viernes, 26 de diciembre de 2014

No había lugar para ellos en el Mesón - Lucas 2:7




"Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón". (Lucas 2:7)

Si de algo estoy convencido es que la providencia de Dios no falla. Dios provee para que su soberano plan tenga cumplimiento. Es así como comienza el capítulo dos de Lucas, en donde vemos a Dios proveyendo para que José y María, a pesar de lo adelantado del estado de embarazo, se vean forzados a ir a Belén por orden de un edicto. De manera, que se cumpliese la profecía sobre dónde habría de nacer el Mesías (Mateo 2:5-6).

No obstante, en la misma narración se nos dice que María tuvo que dar a luz en un pesebre o establo, porque no había lugar para ellos en el Mesón. ¿No cree que Dios pudo haber arreglado todo de modo que Jesús naciera al menos en el Mesón? La lectura del capítulo dos de Lucas nos da la razón. La misma no fue por un imprevisto o un cabo suelto dentro del plan, sino que fue parte de éste, pues Dios lo eligió para de esa manera revelarse a los pastores que velaban en aquella región. Cuando Dios se propone revelarse a alguien, él escoge de manera anticipada y apropiada el lugar, el tiempo y la forma o manera.

Lo mismo sucedió con la llegada de los sabios o los magos de oriente. Llegaron a la casa porque ese fue el lugar y el tiempo, a fin de que estos hombres llegaran a adorar y proveyeran los recursos económicos (oro, incienso y mirra) para el viaje y la estadía de la familia en Egipto. Además, para dar paso a la profecía de Jeremías 31:15, que profetizaba la matanza de los niños, según narrada en Mateo 2:12-18, así como la salida posterior de José, María y Jesús de Egipto, según Oseas 11:1.

Por ende, no debemos hacer de un lugar y un tiempo específico el motivo de nuestra adoración, sino a Jesús por haberse revelado a nuestra vida. Según en la primera navidad Dios decidió revelarse a algunos y dejar en oscuridad a otros, del mismo modo soberanamente hace hoy. Sobre los que desea salvar trae luz e iluminación, con el propósito de ser guiados a Jesús para salvación, mientras que a otros deja en las concupiscencias de su necio corazón (Romanos 1:18-32).  

La navidad no se centra en una estampa en un pesebre (con los pastores) o en la casa (con los sabios de oriente), pues la navidad se enmarca en la encarnación del Hijo para traer salvación a aquellos que en la gracia del Padre y por medio del Espíritu Santo serían llamados a salvación (Hebreos 2:10-17).

Pastor Rufat

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