miércoles, 11 de julio de 2018

La providencia de Dios




La providencia de Dios es una de las doctrinas más confortantes para los creyentes. ¿Por qué? Porque ella establece, según las Escrituras, que Dios no es sólo el creador, sino el que sustenta y gobierna sobre su creación. De manera que nada surge de la nada, pues la vida no es el proceso o el resultado de las circunstancias, del tiempo y el devenir. De ahí que el tema de la providencia de Dios sea uno de gran importancia. La providencia del latín “providentia” significa la disposición anticipada o prevención que mira o conduce al logro de un fin. Millard Erickson le llamó la obra continua de Dios. En su libro de teología sistemática presenta que la palabra providencia tiene la connotación de actuar con prudencia y de preparar para el futuro. Millard afirma que la providencia de Dios también tiene dos aspectos importantes:

1- La conservación o sustento – Dios mantendrá y sustentará toda la obra de su creación para su existencia. La creación no tiene existencia en sí misma, sino que depende de Dios completamente. Lamentablemente, algunos creyentes que creen en la evolución piensan que el sistema es en cierto sentido autoindependiente de Dios.

2- El gobierno o providencia – Dios dirige el curso de todo cuanto sucede para cumplir sus propósitos y planes. Esto significa que el mundo va en un curso de historia lineal hacia el fin del cumplimiento del decreto de Dios.

No obstante, existen otras formas de ver o entender este tema. Por ejemplo, para los deístas, Dios creó el mundo como un reloj, colocó todos los mecanismos necesarios, le dio cuerda y observa desde lejos. Según estos, la creación responde a las leyes que Dios dispuso cuando creó, dejando la creación a merced de estas leyes y no de la obra y la mano directa de Dios. Por otra parte, otros entienden que existe una creación continua. Karl Heim define la idea de que Dios realmente crea al mundo nuevamente en cada instante de tiempo. Por tal razón, el mundo está constantemente dejando de ser y Dios continuamente le está devolviendo a la existencia. El problema con estos dos puntos de vista es que uno deja afuera a Dios y el otro simple y sencillamente coloca a Dios sólo como creador y no como sustentador y gobernante de su creación.

Un ejemplo de la doctrina de la providencia que más llama mi atención es la historia de José en el libro de Génesis. Todo lo que sucedió bueno o malo en la vida de José, ya fuera a través de sus ojos, los de sus hermanos y aun los de su padre Jacob, redundó para bien de José y para provisión del pueblo de Dios en un tiempo de crisis. José expresó lo siguiente acerca de la providencia de Dios.

“Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó a bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener en vida a mucho pueblo.” (Génesis 50:20)

Dios no prometió librarnos de todas las vicisitudes de la vida, pero sí prometió estar con nosotros todos los días y hasta el fin del mundo (Mateo 28:20). Nuestro final está garantizado, porque al igual que Dios es rey sobre su creación, así gobierna nuestras vidas como sus hijos. Sin embargo, cuando vemos la vida de forma pasajera y sin una perspectiva de eternidad, perdemos de vista que Dios siempre está obrando como lo prometió y lo determinó antes de la fundación del mundo (Efesios 1:3 al 4).  Romanos 8:28 lo presenta como sigue.

“Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados”

Una lectura simple de Romanos 8:28 parece indicar que es el amor de los hijos de Dios, lo que hace que las cosas sean encaminadas para bien. Pero la Biblia enseña que nuestro amor a Dios es una respuesta a su amor, porque él nos amó primero (1 Juan 3:1; 4:9). De manera que lo que realmente dice el pasaje es que los que son llamados por Dios, quienes pueden responder a su amor, en ellos, Dios obra para que en todas las cosas su propósito sea cumplido. Si invertimos el orden del versículo, desde su final hacia el inicio, leería algo así: Los que son llamados conforme al propósito de Dios, todas las cosas les ayudan a bien, porque han sido amados por Dios.

Ya que nadie puede llamarse a sí mismo (Juan 6: 37,44 y 65), lo único que es posible hacer es responder al llamado de Dios. No obstante, aún esta respuesta es obrada por la obra del Espíritu Santo en la regeneración de los santos, según el determinado consejo de Dios antes de la fundación del mundo.

“Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó.” (Romanos 8:29 al 30)

De modo que el creyente no vive a expensas de sus decisiones, ni del devenir o del destino, por cuanto el creyente vive por la gracia de Dios. Romanos dice que a los que Dios predestinó (separó para sí mismo desde la eternidad), a éstos llamó (salvó) y a los que llamó, a éstos justificó (perdonó completamente) y finaliza expresando que a los que justificó, a éstos glorificó (les dio entrada a la eternidad con él). Por tal razón, en todas las cosas que les acontecen a sus hijos, Dios obra y provee para que su voluntad en ellos se cumpla, como se lo expresara a Jacob.

“He aquí, yo estoy contigo, y te guardaré por dondequiera que fueres, y volveré a traerte a esta tierra; porque no te dejaré hasta que haya hecho lo que te he dicho.” (Génesis 28:15)

Por lo tanto, la garantía de que todas las cosas les ayudan a bien, según Romanos 8:28, descansa en el amor de Dios por los hijos que predestinó y no en el amor de sus hijos. La respuesta de sus hijos, aunque importante, es secundaria, porque fue Dios quien los amó primero. De otra forma, el amor de los hijos jamás se hubiese producido.  

Concluimos que la providencia de Dios es vital para la tranquilidad y la seguridad de sus hijos, pues garantiza lo siguiente, entre otros:

1- Los planes de Dios nunca serán frustrados.
2- Dios ha hecho provisión para sus hijos.
3- Nada ni nadie nos separará del amor de Dios en Cristo Jesús.
4- El mal y la fatalidad nunca triunfarán.
5- Todo redundará para la gloria de Dios.
6- Los creyentes podemos y debemos confiar en la obra de Dios.
7- Tenemos un sin número de razones para alabar y glorificar a Dios con nuestras vidas.

“Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.” (Romanos 8:38 al 39)

Pastor Gilberto Miguel Rufat
           


Audio:
https://www.dropbox.com/s/502gjq9855wvs68/LA%20PROVIDENCIA%20DE%20DIOS%20-%20Gilberto%20Miguel%20Rufat.mp3?dl=0

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