32:21). 20E Isaías dice resueltamente: Fui hallado de los que no me buscaban; Me manifesté a los que no preguntaban por mí (Is. 65:1). 21Pero acerca de Israel dice: Todo el día extendí mis manos a un pueblo rebelde y contradictor (Is. 65:2).” (Ro. 10:16-21)
En Romanos 9:27, el apóstol expone:
“También Isaías clama tocante a Israel: Si fuere el número de los hijos de Israel como la arena del mar, tan sólo el remanente será salvo.”
Podemos ver algunos ejemplos del llamado a salvación mediante el evangelio en los siguientes pasajes del Nuevo Testamento:
Ro. 10:14 “¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique?”
1Co. 1:21 “Pues ya que en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación.”
2Ts. 2:13-14 “Pero nosotros debemos dar siempre gracias a Dios respecto a vosotros, hermanos amados por el Señor, de que Dios os haya escogido desde el principio para salvación, mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad, a lo cual os llamó mediante nuestro evangelio, para alcanzar la gloria de nuestro Señor Jesucristo.”
Si diéramos lectura a 2Tesalonisenses 2:13-14, leyéndolo del final hacia su comienzo, leería más o menos de la siguiente manera:
“A modo de que alcanzaran la gloria de nuestro Señor Jesucristo, Dios los llamó mediante su evangelio, la fe en la verdad y la santificación del Espíritu, a fin de que alcanzasen la salvación que Dios escogió desde el principio para ustedes, por tal razón nosotros, damos gracias a Dios con respecto a vosotros.” (Una paráfrasis del texto al revés de 2Ts.2:13-14 por el autor)
La Biblia es sumamente clara con respecto a que Dios predestinó o eligió la salvación de algunos, desde su inicio, el llamado eficaz o la gracia eficaz, hasta la etapa final, la glorificación de los elegidos en la eternidad.
“29Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. 30Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó.” (Ro. 8:29-30)
¿Cuándo fueron conocidos los elegidos por Dios? La respuesta es desde la eternidad. De manera, que todo fue preordenado antes de la fundación del mundo. De modo, que lo que vemos en nuestro presente es en sí mismo el resultado de lo que Dios predestinó y permitió en la eternidad antes de crear. Dios no creó y luego vio lo que sucedería. La Biblia enseña que Dios viendo de antemano todo, eligió el medio, así como los que salvaría para alabanza de su gracia (Ef. 1:3-12).
“Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, 4según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él” (Ef. 1:3-4).
Dios no espera, como algunos alegan, que todos respondan, por cuanto desde la eternidad conocía que no todos responderían, sino que también les sería imposible responder por causa de su pecado (Ro. 3:10-12; 23). Dios solamente aguarda por aquellos que predestinó. Éste es el verdadero significado de 2Pedro 3:9, para que en todo, sea Dios glorificado. La Escritura muestra en Romanos 8, que Dios a los que escogió, llamó, a los que llamó, justificó (perdonó) y a los que justificó, glorificó (Ro. 8:29).
Conclusión
La salvación es el mayor regalo de Dios a los elegidos. Tal y como los demás, merecíamos el juicio divino, pues nosotros fuimos también hallados pecadores (Ef. 2:2-3). No obstante, la misericordia de Dios nos alcanzó para salvación (Tito 3:4-5), de lo cual debemos estar profundamente agradecidos (2Ts. 2:13-15). Somos bienaventurados como muy bien cita Pablo a David en la epístola a los Romanos cuando expresa:
“6Como también David habla de la bienaventuranza del hombre a quien Dios atribuye justicia sin obras, 7diciendo: Bienaventurados aquellos cuyas iniquidades son perdonadas, Y cuyos pecados son cubiertos. 8Bienaventurado el varón a quien el Señor no inculpa de pecado.” (Ro. 4:6-8; Sal. 32:1-2)
La salvación no es algo que se obtiene por decisión, deseo o esfuerzo humano, tampoco es algo que merecemos, sino que es la manifestación de la misericordia de Dios sobre los elegidos, para alabanza de la gloria de su gracia.
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