¿Eran dispensacionalistas pretribulacionistas
los primeros cristianos?
En la actualidad, algunos enseñan que antes de la posición escatológica
amilenialista de San Agustín, los cristianos en los primeros siglos eran
dispensacionalistas pretribulacionistas. Pero, ¿tiene fundamento histórico esta
afirmación?
Existen varias maneras de lograr una corroboración histórica. Primero, es
necesario buscar y examinar las obras de los padres de la iglesia o lo que se
denomina la patrística, lo que toma mucho tiempo y tiene algún grado de
dificultad para conseguir. Segundo, es importante examinar el material
histórico de autores que cubrieron la historia del primer siglo y de los
primeros siglos, como las obras de Flavio Josefo y del historiador temprano de
la iglesia, Eusebio de Cesarea.
En este corto análisis, examinaremos las declaraciones de Eusebio de
Cesarea en su obra Historia Eclesiástica, en la cual, hace uso de los escritos
de Flavio Josefo, historiador del primer siglo. Para validar o desmentir la
pregunta de estudio, debemos hacer notar que Eusebio de Cesarea vivió del año 263
al 339 después de Cristo, lo que lo coloca en una fecha anterior al amilenialismo
de San Agustín, quien vivió del año 354 al 430 después de Cristo. También consideraremos
la profecía de las 70 semanas y la abominación desoladora de Daniel. Los
dispensacionalistas pretribulacionistas alegan que queda una semana de las
setenta por cumplirse, la que llaman la semana de la gran tribulación y que
ubican antes de la segunda venida.
Veamos lo que nos dice Eusebio
de Cesarea el historiador temprano de la iglesia en su libro, Historia
Eclesiástica, libro uno, capítulo 2 y párrafos 24 al 27:
“El profeta Daniel, comprendiendo por el Espíritu divino el reinado final
del Verbo, inspirado, describe la visión divina con términos humanos, diciendo:
«Estuve mirando hasta que fueron puestos tronos, y se sentó un Anciano de días,
cuyo vestido era blanco como la nieve, y el pelo de su cabeza como lana limpia;
su trono llama de fuego, y las ruedas del mismo, fuego ardiente. Un río de
fuego procedía y salía de delante de él; millares de millares le servían, y
millones de millones asistían delante de él; el Juez se sentó, y los libros
fueron abiertos.»
Y sigue: [«Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí
con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre, que vino hasta el
Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de él. Y le fue dado dominio,
gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran: su
dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será
destruido.»]
Todas estas cosas se refieren claramente a nuestro Salvador, el Verbo
divino que desde el principio estaba con Dios, al cual llama Hijo del Hombre
por su encarnación.
Puesto que ya reuní todas las profecías concernientes a nuestro
Salvador Jesucristo en otros comentarios, y habiendo demostrado con mayor
exactitud lo que hemos mencionado acerca de Él, nos contentaremos con lo dicho
en la presente obra”.
A continuación, la próxima afirmación en su libro, Historia
Eclesiástica, libro uno, capítulo 6 y párrafo 11:
“Todo esto es útil para confirmar otra profecía acerca de la
manifestación de nuestro Salvador Jesucristo. [En el libro de Daniel la
palabra especifica el número de ciertas semanas hasta el Cristo-príncipe (sobre
esto traté en otro lugar), y profetiza que la unción entre los judíos sería
aniquilada una vez concluidas estas semanas. Todo esto se cumplió
evidentemente con el nacimiento de nuestro Salvador Jesucristo].
Estos detalles son suficientes como preámbulo para establecer la exactitud de
las fechas”.
Eusebio asevera en el libro 3, capítulo 5 y párrafos 2 al 7 lo que
sigue:
“Ahora bien, los judíos, después de la ascensión de nuestro Salvador,
culminaron su crimen contra él con la concepción de innumerables maquinaciones
contra sus apóstoles. El primero fue Esteban, al cual aniquilaron con piedras;
luego Jacobo, hijo de Zebedeo y hermano de Juan, que fue decapitado; y
finalmente Jacobo, el que fue escogido en primer lugar para el trono episcopal
de Jerusalén, después de la Ascensión de nuestro Salvador, y que murió del modo
mencionado. Todos los demás apóstoles fueron amenazados de muerte con
innumerables maquinaciones, y fueron expulsados de Judea y [se dirigieron a todas las
naciones para la enseñanza del mensaje con el poder de Cristo, que les había
dicho: «Id, y haced discípulos a todas las naciones].
Además de éstos, también [el pueblo de la iglesia de Jerusalén recibió
el mandato de cambiar de ciudad antes de la guerra y de vivir en otra ciudad de
Perea (la que llaman Pella)], por un oráculo transmitido por
revelación a los notables de aquel lugar. Así pues, habiendo emigrado a ella
desde Jerusalén los que creían en Cristo, como si los hombres santos hubiesen
dejado enteramente la metrópoli real de los judíos y toda Judea, [la
justicia de Dios vino sobre los judíos por el ultraje al que sometieron a
Cristo y a sus apóstoles, e hizo desaparecer totalmente de entre los hombres
aquella generación impía].
En los relatos que escribió Josefo se describen con toda exactitud los
males que en ese momento sobrevinieron a todo el pueblo judío en todo lugar;
cómo principalmente los habitantes de Judea fueron agobiados hasta el extremo
de las desgracias; cuántos miles de jóvenes y de mujeres, juntamente con sus
niños, cayeron a espada, por hambre y por muchos otros tipos de muerte; cuántos
y cuáles ciudades de Judea fueron sitiadas; cuán grandes desgracias, y más que
desgracias, presenciaron los que fueron en su huida a Jerusalén, ya que era la
metrópoli más fuerte; el desarrollo de la guerra y lo que tuvo lugar en ella en
cada momento; y, [finalmente, cómo la abominación desoladora que
proclamaron los profetas se asentó en el mismo templo de Dios, en gran manera
notable antiguamente; y entonces sufrió todo tipo de destrucción hasta su
desaparición final por el fuego].
Merece la pena señalar que el mismo autor afirma que los que, procedentes
de toda Judea, se apiñaron en los días de la fiesta de la Pascua, en Jerusalén,
como en una prisión, usando sus propias palabras, fueron alrededor de tres
millones.
Era preciso, pues, en los mismos días en los que habían llevados cabo
la Pasión del Cristo de Dios, bienhechor y Salvador de todos, que, como
encerrados en una prisión, recibieran el azote que les daba alcance viniendo de
la justicia Divina.
Así pues, dejando aparte los acontecimientos que les sobrevinieron y
cuántas veces fueron entregados a espada o de diversos modos, sólo me ha
parecido oportuno mostrar las desgracias originadas por el hombre, a fin de que
los que obtengan este escrito vean, parcialmente, [cómo les daba alcance al poco
tiempo el castigo procedente de Dios por causa de su crimen cometido en contra
del Cristo de Dios].
Resumamos algunos datos importantes acerca de lo que CREÍAN los
cristianos con RELACIÓN a las 70 semanas de la profecía de Daniel y al
cumplimiento de la ABOMINACIÓN desoladora, según el libro Historia ECLESIÁSTICA
de Eusebio de cesarea:
1-
Creían que la profecía referente a las setenta
semanas de Daniel tuvo un cumplimiento fiel y total.
2- Creían
que la profecía referente a las 70 semanas de Daniel constituía una de los
mejores defensas en la validación y la confirmación de Jesús como el Mesías.
3- Creían
que los discípulos se habían dirigido a todas las naciones para cumplir la
tarea de la gran comisión, antes del juicio venidero.
4- Creían
que el reino comenzó con la ascensión de Jesús, según la profecía de Daniel
7:13-14.
5- Creían
que en el año 70 de la era cristiana se cumplió la abominación desoladora sobre
la santa ciudad (Jerusalén) y el templo judío.
6- Creían
que Dios guardó a muchos cristianos judíos de la hora de la prueba, quienes escaparon
de Jerusalén a una ciudad de Perea llamada Pella.
7- Creían
que el juicio contra los judíos se cumplió debido al rechazo y a la condena a
muerte de Jesús el Mesías, la persecución y las calamidades contra los
apóstoles y la iglesia.
Conclusión:
Concluimos que no es correcto que los primeros cristianos aguardaban el
cumplimiento de la última semana de la profecía de las 70 semanas de Daniel,
como los dispensacionalistas pretribulacionistas quieren hacer creer. Tampoco
creían en un reino venidero, por cuanto creían que Jesús había recibido el
reino en su ascensión.
Por: Pastor Gilberto Miguel Rufat
Bibliografía:
De Cesarea, Eusebio. Historia Eclesiástica: Tomo completo de la
Historia Eclesiástica (Edición en español) (Posición en Kindle591-592). Desconocido.
Edición de Kindle.
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