Breve REFLEXIÓN
La inexcusabilidad de los hombres
“Por
lo cual eres inexcusable, oh hombre, quienquiera que seas tú que juzgas; pues
en lo que juzgas a otro, te condenas a ti mismo; porque tú que juzgas haces lo
mismo.” (Romanos 2:1)
Sin duda alguna, aun los ateos que emiten
juicio como los demás, deben preguntarse, sobre qué base moral
emiten sus juicios. ¿De dónde surge la moral? ¿Es la moral un valor adquirido y
condicionado a nuestro estado o al tiempo en que vivimos? ¿Es la moral algo
relativo o absoluto? ¿Pudo la ley moral proceder de la naturaleza de los
hombres o tiene un dador externo a ellos?
Independientemente
cuál sea en este momento nuestra posición, la realidad es que todos juzgamos.
El capítulo dos de Romanos comienza estableciendo que el ser humano, no
obstante, a su estado caído, muestra en sí mismo que ha sido objeto de la
creación de Dios al juzgar a otros sobre una base moral la que él mismo viola.
La pregunta a hacernos entonces es ¿cómo
puede el hombre ser el autor de algo que él mismo viola, circunstancialmente
rechaza, pero que a la vez utiliza cuando le conviene?
El
hecho de que los seres humanos emitamos juicios implica una base moral, esto
es, una valoración, un estándar, un punto de referencia sobre lo bueno y lo
malo. Toda base moral tiene un autor o un dador. ¿Podría ser el propio hombre
el autor de una ley que no puede cumplir por su incapacidad pecaminosa y la
cual a su vez, le condena? Es obvio que no, ya que el deseo del hombre en su
estado caído es vivir sin ley.
Resulta
irónico y contradictorio que juzguemos a otros con la misma base moral con la
que nos rebelamos contra Dios, siendo éste el autor de la ley, la cual emana de
su propia naturaleza.
Es importante señalar, que al emitir juicio
no solamente hacemos uso de una base moral, sino que evidenciamos conocimiento
sobre lo que está mal, lo que nos hace claramente culpables ante Dios. Por
cuanto demostramos que no somos ignorantes de la realidad del mal al ver el
pecado en otros.
La Biblia enseña que por causa de nuestra
naturaleza caída, suprimimos la verdad, así como no nos importa nuestra pecaminosidad,
estando habituados al mal (Ro. 1:18-32).
Sin embargo, de acuerdo con la misma base moral
con la que juzgamos, seremos juzgados. Por consiguiente, no tenemos excusa,
pues Dios nos creó con conciencia moral y nos dio una mente para juzgar con
dicha base moral, para que no fueran las emociones, el instinto, ni las
pasiones las que nos condujeran, sino su eterna e inmutable sabiduría.
Pastor Gilberto Rufat
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