jueves, 8 de octubre de 2015

¿Existe tal cosa como una pre-regeneración antes de la total regeneración?




¿Existe tal cosa como una pre-regeneración antes de la total REGENERACIÓN?


Si el problema de la depravación total del hombre consiste en su total incapacidad o inhabilidad para procurar o querer la salvación por causa de su propia naturaleza pecaminosa, entonces ¿cómo podrá salvarse, sin que primero medie un cambio en su naturaleza, producto de la gracia divina? Esto es lo que la Biblia llama la regeneración (Tito 3:5) o el nuevo nacimiento (Juan 3:3).

Ahora bien, si Dios opera la regeneración en el pecador, lo que es un cambio de corazón, ¿cómo algunos pueden decir que aún así puede el regenerado resistirse a la gracia salvadora? La contestación que presentan los opositores a la soteriología bíblica es que el pecador no ha sido regenerado totalmente. Los mismos inventan términos como la pre-regeneración, dando a entender que sin un cambio de corazón, el Espíritu Santo puede presentarle la verdad e iluminarlo, pero no convencerlo, de forma tal, que la salvación pueda ser rechazada.

Primeramente, no existe tal cosa en toda la Biblia como la de una pre-regeneración o un pre-nacimiento. ¿Conoce de alguna mujer semi-preñada o semi-embarazada? Esto es absurdo, pues sabemos que no es real. En segundo lugar, es de conocimiento general, que según las profecías del nuevo pacto, ningún hombre podrá desear ni querrá seguir a Dios, sin un cambio de corazón (Jeremías 31:31-34; 32:37-41; Ezequiel 36:26-27). Por ende, es irracional presentarle un diamante a un niño para que lo valore, por cuanto está incapacitado para hacerlo. De modo, que el ser humano no puede resistir la gracia divina, sino que sin un cambio de corazón seguiría depravado, por tal razón, la rechaza.

El problema teológico que algunos líderes no comprenden es que el evangelio no consiste en un plan para llamar a personas malas, a fin de que sean buenas, puesto que el plan de Dios radica en llamar muertos a la vida, a través de su soberana gracia (Efesios 2:1; Colosenses 2:12). Es por eso que la Biblia compara la salvación con la resurrección, porque solamente Dios puede devolver a la vida lo que está muerto. Ejemplo de ello, lo encontramos en el valle de los huesos secos, tal como Dios se lo reveló al profeta Ezequiel en el capítulo treinta y siete.

Si el problema para algunos reside en que Dios es injusto al escoger a unos sí; mientras que a otros no los escoge, debemos recordar que él sigue siendo soberano y nos guste o no nos guste, esto es lo que la Biblia enseña (Romanos 9:18-24; 11:5-10; 1Pedro 2:6-10). Por otro lado, si el problema es que Dios no puede violar el libre albedrío, le pregunto ¿cuál albedrío? ¿O acaso, nos molesta la intervención divina, si de salvación se trata? No he sabido de ningún pastor, evangelista o llamado “apóstol” que jamás haya predicado sobre “la injusticia del milagro del estanque de Betesda” (Juan 5:1-18) o de “la injusticia en la resurrección del hijo de la viuda de Naín” (Lucas 7:11-17). Jesús simplemente obró sin que mediara la fe en el primero y en el segundo, sin preguntar, ejerció su soberanía al llevar a cabo la resurrección.

La salvación es el resultado del decreto divino, predestinado antes de la fundación del mundo y mediante el cual, a su debido tiempo, Dios llama a salvación a aquellos que según el puro afecto de su voluntad fueron escogidos para recibir dicha gracia sin la intervención de obra humana alguna. Los tales, al momento de ser llamados, son resucitados del estado de muerte en el que se encontraban mediante la regeneración para ser persuadidos por el poder del evangelio. Por consiguiente, no existe tal cosa como una semi-regeneración o como algunos le han llamado, una pre-regeneración.

Pastor Gilberto Rufat

miércoles, 7 de octubre de 2015

“Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí” - Juan 6:37




“Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí”

“Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera.” (Juan 6:37)

Básicamente, la mayoría de los cristianos cree que todos los que se acercan a Jesús son recibidos por él. Sin embargo, Jesús no asegura tal declaración o enseñanza en este versículo. Jesús señala que todo lo que el padre le da, vendrá a él y lo que el Padre le da, él no lo echa fuera. ¿Qué es lo que Jesús no echa fuera? A todos los que el Padre le da para que se acerquen a él.

El verbo da del griego δίδωμι – “dídomi” significa conceder, confiar, entregar. Por consiguiente, Jesús está diciendo, que únicamente Dios puede atraer hacia el Hijo, los que han de ser salvos. Esto es congruente y consistente con otras declaraciones de Jesús en el mismo contexto del pasaje.

Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día postrero.” (Juan 6:44)

“Y dijo: Por eso os he dicho que ninguno puede venir a mí, si no le fuere dado del Padre.” (Juan 6:65)

De manera, que solamente Dios el Padre puede hacer que los pecadores vengan arrepentidos y con fe a Jesús para salvación; aunque reconocemos, que en el contexto de este pasaje, cualquier pecador podría acercarse a Jesús buscando un bien o un favor humano. Veámoslo en las propias palabras de Jesús.

“Respondió Jesús y les dijo: De cierto, de cierto os digo que me buscáis, no porque habéis visto las señales, sino porque comisteis el pan y os saciasteis.” (Juan 6:26)

El pecador, estando imposibilitado de querer y desear acercarse a Jesús por causa de su propia naturaleza, no puede por sí mismo venir a él. Es ahí donde la gracia divina concedida desde antes de la fundación del mundo, señaló a los que habrían de ser salvos, sin mediación de obra humana alguna, sino por causa de la inmerecida misericordia de Dios. Por tal razón, sólo los que el Padre le da al Hijo, vendrán a él. ¡Gloria a Dios por la inmerecida misericordia de Dios, a través de la cual los elegidos son conducidos a Jesús para hallar salvación! Jesús dijo:

“Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí…” (Juan 3:37)

El verbo vendrá del griego ἥκω – “jéko” significa llegar, estar presente. Por consiguiente, la salvación es el resultado de la voluntad de Dios y no de la voluntad humana. Por cuanto es conducido a Jesús no por su “libre albedrío”, sino por disposición y elección divina, mediante el llamamiento eficaz obrado por la regeneración producto de la obra del Espíritu Santo.

La salvación está asegurada en Cristo, quien categóricamente afirma que nada de lo que el Padre le da se perderá. Nuestra salvación descansa en la obra de Cristo y no en ninguna obra nuestra, ni aun la decisión de venir a Cristo, pues ello fue el resultado de lo que el Padre nos concedió en Cristo.

“…y al que a mí viene, no le echo fuera.” (Juan 3:37)

¡SOLI DEO GLORIA!

Pastor Gilberto Rufat

¿PUEDE UN CREYENTE PERDER SU SALVACIÓN, SEGÚN HEBREOS 6:4 AL 6?

  ¿PUEDE UN CREYENTE PERDER SU SALVACIÓN, SEGÚN HEBREOS 6:4 AL 6?    Base bíblica: Hebreos 6:4-6   “Porque es imposible que los que un...